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Cuatro años de atención terapéutica a un menor que asesinó a su primo

El asesinato de un niño de 6 años a manos de sus primos y amigos ocurrido en mayo de 2015 conmocionó a los mexicanos

Funeral del niño asesinado en Chihuahua.
Funeral del niño asesinado en Chihuahua.AFP

Un menor de edad que participó en el homicidio de su primo de 6 años fue condenado a cuatro años de atención terapéutica, psiquiátrica y psicológica. El asesinato de Christopher ocurrido en Chihuahua hace casi un año conmocionó a los mexicanos. El 14 de mayo de 2015, tres primos y dos amigos -de 12 a 15 años de edad- invitaron al niño a jugar al secuestro. El Negrito, como lo apodaban, terminó muerto tras una larga tortura. Sus amigos lo amordazaron, lo acuchillaron y lo enterraron en un hoyo.

El adolescente de 15 años sentenciado este jueves por un juzgado especial es el quinto condenado por la muerte de Christopher y no pisará la cárcel. Su pena consistirá en un tratamiento terapéutico en un centro de salud mental debido a que no cumple la mayoría de edad y padece un retraso mental. A través de estudios psicológicos se concluyó que es inimputable y tiene la edad intelectual de un niño de entre 5 y 8 años. El pasado 18 de febrero otro de los adolescentes de 15 años que participó en el homicidio fue condenado a nueve años de prisión que deberá cumplir en un centro para adolescentes. Es el único de los cinco amigos que ha recibido la pena máxima que puede dictar un tribunal de menores.

El resto de los niños que mataron a El negrito fueron considerados inimputables porque son menores de 15 años. Las dos niñas y el tercer menor pasarán tres años en un albergue y otros dos en libertad asistida, es decir, serán vigilados por las autoridades. El abogado de la familia de Christopher ha apelado las cuatro sentencias dictadas y anunció que también rebatirá esta quinta porque consideran que las penas no corresponden al delito que cometieron los adolescentes, según informa la revista Proceso.

Uno de los menores confesó: "Ese día en el arroyo jugábamos a ser sicarios cuando a Irving se le vino a la mente secuestrar a El negrito…"

Christopher vivía en la colonia Laderas San Guillermo, muy cerca de la prisión de Chihuahua, un Estado del Norte de México que fue uno de los más afectados en los peores años de la guerra contra el narco. El día que ocurrió el homicidio, El Negrito caminaba por las calles de su colonia y se encontró con Valeria que llevaba arrastrando a un perro moribundo que jalaba de una cadena. La niña le pidió que la acompañara a un barranco a tirar al animal. En el camino encontraron a los hermanos de la niña y al resto de los amigos, según dio a conocer el diario El Universal, quien tuvo acceso al expediente judicial.

Cuando llegaron al terreno baldío, atrás de la prisión estatal, mataron al perro y le pusieron la cadena que llevaba Christopher y empezaron a arrastrarlo. “Ese día en el arroyo jugábamos a ser sicarios cuando a Irving se le vino a la mente secuestrar a El negrito… le tapamos la cara con el hule de un paraguas que estaba en el arroyo. Irving le dijo que callara, como no se callaba le puso un plástico en la boca y un palo en el cuello…”, así relata una de los niños los últimos minutos tortuosos a los que sometieron a su amigo.

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Después de enterrar al niño todos se fueron a sus casas a bañar. La cadena y el cuchillo con el que lo apuñalaron a su vecino los lavaron porque aún tenían sangre. Según el relato del menor pensaban irse a Guachochi (un poblado de la sierra madre occidental) porque ahí vivía un tío de ellos que trabajaba para el narcotraficante El Chapo Guzmán y les ayudaría a ser sicarios. Sin embargo esa noche la mamá de El Negrito fue a la casa de uno de ellos a buscar a su hijo. Para que nadie sospechara de ellos, todos se sumaron a la búsqueda de su amigo. Esa misma madruga los remordimientos orillaron a uno de los menores a confesar lo que habían hecho. Luego reveló dónde estaba el cuerpo.

La madre del niño ha exigido que se castigue a los responsables del asesinato de su hijo con medidas más severas porque actuaron con saña. “Después de lo que ocurrió le juré que no voy a parar hasta que se haga justicia”, ha declarado a medios locales de Chihuahua. La autopsia de Christopher reveló que murió por asfixia, estrangulación y por objetos contundentes. En el costado derecho de su cuerpo tenía 22 puñaladas y adentro de la bolsa derecha de su pantalón llevaba un carrito azul con el que solía jugar.

En México cada año 4.500 menores de edad son privados de su libertad. Un diagnóstico difundido hace unos meses por Unicef y las autoridades mexicanas, revela que la política de reinserción social para los adolescentes está fallando en el país. La situación es calificada como preocupante porque lo que se halla en juego es la posibilidad de dotar a los jóvenes de herramientas que les permitan reincorporarse de manera sana y productiva a la sociedad. De no lograrse, se arraigarán a una carrera delictiva.

 

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