EE UU pierde más de 24.000 millones de dólares en 16 días de crisis

La consecuencia inmediata del cierre del Gobierno supondrá un recorte de 0,6 puntos porcentuales del PIB del cuarto trimestre

Una guía turística conduce a un grupo de visitantes por el interior del Capitolio, Washington, 17 de octubre de 2013.WIN MCNAMEE (AFP)

La popular cámara del Zoo de Washington, ese Gran Hermano que muestra al mundo todos los movimientos de la panda Mei Xiang y su cachorro de dos meses, volvió a encender su piloto rojo cuando el reloj estaba a punto de marcar las diez de la mañana de este jueves. Las barreras que impedían el acceso a los monumentos y parques nacionales eran retiradas por funcionarios que intentaban volver a la rutina. Los convoys del metro de la capital de EE UU llevaban ya ocho vagones en lugar de los seis de las semanas pasadas a consecuenc...

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La popular cámara del Zoo de Washington, ese Gran Hermano que muestra al mundo todos los movimientos de la panda Mei Xiang y su cachorro de dos meses, volvió a encender su piloto rojo cuando el reloj estaba a punto de marcar las diez de la mañana de este jueves. Las barreras que impedían el acceso a los monumentos y parques nacionales eran retiradas por funcionarios que intentaban volver a la rutina. Los convoys del metro de la capital de EE UU llevaban ya ocho vagones en lugar de los seis de las semanas pasadas a consecuencia de la falta de pasajeros. Los correos electrónicos de los empleados federales dejaban de llevar en el asunto ‘fuera de la oficina’. El cartel de abierto volvía colgarse de los despachos de la Administracion. Estados Unidos estaba de nuevo en marcha y abierto al negocio.

El parón administrativo de 16 días sufrido por la primera economía del mundo ha tenido un coste, no solo de desgaste político y de sumatorio al ya hartazgo general que sufre el ciudadano respecto al poder de Washington. Este coste se establece en moneda corriente y asciende a más de 24.000 millones de dólares, según la agencia financiera de valoraciones Standard & Poor´s. La consecuencia inmediata del cierre del Gobierno (el famoso shutdown) supondrá un recorte de 0,6 puntos porcentuales en la previsión del PIB del cuarto trimestre de este año, según prevé la agencia antes citada. Standard & Poor ´s rebaja su estimación de crecimento del Producto Interior Bruto de un 3% a cerca de un 2%. Otras agencias son más optimistas y ese 0,6% se rebaja a un 0,3.

Pero los primeros síntomas de alivio de vuelta a la normalidad (turistas gastando sus dólares en un recuerdo de la Casa Blanca; paga semanal en el banco; incluso congresistas embarcando en vuelos rumbo a sus hogares hasta el martes que viene tras haber desbloqueado la crisis) pueden ser solo un respiro temporal ya que los ciudadanos, los consumidores y los inversores pueden temer que el guión se repita en unas semanas o meses, por lo que decidirán guardar sus chequeras ante el temor a una nueva crisis. Para Standard & Poor´s, que Washington no haya sido capaz de llegar a un acuerdo de largo plazo es sin duda una mala noticia que no tendrá mejores consecuencias.

El daño causado por la política de gobernar a golpe de crisis a la que parece haberse acsotumbrado el Capitolio va más allá de los cerca de un millón de empleados que en un primer momento se vieron forzados a permanecer en sus hogares y los museos y monumentos cerrados de Washington. El cierre de la Administración llega después de que la Reserva Federal informara de un modesto crecimiento de la economía del país en septiembre y provoca una caida en la confianza del consumidor similar a la sufrida tras el colapso de Lehman Brothers en 2008.

Si los turistas mostraban este jueves de nuevo su sonrisa en Washington al poder acceder a monumentos y museos, los pequeños comerciantes no lograban sacudirse la frustración y el enojo de haber tenido que funcionar a medio gas durantes más de dos semanas, con la consecuente pérdida económica. Gina Burns asegura que estuvo a punto de suspender su visita a la capital desde su natal Kansas hasta que comprobó que el dinero que no recuperaría en billetes y reservas de hotel era mayor que su deseo de tener una foto a los pies del monumento de Lincoln. Ahora está satisfecha con la decisión tomada. Lee, la coreana que desde hace casi 20 años vende sandwiches en las cercanias de la Casa Blanca, se queja de toda la comida que se ha echado a perder y los clientes que no han entrado en su modesto local. “Esto no es bueno, no es bueno. No puede ser bueno”, asegura Lee en un pésimo inglés a pesar de llevar muchos años en el país. Lo mismo que dice Standard & Poor´s pero con otras –limitadas- palabras.

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