Chuck Collins, el heredero de la firma de salchichas Oscar Mayer que renunció a 1,4 millones de euros

El activista estadounidense quería abrirse su propio camino. En un libro, denuncia a la industria de defensa de la riqueza que, dice, ha convertido a Estados Unidos en un paraíso fiscal

Chuck Collins en Washington, el 1 de diciembre de 2022.Xavier Dussaq

El estadounidense Chuck Collins, nacido en Madison (Wisconsin, EE UU) en 1959, es bisnieto de Oscar F. Mayer, fundador de la empresa cárnica que lleva su nombre. A los 26 años, recibió una herencia de 500.000 dólares (el equivalente a 1,4 millones de hoy) y la donó a varias fundaciones para obras sociales. “Estoy orgulloso de mi familia y la empresa, pero sentí que después de cuatro generaciones el ciclo de riqueza debía llegar a su fin. Quería abrirme mi propio camino”, explica, afable, en una entrevista en Washington.
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El estadounidense Chuck Collins, nacido en Madison (Wisconsin, EE UU) en 1959, es bisnieto de Oscar F. Mayer, fundador de la empresa cárnica que lleva su nombre. A los 26 años, recibió una herencia de 500.000 dólares (el equivalente a 1,4 millones de hoy) y la donó a varias fundaciones para obras sociales. “Estoy orgulloso de mi familia y la empresa, pero sentí que después de cuatro generaciones el ciclo de riqueza debía llegar a su fin. Quería abrirme mi propio camino”, explica, afable, en una entrevista en Washington.

Su camino ha discurrido como el de un activista y académico experto en desigualdad, política fiscal y riqueza hereditaria. Dirige el programa de desigualdad del Instituto de Estudios Políticos de Washington. En su libro Los acumuladores de riqueza (Alianza Editorial, 2022) retrata lo que denomina la industria de defensa de la riqueza. Collins denuncia cómo los multimillonarios utilizan herramientas para eludir impuestos, tienen con frecuencia secuestrado al poder político y disfrazan de filantropía lo que muchas veces es una forma de perpetuar su riqueza y poder.

PREGUNTA. En su libro, usted dice que los ricos gastan millones para ahorrar miles de millones. ¿Cómo funciona esa industria de defensa de la riqueza?

RESPUESTA. Cuando la gente tiene un patrimonio considerable puede contratar profesionales, abogados, fiscalistas, contables y gestores de patrimonio que se levantan cada mañana para estudiar cómo proteger ese patrimonio, minimizar los impuestos y pasar todo lo posible a la siguiente generación. Esa es su estrella polar. Con el tiempo, en EE UU, la inspección fiscal se ha debilitado. Así que ahora, para los muy ricos, los impuestos se están convirtiendo en algo opcional. La industria de defensa de la riqueza tiene muchas herramientas para mover dinero en la sombra: fideicomisos, corporaciones offshore, compañías pantalla…

P. Además, usted sostiene que presionan para cambiar las leyes.

R. Ellos dicen que solo ayudan a sus clientes a cumplir la ley, pero lo que mi libro intenta mostrar es que dictan las normas para que sus clientes tengan carta blanca. Presionan a los gobiernos estatales para que literalmente cambien sus leyes y permitir los fideicomisos perpetuos o dinásticos, que pueden existir durante siglos. No son benignos y han tenido mucho éxito. En EE UU tenemos un impuesto de sucesiones de hace 105 años. Se puso en marcha no solo para recaudar ingresos, sino también para poner freno a las concentraciones de riqueza y poder. Había preocupación de que socavase la democracia. Ahora es casi opcional para los ultrarricos.

P. Usted ataca la riqueza dinástica. ¿Qué opina de los ricos que se han hecho a sí mismos, que han creado empresas y han trabajado duro?

R. En una sociedad dinámica siempre habrá gente que pueda inventar algo o crear algo útil y ser recompensada por ello, así que deberíamos celebrar a los emprendedores. Pero a partir de cierto punto empiezan a centrarse en defender su patrimonio, y ahí es cuando se vuelve corrupto y corrosivo, cuando empiezan a utilizar su poder para construir monopolios, defenderse de la competencia, eludir impuestos o crear riqueza dinástica.

P. Usted dio un discurso de graduación en la Escuela de Negocios de Harvard en que pidió a los estudiantes que no trabajen para ese sector.

R. Hay todo un debate sobre el Altruismo Efectivo, que defendía Sam Bankman-Fried [fundador del mercado de criptomonedas FTX y ahora procesado]. Esa filosofía dice: sal ahí fuera, haz mucho dinero sin importar cómo lo hagas, y luego haz el bien con él. Lo que yo digo es: no bailes con el diablo. No trabajes para el diablo, para los multimillonarios que ya tienen toda esta riqueza y poder. Si quieres hacer el bien, trabaja para la comunidad, para las autoridades fiscales, para crear viviendas asequibles... Hay muchos trabajos llenos de sentido. He conocido muchas personas de 60 y 70 años, abogados y asesores fiscales que se arrepienten de haber dedicado toda su vida a ayudar a los ricos a hacerse más ricos. Que sienten que vendieron sus almas y ven el daño que ha causado la concentración de riqueza y poder. Algunos me han ayudado a entender el sistema o colaboran con los grupos que lo combaten. Lo que sabemos acerca de este sistema de riqueza oculta se debe a las filtraciones, a los Papeles de Pandora y otros. Hemos aprendido cómo funciona el sistema porque la gente de dentro de esas empresas ha dado información. Y ese sistema de riqueza oculta se está resquebrajando.

