Malasia se enfrenta a las elecciones más ajustadas desde su independencia

El actual primer ministro se medirá a su ex mentor nonagenario y a un ex mandatario condenado dos veces por sodomía

Partidarios del Mahathir Mohamad escuchan un discurso emitido por Facebook Live este martes en Kuala Lumpur.Ulet Ifansasti (Getty Images)

“La gente quiere un cambio. Están cansados de lo que está ocurriendo, de la economía”, asegura Yani, mientras se toma un refrigerio a la salida del trabajo en Kuala Lumpur. Esta empleada de 34 años de una empresa energética estatal se refiere a las elecciones de este miércoles: el presente, pasado y posible futuro de Malasia se verán las caras en los que posiblemente son los comicios más ajustados de la nación asiática desde su independencia, en 1957.

“Será la madre de todas las elecciones”, ha advertido ...

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“La gente quiere un cambio. Están cansados de lo que está ocurriendo, de la economía”, asegura Yani, mientras se toma un refrigerio a la salida del trabajo en Kuala Lumpur. Esta empleada de 34 años de una empresa energética estatal se refiere a las elecciones de este miércoles: el presente, pasado y posible futuro de Malasia se verán las caras en los que posiblemente son los comicios más ajustados de la nación asiática desde su independencia, en 1957.

“Será la madre de todas las elecciones”, ha advertido el actual primer ministro, Najib Razak, que se medirá en las urnas con su exmentor, el nonagenario Mahathir Mohamad, conocido como “padre” de la Malasia moderna por industrializar el país cuando lo gobernó con mano de hierro entre 1981 y 2003. A los que fueran discípulo y maestro se suma Anwar Ibrahim, condenado por sodomía dos veces, la última en 2015 (un delito en el país musulmán) y a quien Mahathir ha prometido acabar cediendo el testigo si gana.

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Los candidatos, al mando de las coaliciones Barisan Nasional (BN), en el caso de Najib, y Pakatan Harapan (PH), en el de Mahathir, se disputan los 222 escaños en juego con un récord histórico de candidatos, 2.333, y sondeos que hasta última hora han ido apuntando a una caída del voto popular de Najib; BN obtendría el 37,3% y PH el 43,4%, aunque la coalición gubernamental podría seguir ganando en número de escaños debido a las diferencias del peso entre el voto rural, fiel a Najib, y el urbano, según la firma de encuestas Merdeka Center.

Un reñido panorama que ha llevado a ambos a tratar de persuadir a los votantes hasta el último minuto. Casi literalmente. Los dos realizaron sus últimos alegatos simultáneamente la noche previa, con el de Najib, de 64 años, retransmitido por la televisión y el de Mahathir en Facebook Live. Una moderna plataforma muy en línea con uno de los objetivos del político de 92 años: ganarse a la población más joven y enterrar su imagen de “dictador”, como ha reconocido que fue.

Los malasios de entre 21 y 40 años, como Yani, suponen más de dos de cada cinco de los casi 15 millones de votantes (de una población de 32 millones), y representan uno de los sectores que más ha acusado el alto coste de vida en el país, debido en parte a la inflación o a la puesta en marcha de un impuesto sobre el valor añadido (GST) del 6% en 2015.

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A ellos se ha dirigido especialmente Mahathir, que ha prometido derogar el gravamen de resultar elegido. Según el veterano dirigente, ha retornado a la política por el intrincado escándalo de corrupción que estalló en 2015: el desfalco de 2.600 millones de dólares del fondo estatal 1Malaysia Development Berhanrd (1MDB), 681 millones de ellos a cuentas privadas de Najib.

Aunque Najib ha salido de momento indemne del escándalo en Malasia, donde el asunto es secreto de Estado, no significa que se haya olvidado. Al menos no en grandes ciudades como Kuala Lumpur. “Antes todo el mundo podía sobrevivir. Ahora ya no. Todo se ha hecho más difícil, más caro, y encima está el escándalo del 1MDB”, se queja Naz, un taxista de 46 años. “Quiero que vuelva el viejo. Él es quien modernizó el país”, añade, en referencia a Mahathir.

Esa narrativa puede variar en las zonas rurales, feudo de Najib. Yani, procedente de la parte malasia de la isla de Borneo, admite las diferencias. “Allí la gente no está al corriente de la situación y además les asusta el cambio”, señala. Najib también se ha encargado de dificultarlo; muchos lamentan que las elecciones sean el miércoles y ese día sea el único festivo de la semana, lo que hará que no todo el mundo pueda regresar a su lugar de origen para votar. Es el caso de Akashah, de 25 años, que se fuma un pitillo en una céntrica zona de Kuala Lumpur tras salir del trabajo. “Mi ciudad está muy lejos, en Sabah (al noroeste de Borneo). No me daría tiempo a ir, así que no voy a votar. Pero no soy del BN, espero que gane Mahathir”.

Lo que realmente jugará a favor de las zonas rurales es el nuevo mapa de los distritos electorales, diseñado por la coalición gubernamental y por el que el poder del voto rural puede ser más de diez veces superior al urbano, en los casos más extremos. Se trata de una de las medidas más agresivas que la coalición de Najib ha aprobado para allanar el camino a la reelección, junto a una ley que castiga con penas de hasta seis años de cárcel a quien divulgue “noticias falsas”, vista como una herramienta contra sus adversarios.

Otro factor que podría aventajar a Najib es su supuesto coqueteo con el PAS (el Partido Islámico Pan-Malasia), una facción islámica radical que se presenta en solitario a las elecciones. En un país con más del 60 por ciento de población musulmana, y que en los últimos años vive un giro conservador, se teme que haya más motivos detrás de la aproximación a PAS. “Najib no ha sido crítico con ellos. A juzgar por su retórica, podría llegar a haber una alianza secreta”, anticipa Norshahri Saa, analista del Instituto de Estudios del Sureste Asiático (ISEAS), planteando que, de no ganar Najib la mayoría parlamentaria, podría obtenerla gracias a PAS.

Mientras la carta religiosa podría favorecer a Najib, una de las incógnitas es qué ocurrirá con las minorías étnicas, en especial la china. Alrededor del 69 por ciento de la población malasia es malaya (oriunda de la península de Malaca) o indígena, un 24% es de origen chino y un 7% india. En las elecciones de 2013, Najib culpabilizó al “tsunami chino” hacia la oposición de su magra victoria. La situación podría revertirse: Najib tomó nota y ha prestado más atención a ese electorado desde entonces, a la vez que ha acercado lazos con la segunda economía mundial.

Gan Hui Yee, un conductor malasio de origen chino, se muestra favorable a Najib. “Prefiero que gane, al menos él ayuda a la población china”, apunta.

El as en la manga de Mahathir, tal vez una de las grandes sorpresas de las elecciones, junto a su retorno, es contar con Anwar, de 70 años, muy popular cuando siendo viceprimer ministro de Mahathir éste le llevó a prisión en 1999 por sodomía. En 2015, con Najib en el poder y Anwar como fulgurante líder de la oposición, volvió a recibir la misma condena. De ganar Mahathir, Anwar tendría en sus manos el futuro de Malasia dentro de dos años, como ha pactado con su antes verdugo y ahora aliado.

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