El dictador Noriega en estado crítico
La familia del militar panameño, de 83 años, explicó que sufrió una hemorragia tras una operación. Otras voces sugieren que exagera su enfermedad para lograr su excarcelación
El dictador Manuel Antonio Noriega, de 83 años, permanece en cuidados intensivos en "estado crítico" tras ser sometido este martes a una segunda operación en menos de ochos horas y después de una hemorragia cerebral, informaron su abogado y sus hijas.
"Ya salió de la segunda operación (...) las próximas horas son decisivas", dijo su abogado Ezra Ángel, quien precisó que la hemorragia cerebral fue "controlada" y que el exdictador permanece en la sala de cuidados intensivos del estatal hospital Santo Tomás, en Ciudad de Panamá.
Agregó que al menos "va a tomar un par de días" la recuperación del que fuera el "hombre fuerte" de Panamá entre 1983 y 1989, quien está "sedado" y es vigilado de forma constante tras haber sido sometido este martes a una segunda operación a "cráneo abierto".
Noriega, condenado a 60 años de prisión, fue excarcelado temporalmente a finales de enero con el fin de que se preparara en casa de una de sus hijas para la intervención quirúrgica, que se había programado inicialmente para el 15 de febrero.
Los médicos particulares de cara de piña, como es conocido, revelaron el tumor cerebral meses después de que fuera repatriado por Francia en diciembre de 2011 y llevado inmediatamente a una cárcel para que cumpliese una condena por el crimen de un opositor.
Los médicos aseguran que esa masa en el cerebro creció inesperadamente en los últimos días y que ponía en peligro la vida del exgeneral, que sufrió otras afecciones vasculares anteriormente y se desplaza en silla de ruedas.
Rubén Darío, un exgeneral de la guardia nacional, que en otro tiempo fue el comandante de Noriega y que ahora es su crítico, dijo a la agencia AFP que la salud de Noriega se estaba deteriorando pero que la "realidad había sido inflada" para conseguir su excarcelación.
Noriega controló con mano dura el país entre 1983 y hasta su expulsión por la invasión de Estados Unidos el 20 de diciembre de 1989.
Las relaciones entre Noriega y Estados Unidos se deterioraron al desafiar al entonces presidente estadounidense Ronald Reagan para que dejara el poder acusado de narcotráfico y lavado de dinero a partir de su inclinación hacia la URSS en plena Guerra Fría.
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