El ministro clave al que avalan los mercados
Henrique Meirelles regresa al Ejecutivo al frente de Economía tras controlar la inflación con Lula
Henrique Meirelles, (Anápolis, Brasil, 1945), el nuevo ministro de Economía de Brasil, fue el primer nombre elegido por el presidente interino brasileño, Michel Temer, para su equipo. Y eso sucedió cuando el proceso de impeachment contra la presidenta Dilma Rousseff pasó por la Cámara de los Diputados, el 17 de abril. Faltaba el Senado. Pero Temer y Meirelles sabían que no había tiempo que perder. Desde entonces, se reúnen para discutir qué hacer.
Curiosamente, Meirelles, formado en ingeniería, casi fue vice-presidente de Rousseff en 2011. Ese era el deseo del expresidente Lula da Silva, que lo tuvo como jefe del Banco Central en sus dos Gobiernos (de 2003 a 2010). Pero Rousseff lo rechazó. Prefirió a Guido Mantega, hoy señalado como responsable de una política económica demasiado pródiga en gasto que Meirelles, segúnlos especialistas, tiene que desarmar.
En su segundo Gobierno, Rousseff especuló con su nombre dos veces, cuando veía que la economía se hundía. Pero tardó en decidirse, y ahora le toca a Temer rescatarlo. Meirelles trabajaba desde 2012 en el Grupo JBS, y dirigía el banco Original, del mismo grupo. El nuevo ministro de Economía es un hombre algo monótono, que tropieza al hablar con palabras como “solvencia” o “reformas microeconómicas”. Pero el mundo económico le tira flores siempre que puede. Confía en sus dictámenes y eso vale su peso en oro cuando se trata de dinero. Escoge bien lo que tiene que decir porque no le gusta crear expectativas falsas. “Deben tener en cuenta que hoy es el primer día de este Gobierno”, respondió ayer a los ávidos periodistas cuando le preguntaron sobre su diagnóstico de la situación.
Su comprensión sobre cómo funciona el mercado financiero fue moldeada en su paso por el antiguo BankBoston, donde trabajó una treintena de años. Fue su primer empleo en el sector privado, llegando a ser presidente internacional del grupo.
Austeridad
Al llegar a los 58 años, sin embargo, Meirelles se vio sin aspiraciones que colmar. Ya había cumplido todas las etapas de un profesional exitoso. Así que comenzó a aspirar a otros escenarios: decidió recordar un antiguo sueño, el de tornarse político. Concurrió a las elecciones de diputado federal por su Estado de Goiás en 2002, y salió elegido. Pero su destino se iba a cruzar con el del expresidente Lula, que ese mismo año fue elegido presidente. Y le propuso ser el presidente del Banco Central. Aceptó. El dúo funcionó bien. Meirelles ayudó a poner orden en la casa justo cuando Lula estaba empeñado en convencer al mercado financiero de que no haría locuras con la economía de Brasil. Meirelles fue su aval para el mundo del capital. Logró controlar la inflación, que en 2003 era del 12,53%. Al salir, era del 5,9%.
Con Temer, vuelve como aval en un momento de incertidumbre del país. Pero el nuevo presidente no es popular, y la política de austeridad que Meirelles, según todos los indicios, tendrá que aplicar tampoco será bienvenida por los brasileños. Otros tiempos, y otro Meirelles, ahora con 70 años. “Tengo prisa”, avisó ayer. “Por eso voy despacio”. Una manera de decir que no va a dar pasos en falso.
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