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¿Necesitamos más o mejores carreteras y aeropuertos?

Latinoamérica invierte casi 3% de su PIB al año en la construcción de grandes obras. Los expertos, sin embargo, valoran más la calidad que la cantidad

Ruta nacional 150 en la provincia de San Juan, Argentina. M.J. González Rivas/ Banco Mundial
Ruta nacional 150 en la provincia de San Juan, Argentina. M.J. González Rivas/ Banco Mundial M.J. González Rivas (Banco Mundial)
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Cuando salimos de viaje, ya sea por aire, mar o tierra, esperamos que la travesía sea lo más placentera y sin inconvenientes posible. Al viajar desde un aeropuerto, puerto o por una carretera, los pasajeros esperan un servicio de calidad desde la salida hasta el regreso.

Pero en el caso de América Latina, esta expectativa se trunca y en muchos casos se convierte en un verdadero dolor de cabeza. La región no se ha destacado por la calidad de su infraestructura, y eso se comprueba en las cifras: Invierte menos del 3% de su PIB anual en la construcción de grandes obras, y se coloca solo por detrás de África en este aspecto y muy lejos de Asia Oriental y Pacífico, que destina un 7,7 por ciento de su PIB anual.

“La región de América Latina y el Caribe no tiene la infraestructura que necesita o merece según su nivel de ingreso”. Así comienza el estudio del Banco Mundial titulado: Repensar la infraestructura en América Latina y el Caribe – Mejorar el gasto para lograr más (i), donde se hace un análisis sobre el desarrollo de este sector y cuáles son los desafíos para lograr un mayor crecimiento económico, no solo a través de más sino de mejor infraestructura.

No toda la región, obviamente, se puede medir igual. Hay países como Bolivia, Costa Rica, Honduras, Nicaragua, Panamá y Perú que invierten más del 4% de su PIB al año en obras de infraestructura. Y también hay áreas donde se tiene un buen desempeño, como es electricidad y agua.

Pero los retos están en el sector de transporte y saneamiento, servicios donde existe una gran brecha que lastra el impulso al crecimiento en muchos países de la región.

Este fue el tema central de un panel de expertos durante un evento realizado durante las Reuniones de Primavera del Banco Mundial en Washington la semana pasada. Ministros y funcionarios de Argentina, Chile, México, Colombia y Brasil discutieron los avances y lecciones aprendidas, así como lo que se necesita para cerrar la brecha de servicios con el respaldo de más y mejor infraestructuras.

Todos coincidieron en que si bien la región requiere de más infraestructura, en especial de transporte que reduzca los costos logísticos y promueva la integración comercial, es muy necesario que esas obras sean de primer nivel. El mensaje de los participantes se puede resumir en: Se está empezando a pensar no en cantidad sino en la calidad de la infraestructura.

En tanto, coincidieron en señalar que el desafío es qué tipo de infraestructura, para qué y para quién, y sobre todo quien va a financiar.

Hasta ahora han sido los gobiernos los que han puesto más dinero en obras de infraestructura. Pero en los últimos años, a través de las Asociaciones Público-Privadas, se han venido realizando grandes obras con una participación más activa del sector privado. Sin embargo, no es suficiente. Según el informe, tomando datos del Banco Mundial sobre participación privada en infraestructura (PPI), las inversiones varían del 0,5% al 1,2% del PIB al año desde 2006.

“Si bien la PPI puede ayudar a mejorar el desempeño, este no moviliza un volumen suficiente de capital privado y debería ser visto más bien como un complemento en lugar de un sustituto de la inversión pública. Por lo que es poco probable que ALC logre que las inversiones en infraestructura crezcan muy por encima de 1,5-2,5% del PIB dependiendo únicamente del gasto público y la PPI. Por lo tanto, gastar de forma más eficiente y en las cosas apropiadas no es solo la mejor manera de reducir sustancialmente la brecha en inversión: para muchos países será la única manera”, destaca el informe.

Pero más y mejor infraestructura no significan solamente que América Latina pueda ser más competitiva. Además de ser un impulso económico, es una gran ayuda política y social. Es parte esencial del desarrollo en la medida en que es un factor de integración entre zonas rurales y urbanas, conecta a la gente y da acceso a la educación y a la salud.

¿El mensaje central de los expertos? Sí, la infraestructura genera crecimiento pero también conecta y acerca a los latinoamericanos.

María José González Rivas es editora online del Banco Mundial

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