“El centroizquierda chileno entrará en una noche larga”

El exsenador analiza el complejo escenario que atraviesa su sector a dos semanas de las elecciones del próximo 19 de noviembre

Carlos Ominami, economista chileno.Fundación Chile21

El economista Carlos Ominami Pascual (Santiago de Chile, 1950) fue parte de la generación que formó el desaparecido conglomerado de centroizquierda Concertación y que lideró la transición. Fue ministro de Economía en el Gobierno de Patricio Aylwin (1990-1994) y, como militante socialista, fue senador por dos periodos. Pero en 2009 renunció al partido. En parte, porque hacía tiempo ten...

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El economista Carlos Ominami Pascual (Santiago de Chile, 1950) fue parte de la generación que formó el desaparecido conglomerado de centroizquierda Concertación y que lideró la transición. Fue ministro de Economía en el Gobierno de Patricio Aylwin (1990-1994) y, como militante socialista, fue senador por dos periodos. Pero en 2009 renunció al partido. En parte, porque hacía tiempo tenía un diagnóstico crítico del rumbo de su coalición —era de los llamados autoflagelantes— y también porque apostó por apoyar la candidatura presidencial independiente de su hijo adoptivo, Marco Enríquez-Ominami.

A dos semanas de las elecciones presidenciales y parlamentarias chilenas del 19 de noviembre próximo, el presidente honorario de la Fundación Chile 21 —un centro de estudios progresista— analiza el complejo escenario que atraviesa su sector y lo conecta con el panorama global. Ominami acaba de publicar el libro Claroscuro de los Gobiernos progresistas. América del Sur: ¿Fin de un ciclo histórico o proceso abierto? (Editorial Catalonia), en el que ejerce de editor de una serie de artículos donde se reflexiona sobre los 2000, la que denomina "la década de oro" de las Administraciones de centroizquierda en el Cono Sur.

Con textos de la secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, el expresidente colombiano Ernesto Samper y el hombre de Lula da Silva en Latinoamérica, el fallecido Marco Aurélio García, entre otros, el libro se refiere a los Gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet en Chile, Hugo Chávez en Venezuela, Néstor Kirchner y Cristina Fernández en Argentina, Lula da Silva y Dilma Rousseff en Brasil, Tabaré Vázquez y José Mujica en Uruguay, Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador.

Ominami defiende la idea de incluirlos a todos bajo el paraguas del progresismo, pese a las diferencias evidentes entre unos y otros. "Lo de la izquierda buena y la izquierda mala fue una invención de la derecha. Todos estos Gobiernos tuvieron en común haber llegado al poder por un camino democrático y haber hecho el mayor esfuerzo de inclusión social que se tenga conocimiento en la historia de América Latina". El economista chileno habla de una "convergencia virtuosa" entre democracia, crecimiento, baja inflación, algunos casos de desendeudamiento externo y una fuerte disminución de la pobreza. "En la región habías tenido crecimiento, pero con dictaduras. Democracia y algo de crecimiento, pero con inflación", señala el exsenador.

Ominami reconoce la ayuda del buen precio de las materias primas, "pero Gobiernos de derecha perfectamente podrían haber dilapidado los recursos". Es el objetivo central del libro que reúne un total de 16 artículos, explica el economista: "Ante una ofensiva cultural y política conservadora que destaca exclusiva y unilateralmente la dimensión oscura y los problemas de estos Gobiernos, buscamos un balance ecuánime".

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Junto con los logros, por lo tanto, los autores se interrogan sobre los errores y las lecciones que sacar. Ominami enumera algunos de los desaciertos: la condescendencia con la corrupción, el despilfarro de la bonanza sin una diversificación de la matriz productiva y la dependencia hacia liderazgos mesiánicos que terminan siendo insustituibles. "Porque Dilma finalmente no es Lula, Maduro por cierto que no es Chávez y, digámoslo con franqueza, Cristina tampoco es Néstor Kirchner".

Pese a los problemas, al triunfo de Mauricio Macri en las últimas elecciones argentinas y a la posible victoria de Sebastián Piñera en Chile, no cree en el fin de ciclo de los llamados Gobiernos progresistas. Mira con atención, dice Ominami, lo que podría ocurrir en 2018 en Brasil con una eventual nueva candidatura de Lula y en México con Andrés Manuel López Obrador. Una victoria de ambos, piensa, daría vuelta el tablero nuevamente.

La encrucijada

Ominami piensa que una de las razones de "la descomposición" que llevó a la ruptura de la alianza entre el centro y la izquierda en Chile, que enfrentó la dictadura y tuvo cuatro Gobiernos en dos décadas, "fue la falta de renovación". El economista dice que en 2009 y 2010, con el triunfo de Piñera, era el momento para que el sector se repensara. Pero no se hizo ningún análisis profundo. "¿Por qué? Porque rápidamente se puso por delante la posibilidad de volver al poder en 2014 con Michelle Bachelet".

A pocos días de las elecciones chilenas, donde el centro y la izquierda están divididos en seis candidaturas —incluida la del hijo adoptivo de Ominami—, el economista está por llegar a acuerdos que permitan unir fuerzas y evitar el triunfo de Piñera en una segunda vuelta el 17 de diciembre. "Si el escenario sigue como hoy, vamos hacia una gran derrota. El centroizquierda chileno entrará en una noche larga donde no van a primar los grandes argumentos para la recomposición, sino los ajustes de cuentas y el reproche recíproco. Pero una alianza entre el centro y la izquierda en Chile es fundamental, porque si no, no sería posible una mayoría. Este proceso, sin embargo, podría tardar años", señala Ominami.

De acuerdo con el economista, un nuevo Gobierno de Piñera representaría un profundo retroceso social, por lo que aspira a la unión del progresismo: "La izquierda chilena ha estado siempre dividida: en el Gobierno de Salvador Allende, para enfrentar a Pinochet, en la transición y ahora. Los dramas de Chile tienen mucha relación con las divisiones de la izquierda".

Las diferencias políticas con su hijo adoptivo

Aunque Carlos Ominami reconoce que votará por su hijo adoptivo, Marco Enríquez-Ominami, en la primera vuelta de las elecciones presidenciales del 19 de noviembre, a diferencia de las dos ocasiones anteriores no forma parte de la orgánica de la campaña.

“Tengo tres discrepancias fundamentales. Marco, en primer término, hace una evaluación excesivamente injusta y crítica de la transición. Como fui parte de ese proceso, nadie me puede pedir que haga un harakiri. En segundo lugar, no comparto el argumento generacional. No hablo de Marco, pero hay jóvenes que son peores que los viejos. Y un tercer punto: él tiene un liderazgo muy inteligente y chispeante, pero una construcción política en torno a él muy frágil”, señala.

En 2009, Enríquez-Ominami obtuvo un 20% de respaldo, en 2013 alcanzó un 11% y ahora, en su tercer intento de llegar a La Moneda, las encuestas le dan un 4,6%, ubicándose en un cuarto lugar. En el sondeo del Centro de Estudios Públicos (CEP), Sebastián Piñera tiene un 44,4%; el senador oficialista Alejandro Guillier, un 19,7%; y la candidata de la coalición de izquierda Frente Amplio, Beatriz Sánchez, un 8,5%.

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