Ecuador examina el desgaste de la gestión de Rafael Correa
El país acude a las urnas el domingo para elegir nuevo presidente y renovar su Asamblea
Los ecuatorianos examinan el domingo la gestión del presidente que ha gobernado el país en los últimos diez años, Rafael Correa. Por primera vez desde 2006, es posible que la elección de su sucesor no se resuelva en primera vuelta. La mayoría de las encuestas dan como favorito al delfín del actual mandatario y exvicepresidente, Lenin Moreno, con más del 30% de los votos. Pero, salvo sorpresas en la recta final de la campaña, es improbable que logre imponerse a sus competidores: el empresario Guillermo Lasso, candidato del Movimiento CREO, y Cynthia Viteri, líder del Partido Social Cristiano.
El legado de la llamada “revolución ciudadana” impulsada por Correa y su formación, Movimiento Alianza País, se tambalea. Lo hace, según los analistas, por distintas razones: la preocupación por la economía, que ha experimentado un estancamiento en los últimos dos años, el incremento del empleo de baja calidad —aunque el paro apenas supera el 5%, el año pasado casi el 20% de los trabajadores cobraron menos de 350 euros mensuales— y por las circunstancias mismas de estas elecciones presidenciales y legislativas.
La figura de Lenin Moreno, que anoche cerró campaña en Quito, no tiene el empuje que aún le proporciona a Correa altos niveles de popularidad por una suerte de gratitud ante la gestión y las inversiones —por ejemplo, en infraestructuras— de sus primeros mandatos. Y el candidato oficialista ha hecho complicados equilibrios entre esa herencia y el intento de construir un perfil propio, dejando en un segundo plano la retórica de la revolución, de la soberanía y del buen vivir. Además, el presidente saliente se ha dejado ver poco con su antiguo vicepresidente.
La sensación es la de estar ante un fin de ciclo, describe Franklin Ramírez, profesor de Estudios Políticos de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. Apunta este investigador que el voto más fiel de Alianza País está por encima del 30%, un respaldo elevado pero insuficiente para resolver las elecciones en primera vuelta. No obstante, en su opinión, “la opción de Lasso no termina de cuajar” y de alguna manera las presidenciales del domingo “son unas primarias de la derecha”. En definitiva, “ese rebaño dócil”, señala al tomar prestada una expresión de los opositores a Correa, “no es tan dócil”.
El desgaste del Gobierno de Correa es, además, transversal. Es decir, no se registra solo en las clases medias y en las llamadas élites, sino también en sectores populares de la población. Y, pase lo que pase el domingo, Ecuador encara una nueva etapa en la que, previsiblemente, el próximo mandatario deberá inaugurar un nuevo tipo de relación con la oposición y avenirse al diálogo con sus adversarios para gobernar.
El efecto del voto oculto
El porcentaje de indecisos en estos comicios ronda el 20% y se calcula que llegará a su histórico del 10% el día de las votaciones. Blasco Peñaherrera, gerente de la encuestadora Market, predice que la mayoría de los indecisos repartirá sus votos entre los candidatos de la oposición, que incluso podrían alcanzar un "empate técnico" entre ambos, y que el voto oculto, que no han podido descifrar, también beneficiará a la oposición. “Asistimos a unas elecciones muy complejas, en las que vamos a elegir después de 10 años de un presidente muy fuerte, con alta aprobación en buena parte de su periodo, pero también implacable contra los críticos. Existe, sin duda, un voto oculto, pero irá en detrimento de los candidatos oficialistas”, concluye.
Lasso y Viteri
Los principales candidatos de la oposición son muy similares: provienen de sectores conservadores de Guayaquil y han buscado a sus compañeros de fórmula en Quito para hacerse con el voto en la capital del país. Ambos candidatos usan la palabra “cambio” en sus lemas de campaña y buscan captar el voto del anticorreísmo con propuestas como reducir impuestos, derogar leyes impopulares como la Ley de Comunicación, y reformar la Constitución de 2008, que según sus detractores ha favorecido al hiperpresidencialismo.
Lasso, conocido por su trayectoria en la banca, se presenta por segunda vez a una elección presidencial (en 2013 fue el principal contrincante de Correa y obtuvo el 22,7% de los votos) y su oferta central de campaña es que el sector privado genere un millón de empleos para los ecuatorianos. Viteri, conocida por su trabajo como asambleísta desde finales de los años noventa, también busca la presidencia de Ecuador por segunda vez (la primera fue en 2006, donde también enfrentó a Correa y obtuvo el 9,6% de los votos).
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