El mal trago de la Academia: ¿cómo se presentan unos Oscar en 2022?
Los premios volverán a tener presentador por primera vez en años y, con ello, surgen las apuestas en internet y una realidad cada vez más incómoda: en medio de una sangría de audiencia, ¿quién querría dar su cara a esta gala?
Llevamos tres galas de los premios Oscar muy extrañas. En 2019 el presentador iba a ser el cómico Kevin Hart, pero una serie de tuits publicados en el año 2009 y con un cuestionable humor homófobo acabaron con esos planes en cuestión de 48 horas. Y con esta cancelación literal del papel de Hart como maestro de ceremonias, los Os...
Llevamos tres galas de los premios Oscar muy extrañas. En 2019 el presentador iba a ser el cómico Kevin Hart, pero una serie de tuits publicados en el año 2009 y con un cuestionable humor homófobo acabaron con esos planes en cuestión de 48 horas. Y con esta cancelación literal del papel de Hart como maestro de ceremonias, los Oscar instauraron la racha más larga de su historia de ceremonias sin conductor.
En 2020, los productores parecían contentos con la idea de reducir la duración de la gala de cuatro a tres horas y se repitió una velada sin presentadores. En 2021 la pandemia obligó a hacer una de las galas más raras jamás vistas, dirigida por Steven Soderbergh, planteada y grabada como una película como cámara al hombro y con el orden clásico de la entrega de premios alterado como nunca. De nuevo, sin presentador.
Para los Oscar de 2022 (programados para el 27 de marzo) la figura de maestro de ceremonias debería volver. “El regreso de un presentador a los Oscar es una gran idea y una gran oportunidad, porque las galas sin él se quedan lacias”, opina Fernando de Luis-Orueta, coproductor ejecutivo de los premios Feroz. “La concatenación de entregas de premios se hace un poco triste, requieren de cierta dramaturgia a su alrededor para que la gala fluya. Como espectador puede gustarte más o menos esa dramaturgia, pero es importante que la tenga”.
La Academia de Hollywood quiere volver a lo clásico y para ello ha rescatado a un realizador experto en estas lides (Glenn Weiss, que ha dirigido seis galas anteriormente) tras una década en la que la audiencia de la gala no deja de caer (el año pasado vieron los Oscar menos de diez millones de personas en Estados Unidos, o sea, casi tres millones menos de los que vieron en España la final del primer Operación Triunfo). Volver a lo clásico pasa por elegir presentador y elegir presentador pasa por un calvario que también conocen los que se han encargado de hacerlo en galas parecidas en España: es muy difícil presentar una gala de premios cinematográficos y salir sin daños.
La publicación especializada Deadline tildó en 2018 de “desagradecida” la labor de presentar los Oscar. Fue más allá y llamó “mal pagada”: Jimmy Kimmel había cobrado aquel año 15.000 dólares por su labor de presentador, una cifra insignificante en Hollywood. “Hacer una gala de este tipo es salir a perder”, opina Raúl Díaz, que ha sido guionista de varias ceremonias de los Goya y guionista y realizador de los Premios Feroz. “Un actor, presentador o cómico bien considerado se arriesga a estropear su reputación. No creo que haya un solo caso de presentador que relanzase su carrera tras hacer una gala de este tipo. Además, el ambiente suele ser tenso. En una gala de estas siempre hay una parte que se te escapa de las manos: hay gente a la que no conoces, con la que no has trabajado, y los equipos se forman de un día para otro. No son equipos que se van rodando meses. Cuando sale mal, todo el mundo hace sangre y cuando sale bien, se supone que es lo normal”.
Esta sí, esta no
Internet se ha dedicado en los últimos días, desde que se ha anunciado que vuelve la figura del presentador a los Oscar, a hacer cábalas sobre quién sería el ideal. Son muchos los que piden que, en un momento de desencanto generalizado y de crisis en la industria (la taquilla remontó en 2021 tras el horrible 2020, pero sigue sin alcanzar la normalidad de 2019 y estrenos y promociones siguen cancelándose por la variante omicron) se vuelva a un lugar seguro. Tras la extraña gala de 2021, el columnista Daniel D’Addario pidió en Variety que alguien en la Academia levantase el teléfono para llamar a Whoopi Goldberg e hiciera buenos chistes: Goldberg es una de esas pocas figuras clásicas que ponían de acuerdo a todo el mundo cuando presentaba los Oscar, una especie en vías de extinción como Billy Crystal. Crystal, precisamente acudió al rescate en 2012 después de que en 2011 los Oscar intentasen atraer al público joven poniendo a Anne Hathaway y James Franco como presentadores. Aquello fue una debacle que dejó imágenes estupendas (Hathaway canta mientras Franco, con aspecto de fumado, mira el móvil) y críticas salvajes (”el legado de esta gala estará flotando cerca del Costa Concordia”, diría después Bruce Vilanch, el propio guionista de aquella gala).
“Los Oscar llevan tiempo intentando frenar la sangría de audiencia, y ya no digo recuperarla, porque no creo que sea posible”, explica De Luis-Orueta. “Para eso piensan mucho en los espectadores jóvenes e incorporan talentos de otros perfiles y que seducen a otras generaciones, pero creo que en ese camino están restándole glamour a la gala, están perdiendo a grandes nombres de la industria que en los últimos años se han alejado. Creo que con esa estrategia no solo no han seducido a una nueva audiencia, sino que han alienado a la de toda la vida. Apostaría por un ejercicio de clasicismo puesto al día: los Oscar tienen la obligación de reinventarse y encontrar de nuevo su lugar en el mundo”.
