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El chavismo intenta liquidar la reputación del opositor asesinado

Los altos cargos del Gobierno se han pronunciado para rechazar que la oposición presente la muerte de Luis Manuel Díaz como un homicidio político, e insisten en la tesis del hampa común

El presidente Maduro en un acto este jueves.
El presidente Maduro en un acto este jueves.prisa

La campaña electoral venezolana se ha convertido en un contrapunteo de versiones sobre el asesinato del dirigente opositor Luis Manuel Díaz, ocurrido la tarde del miércoles en un acto político celebrado en una pequeña ciudad de los llanos centrales. El gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela y la Mesa de la Unidad Democrática, las dos fuerzas mayoritarias que se enfrentarán dentro de poco más de una semana en los comicios parlamentarios, se acusan mutuamente de fomentar el caos y el desorden contratando delincuentes para intimidar a sus adversarios.

El jueves el chavismo pasó a la ofensiva para tratar de liquidar la reputación de Díaz, a quien asocian con la violenta dirigencia sindical surgida paradójicamente al amparo de la llamada revolución bolivariana. Fue una respuesta a la extendida condena que ha recibido la violencia política surgida en quince días de campaña electoral. La primera advertencia correspondió al presidente Nicolás Maduro. En medio de un acto con campesinos y pescadores el jefe del Estado hizo una digresión para revelar que las primeras investigaciones sugerían que la muerte de Díaz era la consecuencia de un ajuste de cuentas entre grupos rivales.

Un poco más tarde el jefe del comando de campaña Bolívar-Chávez, Jorge Rodríguez, amplió esa versión y dijo que Díaz, secretario general municipal del partido Acción Democrática, era parte de la banda “Los Plateados”, y que su muerte significaba la desaparición de la supuesta organización criminal. Y después el gobernador del estado Guárico, el oficialista Ramón Rodríguez Chacín, ha dado detalles sobre las supuestas andanzas de Díaz. Lo llamó por su apodo, alias “La Crema”, mencionó su estadía en una peligrosa cárcel estatal, la Penitenciaría General de Venezuela, y su relación con un alcalde opositor perteneciente a Voluntad Popular, el partido político que lidera desde la cárcel Leopoldo López.

Las tres intervenciones sugieren que el Gobierno intenta atajar la idea que lo relaciona con la promoción de la violencia política a través de los llamados colectivos, las organizaciones de base chavista que, tras la fachada de trabajo social en los sectores pobres, también actúan como grupos de choque en vísperas de elecciones o protestas opositoras. Es una idea más o menos extendida entre la comunidad internacional y la opinión pública local, que el chavismo intenta matizar recordando las supuestas relaciones entre los líderes de la oposición y algunos criminales convictos y confesos por homicidio.

Washington ha tomado nota de lo ocurrido y le ha pedido a Caracas que proteja a todos los candidatos y garantice sus derechos políticos. La canciller Delcy Rodríguez ha criticado esta declaración por “injerencista, insolente y falsa”.

A través de las redes sociales el Gobierno ha comenzado a difundir el nombre del presunto asesino de Díaz, llamado Oscar Noguera Hernández, junto a fotografías de los supuestos autores intelectuales. Rodríguez ha prometido demandar al secretario general de AD, Henry Ramos Allup, por acusar al partido socialista del homicidio. Mientras esto ocurre continúan los percances sufridos por los candidatos de la oposición. La MUD asegura que hasta este viernes sus aspirantes han sido atacados en ocho ocasiones. Aún restan nueve días para las votaciones y la temperatura sigue incrementándose.

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