Las chicas ya no quieren ser princesas, quieren ser monjas
El último disco de Rosalía es una muestra de una tendencia global que hace que algunas mujeres se planteen ser monjas o, al menos, buscar la libertad lejos de una sociedad opresiva
Al habla la madre superiora, Rosalía para las amigas. Dice así: “Yo tengo como un deseo dentro de mí que yo sé que este mundo no puede satisfacerlo”, luego también: “Me he pasado toda la vida con esta sensación de vacío (…) ¿Será que este espacio, quizá, es el espacio de Dios?”. Y después: “Admiro mucho a las monjas, son increíbles, son como ciudadanas celestiales”. Lo decía ...
Al habla la madre superiora, Rosalía para las amigas. Dice así: “Yo tengo como un deseo dentro de mí que yo sé que este mundo no puede satisfacerlo”, luego también: “Me he pasado toda la vida con esta sensación de vacío (…) ¿Será que este espacio, quizá, es el espacio de Dios?”. Y después: “Admiro mucho a las monjas, son increíbles, son como ciudadanas celestiales”. Lo decía en su entrevista para el podcast Radio Noia, presentado por Mar Vallverdú, las dos tumbadas en la cama, en pijama. Después vendría su revelación mariana en Callao y el desvelamiento de la portada de su último disco vestida de monja, con su blanca toca y los brazos prisioneros dentro del hábito. El resto es puro arrebato. Porque Rosalía no es la única: las chicas del siglo XXI quieren ser monjas.
Ser monjas o como mínimo encontrar la libertad lejos de esta opresiva sociedad, como tantas místicas hicieron antes: una vida llena de sentido y sin pagar alquiler. El discernimiento será de cada una, pero la tendencia es global como ya anticiparon Ana Garriga y Carmen Urbita, las creadoras del podcast Las hijas de Felipe, al convertirse en el fenómeno editorial de la Feria de Fráncfort de 2023 con un proyecto editorial titulado Sabiduría de convento: cómo las monjas del siglo XVI pueden salvar tu vida del siglo XXI. Recibieron en un día más de 25 ofertas, además de una subasta entre varias editoriales en Estados Unidos. El resultante, Convent Wisdom, se acaba de publicar en Estados Unidos y llega pronto a España de la mano de Blackie Books.
Rosalía eleva su revelación hasta el mismísimo cielo, pero ahí tenemos también Los domingos, la película de Alauda Ruiz de Azúa (Concha de Oro en el festival de San Sebastián) sobre el discernimiento de una chica que quiere ser monja, o la última novela de Aixa de la Cruz, Todo empieza con la sangre (Alfaguara), que recorre el camino de una joven laica desde el descontento hasta el convento. Aixa pone sobre la mesa preguntas religiosas, pero también civiles. ¿Por qué las chicas quieren recluirse? ¿Es el celibato voluntario una forma saludable de dejar de padecer el sufrimiento al que el modelo de amor romántico condena a muchas mujeres? ¿Qué ofrece el convento a las chicas del siglo XXI? Antes ser monja significaba estar fuera de la sociedad, una monja del siglo XVI estaba excluida de la vida pública; en cambio, la monja del siglo XXI, léase Rosalía, es una monja que quiere comunicar una narrativa nueva.
Creo que Rosalía se llevaría bien con Violeta, la protagonista de Todo empieza con la sangre, que busca llenar un vacío existencial primero a través de la búsqueda del amor y finalmente del recogimiento en un convento. Vivir en una sociedad donde las relaciones son utilitarias todo el tiempo y donde el trabajo es el centro de todo resulta agotador. Si a la ecuación le metes un sesgo de género y la opresión extra sobre el cuerpo de las mujeres (esos brazos oprimidos en la portada de Rosalía), la sensación de asfixia puede ser insoportable. Entonces una sueña, como Violeta, con la posibilidad de pasear, pensar y meditar sin tener que producir a destajo ni padecer la angustia corporal con que nuestra cultura carga a las mujeres. Si todo esto es posible en un convento, está claro que las monjas barrocas se lo montaban mejor que nosotras. Es la hora del discernimiento.