P. Jeff Bezos, fundador de Amazon, ha anunciado la donación de gran parte de su fortuna, pero usted es escéptico acerca de este y otros anuncios, incluida la campaña filantrópica iniciada por Warren Buffett y Bill Gates, Giving Pledge. ¿Por qué?

R. Es genial cuando donan, pero debemos ser escépticos. Incluso el grupo inicial de Giving Pledge, de unos 70 multimillonarios que se comprometieron hace 12 años a regalar la mitad de su riqueza en vida, ha duplicado su riqueza desde entonces. Su riqueza crece tan deprisa que no pueden regalarla lo suficientemente rápido. MacKenzie Scott, la exmujer de Bezos, es un buen ejemplo. Ha donado 14.000 millones en cinco años y ya no los controla ella. La prensa debería ignorar los anuncios y prestar atención al dinero que sale por la puerta.

P. ¿Desconfía de la filantropía?

R. Son los dólares de nuestros impuestos. Si soy multimillonario y dono un dólar a mi fundación privada, obtengo hasta 73 céntimos en reducciones fiscales. Nosotros, como contribuyentes, subvencionamos las donaciones caritativas de los multimillonarios. Deberían pagar impuestos más altos y que la sociedad decida cómo se invierte el dinero. La filantropía es fundamentalmente no democrática. Se está convirtiendo en una extensión de la riqueza, el poder y la influencia de la clase multimillonaria. No es un sustituto de un sistema fiscal justo.

P. Usted denuncia el uso de la filantropía para perseguir objetivos políticos.

R. Cada vez más gente utiliza la filantropía como una herramienta de influencia. Dan dinero a candidatos directamente, a organizaciones políticas, grupos de reflexión, grupos de investigación, por lo que la gente está usando la filantropía como arma para promover sus objetivos políticos a la izquierda y la derecha.

P. ¿Cómo ve que Buffett y Gates se hayan comprometido a no traspasar su fortuna a sus herederos?

R. Creo que es genial que hayan dicho que no van a crear dinastías, a diferencia de la familia Mars, los Walton, los Koch, que están invirtiendo en el acaparamiento de riqueza multigeneracional. Que no vayan a hacerlo es bueno, pero sigue sin ser un sustituto de los impuestos. Yo trabajé con Bill Gates padre. Escribimos un libro sobre por qué deberíamos tener un impuesto de sucesiones y solía decir: “¿No crees que está mal que mi hijo pueda coger 100.000 millones de dólares de la fortuna de Microsoft, ponerlos en una fundación y no pagar nunca impuestos?”. Debe haber un límite en la cantidad que desgrava.

P. ¿Qué opina de Elon Musk?

R. Es un ejemplo de que gran parte de la riqueza de los multimillonarios se construye sobre inversiones y ayudas públicas. También es un ejemplo de empresario de éxito, con Tesla, Starlink, SpaceX, pero ahora está pasando a la fase oligárquica, que consiste en ejercer su poder. Ser dueño de Twitter es parte de una extensión del poder. Es como si compraras un periódico, compraras los medios, compraras la plaza del pueblo. Ahí pasan de ser multimillonarios a oligarcas.

P. ¿Hay demasiadas lagunas en EE UU que permiten ocultar la riqueza?

R. La revelación de los papeles de Pandora es que EE UU se ha convertido en uno de los mayores paraísos fiscales. Somos el eslabón débil en el sistema mundial, y la riqueza se mueve a las sombras, a los espacios menos regulados. Y dentro hay una docena de Estados donde la industria de defensa de la riqueza ha capturado el sistema político estatal y reescrito las leyes.

P. ¿Cree que el concepto que la población tiene de los ricos y la riqueza es diferente en EE UU que en países europeos como España?

R. En EE UU tenemos una tolerancia muy alta a la desigualdad si la gente cree que se gana la riqueza de forma justa y hay igualdad de oportunidades. Lo que ha cambiado en los últimos dos años es que la gente cree que las reglas están amañadas, que los ricos están jugando con el sistema. Y por eso creo que EE UU está también volviéndose escéptico ante la riqueza concentrada.

P. ¿Esa percepción está cambiando con las nuevas generaciones?

R. La gente más joven entiende que las reglas están amañadas. Tienen más deuda estudiantil y no van a tener una vivienda asequible y a la vez ven que la política está siendo corrompida y capturada por el gran dinero. Así que los más jóvenes son aún más escépticos. Y la narrativa que justifica la riqueza, la mitología del merecimiento está cambiando porque la gente ve que han recibido la ayuda del Gobierno, han acaparado el mercado, han expulsado a sus competidores, utilizan su poder para proteger su riqueza y cambiar las leyes.

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