López Obrador choca con los críticos de su pragmatismo
El aspirante de Morena cruza acusaciones en Twitter por un texto que lo califica de oportunista
La velocidad crucero que parece haber tomado la campaña de Andrés Manuel López Obrador rumbo a las elecciones presidenciales mexicanas de julio no está exenta de obstáculos. El aspirante del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) se ha topado este lunes con un bache de papel. El candidato, líder en todos los sondeos, ha respondido con acritud en las redes sociales a una crítica que le hizo Jesús Silva-Herzog Márquez, un popular articulista del diario Reforma, uno de los diarios más influyentes de México. El aspirante de Morena ha mostrado nuevamente un gesto de intolerancia ante la crítica justo cuando más se le celebraba su rosto incluyente y conciliador.
Silva-Herzog Márquez dedicó su texto al pragmatismo que López Obrador ha mostrado en las últimas semanas incorporando a su movimiento a antiguos adversarios y a políticos de dudosa reputación que han hecho alzar las cejas a más de uno de sus simpatizantes. A diferencia de sus intentos presidenciales de 2006 y 2012, el líder de izquierdas se ha apartado de su sectarismo, según este analista político y académico del Tecnológico de Monterrey. En su lugar, López Obrador ha optado por el “oportunismo” comúnmente asociado al PRI, el partido que lo formó como político. “López Obrador ha vuelto a sus orígenes: ha fundado un partido con la ambición de recoger a todos los ambiciosos, un partido en el que las ideas no importan”.
La respuesta de López Obrador llegó esta tarde, en un día con poca información por ser un feriado: se celebraba el 101 aniversario de la Constitución mexicana. El candidato disfrazó su réplica de resignación: “Hace tiempo que Jesús Silva Herzog-Márquez me cuestiona con conjeturas de toda índole… Ni modo, son tiempos de enfrentar a la mafia del poder, a sus secuaces y articulistas conservadores con apariencia de liberales”, escribió en Twitter. El candidato de Morena no tiene especial simpatía por el diario Reforma, a quien ha llamado “prensa fifí [estirada], alquilada y deshonesta”.
La escasa pulsión informativa hizo que la respuesta corriera como pólvora. El historiador Enrique Krauze, un crítico de antaño del aspirante presidencial y articulista del diario mencionado, entró al debate. “El mesianismo condena. El liberalismo debate”, replicó al aspirante de Morena. López Obrador elevó su defensa. “Tú también eres de aquellos profundamente conservadores y que simulan con apariencia de liberales”, le espetó el candidato. "En buena lid y con el mismo respeto, creo que tu concepto de liberalismo está profundamente equivocado. Hallemos el espacio para debatirlo", respondió posteriormente Krauze.
Es irónico que gran parte del texto de Silva-Herzog —uno de los intelectuales más destacados de México, hijo de un reputado priista del mismo nombre, que fue secretario de Hacienda durante la presidencia de José López Portillo— reconoce los buenos ánimos que ha marcado la tercera campaña de López Obrador, al que llama "AMLO 3.0". “Si en empeños anteriores mordía cada anzuelo que sus enemigos le lanzaban, hoy se burla con gracia de su torpeza. Caía fácilmente en sus provocaciones. Era irascible, intolerante, grosero. A cada cuestionamiento respondía con una descalificación moral”, escribió el analista político.
López Obrador ha mordido nuevamente el anzuelo. Lo hizo con uno de los muchos comentarios que se le hacen diariamente en la prensa mexicana. El cruce de reproches no es nuevo: al contrario, la historia de desencuentros entre el candidato y Reforma es larga. La publicación es crítica con el Gobierno de Enrique Peña Nieto (PRI) y suele estar en sintonía con la derecha liberal del PAN. López Obrador ha comparado a sus periodistas con alumnos de Joseph Goebbels y asegura que su línea editorial es similar a la de El Imparcial, un diario de la época del dictador del siglo XIX Porfirio Díaz, “que siempre ha estado en contra de los opositores”. Sin embargo, López Obrador también ha presumido las encuestas realizadas por esa cabecera que lo colocan a la cabeza de la competencia como muestra de su avance. Una ventaja que puede reducirse en los menos de cinco meses que restan para la elección.
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