Los intentos de la Academia de Hollywood por modernizar su gran noche llevan sin funcionar muchos años. Ni Hathaway y Franco en 2011, ni el rescate del clásico Billy Crystal en 2012 (la crítica estuvo de acuerdo en que no tenía el brillo de sus galas de los noventa). En 2013 intentaron dar una nueva pátina de contemporaneidad con el cómico Seth McFarlane, creador de Padre de familia, pero aquello dejó el número musical We Saw Your Boobs (Os hemos visto las tetas), hoy considerado casi de forma unánime una infamia en el que se ridiculizó a todas las actrices nominadas que habían enseñado los pechos en sus películas. Las caras de ellas reaccionando al número son poesía. No lo busquen en el perfil oficial de los Oscar en YouTube: no está.
En 2014 volvieron a lo clásico: Ellen DeGeneres condujo una gala correcta que dejó aquel famoso selfi con Bradley Cooper, Jared Leto, Jennifer Lawrence, Julia Roberts, Kevin Spacey, Meryl Streep, Angelina Jolie, Brad Pitt, Channing Tatum y Lupita Nyong’o tuiteado en directo (entonces la imagen más reuiteada de la historia). Pero Ellen está en caída libre de popularidad desde 2020, y ya no es una opción para 2022. En 2015, Neil Patrick Harris tampoco salvó a la gala de ser criticada por larga y tediosa. En 2016, cuando la gala tuvo un presentador negro por primera vez en 13 años (Chris Rock, sucediéndose a sí mismo en 2005) tuvo que afrontar el movimiento crítico Oscars So White, que criticaba la falta de diversidad racial en los nominados. En 2017 y 2018, con un presentador blanco (Jimmy Kimmel) pero muchos negros nominados y premiados, la audiencia no dejó de caer. En 2019, Kevin Hart se retiró de las labores de presentación y no dejó sustituto. Así hemos llegado hasta aquí.
Hagan sus apuestas
Tom Holland, el actor más taquillero del año gracias al éxito de Spider-Man: Sin camino a casa (un taquillazo que adquiere la categoría de salvador de la industria en plena crisis por la variante omicron, que se ha cebado con gigantes como Steven Spielberg y su West Side Story) es el favorito para presentar la gala de este año si hacemos caso a lo que se habla en las redes sociales. Según The Hollywood Reporter, él mismo se ha ofrecido y ya ha sido contactado por la Academia. Desde las redes muchos piden que se unan a él los otros Spider-Men de la historia del cine (Tobey Maguire y Andrew Garfield) para recrear el trío de superhéroes protagonista de Sin camino a casa para salvar la gala. Vulture también señala que Elmo, de Barrio Sésamo, es uno de los favoritos de los internautas, pero solo porque el muñeco de Barrio Sésamo es la última gran broma de las redes sociales en las últimas semanas. Desde la redacción de Vulture apuestan por Nicole Kidman por el glamur clásico que pueda aportar. Sobre esto, De Luis-Orueta alerta: “Cuando se elige a actores de los que realmente no sabemos nada, a los que únicamente conocemos a través de personajes y películas, existe el peligro de no encontrar a un personaje que explotar, un hilo del que tirar”.
“Algo de lo que me he dado cuenta en los últimos años trabajando en estas galas”, continúa, “es que el presentador debe tener una personalidad propia, por eso a menudo se recurre a cómicos, porque han desarrollado su personalidad. Eso hace que la gala tenga una voz propia y no tengas que construirla, porque construir una voz propia sobre el vacío es muy, muy difícil”.
¿Y si la pregunta no es quién, sino dónde?
El pasado 12 de enero The New York Post publicó que el cómico Pete Davidson, famoso por ss apariciones en Saturday Night Live pero también por sus noviazgos con Ariana Grande y Kim Kardashian, era uno de los candidatos a presentar los Oscar. Variety terminó dos días después con esa esperanza. Davidson sería uno de esos sueños para cierto sector del público: Davidson es uno de esos personajes que podría haber conseguido que los Oscar interesasen a quien busca la excelencia y a quien busca el cotilleo. Por otra parte, el guionista Judd Apatow ha pedido en Twitter que Steve Martin presente los Oscar junto a Martin Short. Martin ya presentó la gala con éxito de aduciencia y crítica en 2001, en 2003 y en 2010 (junto a Alec Baldwin). Short fue su compañero cómico en El padre de la novia y, más recientemente, en la celebrada serie de Disney+ Solo crímenes en el edificio. Variety se ha hecho eco de que Craig Erwich, presidente del área de entretenimiento de la cadena ABC (que emite los Oscar) parece entusiasmado con la idea de que presenten los Oscar junto a su compañera en la serie, Selena Gomez con los dos veteranos cómicos apelando a una audiencia clásica y Gomez, estrella milenial y astro de Instagram, atrayendo a posibles nuevos espectadores.
Por mucha Selena, mucho Davidson o mucha estrella de TikTok que se suba al escenario, el problema es otro y evoca a la parábola del árbol que cae en el bosque: ¿van a estar los jóvenes sentados en el sofá para verlo? “Las galas deberían replantearse también su lugar de emisión”, aconseja de Luis-Orueta. “Pronto descubriremos que las televisiones generalistas no son el lugar para algo tan especializado como una gala de premios, que interesa solo a una parte del público. Los Feroz, por ejemplo, se reubicaron hace ya tiempo en YouTube porque no encontraron su sitio en la televisión nacional. Es posible que la lucha por las audiencias esté perdida desde hace mucho tiempo”. Tal vez esa sea la única clave que haga que un presentador acuda al escenario relajado, tranquilo y creativo: sabiendo que nadie lo va a ver.
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