“Ahora tenemos un enemigo común”
En un ambiente festivo, los manifestantes coinciden en que lo más importante es la unidad
El monumento que la Ciudad de Buenos Aires le dedicó al trabajador ya no tiene placa de bronce, alguien se la ha robado. Algo similar ocurre con el movimiento obrero en Argentina: no tiene una sola referencia directa. Es por ello que todos han coincidido en calificar como “histórica” la marcha que convocó a 4 de las 5 centrales obreras que existen en el país. Así, miles de personas de diversos colores colapsaron la ciudad y muchos confían en que todo este proceso derive en un gran paro nacional, que depende de si el presidente veta o no una ley anti despidos.
Los globos gigantes que se suspenden en el aire dan sombra a los hombres y mujeres que más abajo esperan el acto con una combinación fuerte: cerveza, vino y fernet con gaseosa, todo servido en botellas de plástico cortadas. Camioneros, metalúrgicos, aceiteros, médicos, judiciales y constructores se amontonan en extensas columnas que paralizaron la actividad en todo el centro de Buenos Aires.
Una hilera de vallas de metal divide ideologías y modos de vida contrapuestos. De un lado, la Confederación General del Trabajo (CGT), en sus 2 versiones, la liderada por el kirchnerista Antonio Caló y la otra, encabezada por el multifacético Hugo Moyano, quien supo apoyar a Néstor Kirchner y hasta hace muy poco, también al presidente Mauricio Macri. Hoy, aparece como principal promotor de un paro que pone en juego la paz social que tanto necesita el gobierno.
Del otro, la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), también bifurcada entre la ‘Auténtica’, que encabeza Pablo Micheli y la ‘de los trabajadores’, liderada por Hugo Yasky, que también supo mostrar simpatías con el kirchnerismo. Son los mismos que en las últimas semanas se vienen movilizando en contra de los despidos en el propio Estado.
Juan Nicora tiene 35 años y trabaja como recolector de residuos, o sea, pertenece a la CGT. “Esto nos genera mucha expectativa por el festejo del 1° de mayo, que es un día para nosotros los trabajadores. Por eso, más allá de los discursos se vive como una fiesta. Mi trabajo no cambió, yo sigo peleándola todos los días, empecé a trabajar a los 15 años y lo seguí haciendo sea cual sea el gobierno que esté. El problema que sí tengo ahora es que cada vez tengo que poner más plata para comprar mis cosas”.
Liliana no cree que se trate de una fiesta. “Los dirigentes gremiales cometieron el error de no apoyar al gobierno anterior. Porque la corrupción la tenes en todos lados, también en el gobierno actual, pero eso no aparece en ningún medio y la justicia es cómplice”.
A primera vista existen varias diferencias entre unos y otros. La CGT muestra conductas más dogmáticas, las columnas son integradas por hombres en su mayoría y las imágenes que se ven en banderas y camisetas son de Juan Perón y Evita. Se trata de una central de sindicatos a diferencia de la CTA, que es una central de trabajadores. Estos últimos tienen muchas más mujeres entre sus filas, incluso, muchas veces son las que inician los cantitos o arengan a sus compañeros hombres. Son muchos los que también admiran a Evita y Perón, pero su galería de íconos es más amplia: los militantes asesinados en 2002, Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, el también fallecido Germán Abdala (uno de los pocos militantes que integró la CGT y ATE, un brazo de la CTA) y Ernesto “Che” Guevara.
De ese lado está Eduardo Smith, un docente universitario de 60 años que asistió sin las pecheras que distinguen a los sindicatos. “Hoy nos interesa la unidad sin distinciones en torno a lo que tenemos en común. Está muy clara la tendencia del gobierno para favorecer a los sectores de gran capital adquisitivo. Es por ello que esta protesta puede considerarse como un hecho histórico”.
Aldana también marcha con CTA. La joven trabaja como guía de museo y tampoco cree que haya diferencias entre trabajadores de una u otra central gremial. “Una cosa son los trabajadores y otra cosa la cúpula sindical, que muchas veces responde a sus propios intereses particulares. El problema es que hoy hay un enemigo en común que es Macri y cuando la patria está en peligro, todo está permitido para defenderla”.
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