Bachelet defiende sus reformas a nueve meses de dejar el Gobierno
En su última cuenta pública, la presidente busca que la próxima Administración no deshaga sus transformaciones
A nueve meses de dejar el Gobierno, el próximo 11 de marzo de 2018, la presidenta chilena Michelle Bachelet defendió las reformas implementadas en su segunda Administración, como la tributaria, educacional y laboral. En su última cuenta pública ante la Nación, en el Congreso con sede en Valparaíso, a 120 kilómetros de Santiago, la médico socialista se mostró convencida de que lidera un proceso de transformaciones que Chile no podía esperar, pese a que su mandato ha estado marcado por el débil apoyo ciudadano. “Ningún país en el mundo había alcanzado tal nivel de desarrollo manteniendo niveles tan altos de desigualdad. Y eso no era sostenible”, indicó la jefa de Estado ante el Parlamento, en un discurso de unas dos horas que fue televisado por las principales cadenas.
Intentando dejar en claro que su Gobierno todavía no termina, aunque hace meses se le critica por su aparente ausencia, Bachelet señaló se continuará con el trabajo en los meses que quedan.
Entre sus principales anuncios están asuntos relativos a la educación, el área de mayor interés para esta Administración luego de las protestas estudiantiles de 2011. La presidenta chilena valoró que en su mandato unos 257.000 jóvenes hayan comenzado a estudiar gratuitamente en la educación superior y anunció que el beneficio llegará a un 60% de los estudiantes de menores recursos en 2018. En un discurso que estuvo teñido de mensajes hacia la derecha, que tiene importantes posibilidades de recuperar el poder de la mano del expresidente Sebastián Piñera, Bachelet señaló: “Quien quiera echar atrás esta política (...) le va a estar dando la espalda a las familias chilenas”, en referencia al candidato de la oposición que ha planteado revisar la política de la gratuidad.
Bachelet anunció que en el segundo semestre enviará al Parlamento un proyecto de ley sobre matrimonio igualitario, que seguirá avanzando en la discusión por una nueva Constitución que reemplace a la de Pinochet de 1980 y que en julio el Ejecutivo mandará al Congreso un proyecto de pensiones, una de las mayores demandas de los chilenos ante un sistema privado en crisis. Aunque reiteró su compromiso con la despenalización del aborto en tres circunstancias –peligro de vida de la madre, inviabilidad fetal y violación–, no se comprometió a darle urgencia en la discusión legislativa como esperaban las agrupaciones feministas.
Existían ciertas dudas respecto del tono que tendría su última cuenta pública, en un periodo político especialmente turbulento. La presidenta, que llegó en marzo de 2014 a La Moneda arropada por la Nueva Mayoría, que agrupa desde democristianos hasta comunistas, actualmente tiene una coalición quebrada que por primera vez en 30 años llegará dividida a una presidencial. El oficialismo llega con dos candidatos a la elección de noviembre: el senador independiente Alejandro Guillier, segundo en las encuestas luego de Piñera, y la senadora democristiana Carolina Goic. Con un Parlamento donde tiene mayoría, pero donde el centroizquierda muestra su división diariamente, algunos sectores pensaban que Bachelet podría haber acotado sus expectativas legislativas.
La presidenta chilena, sin embargo, parece convencida de que tiene la responsabilidad histórica de dejar instaladas las bases de un país con menos inequidades, aunque no tenga el respaldo de un conglomerado unido, los próximos meses estén marcados por las campañas presidenciales y parlamentarias con miras a las elecciones del 19 de noviembre y sus reformas sean impopulares. “Era hora de ir de las palabras a la acción, aun sabiendo que cuatro años de Gobierno no bastan para revertir males históricos. Sabiendo que podíamos instalar nuevas bases para el desarrollo. Bases más equitativas, sostenibles, estratégicas, solidarias y humanas”, indicó Bachelet, a la misma hora que por las calles de Valparaíso comenzaba la tradicional marcha de estudiantes y sindicatos en reclamo por derechos sociales.
En el discurso de Bachelet no ha habido autocrítica, pese a que la implementación de sus reformas han sido criticadas no solo por la derecha, sino por sectores del oficialismo y de la izquierda que no pertenece a la Nueva Mayoría. Actualmente son muy pocos los que defienden la forma en que se pudieron en marcha. La presidenta esbozó los problemas que ha enfrentado: “No ha sido fácil, no ha sido perfecto. Hemos experimentado las dificultades propias de un cambio de gran magnitud”. La socialista, sin embargo, se mostró segura del camino de su Gobierno, aunque desde diferentes sectores se le pidió rectificar en diferentes momentos del mandato. “Podemos sentirnos satisfechos y orgullosos de lo que hemos hecho, yo lo estoy”, indicó la gobernante.
Aunque no ha asumido un papel protagónico en la conducción de su coalición y existan altas posibilidades de que deje el Gobierno a la derecha, Bachelet ha hecho un llamado a la unidad y lealtad de su sector para que las reformas emprendidas no se reviertan. “Lo que ha dado gobernabilidad al progreso es nuestra unidad y es lo que debe asegurar la consolidación de nuestras reformas y los avances en el futuro. Hemos puesto en marcha una historia y somos responsables ante el país de llevarla a cabo”, señaló la mandataria, que de acuerdo a la encuesta Adimark dada a conocer este jueves tiene un 31% de aprobación, la mejor cifra en dos años.
“Había algunos vestigios del modelo neoliberal con los que hemos ido terminando”
La presidenta Bachelet, a horas de entregar su última cuenta pública a La Nación, aseguró que las reformas emprendidas por su Gobierno han atacado el modelo chileno implementado por la dictadura de Augusto Pinochet, que impuso las leyes de mercado sin restricciones: “Había algunos vestigios del modelo neoliberal con los que hemos ido terminando a través de las reformas. La educación era tal vez el más potente”, señaló la mandataria socialista en entrevista con la agencia EFE.
La Jefa de Estado también se refirió al complicado panorama internacional y los bajos niveles de consumo y de inversión que han llevado a la economía chilena a un crecimiento promedio del 1,9 % en los últimos tres años. Según la mandataria, esto se debe a su fuerte dependencia del precio del cobre, el principal producto de exportación: “La situación va a ir mejorando a lo largo del año. La minería está volviendo a ritmos de inversión históricos y hay otras áreas que están mostrándose muy activas”.
La socialista señaló que no ha pensado qué hará una vez que deje la presidencia en marzo de 2018, pero tiene claro que no se dedicará a la política activa en Chile. Dejando abierta la puerta a una carrera internacional –entre su primer y segundo periodo presidencial lideró ONU Mujeres–, bromeó sobre el papel que le tocará cumplir. “Creo que me quedaré en la retaguardia, por si en algún momento me llaman a un consejo de ancianos en el que pueda ayudar”, dijo Bachelet.
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