¿Qué fue de los mitos eróticos femeninos de los ochenta y los noventa?
En el 70º cumpleaños de Kim Basinger, símbolo sexual del final del siglo XX, comprobamos qué ha sido de las actrices más deseadas de una época en la que las primeras arrugas acababan con una carrera
Todas reinaron en taquilla merced a su atractivo físico, algunas consiguieron afianzar su carrera más allá de los roles de bomba sexual y conquistaron los premios más prestigiosos, otras renunciaron a pelearse con una industria machista y misógina que las reducía a meros trozos de carne y las condenaba a interpretar a abuelas en cuanto cumplían los 40, mientras permitía que los Pacino, Eastwood y Nicholson siguiesen ejerciendo de galanes sobrepasados los 70. Hay muchos elementos comunes entre ellas....
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Todas reinaron en taquilla merced a su atractivo físico, algunas consiguieron afianzar su carrera más allá de los roles de bomba sexual y conquistaron los premios más prestigiosos, otras renunciaron a pelearse con una industria machista y misógina que las reducía a meros trozos de carne y las condenaba a interpretar a abuelas en cuanto cumplían los 40, mientras permitía que los Pacino, Eastwood y Nicholson siguiesen ejerciendo de galanes sobrepasados los 70. Hay muchos elementos comunes entre ellas. Casi todas protagonizaron thrillers eróticos, el género favorito del cine de hace cuatro décadas, y también casi todas han sido tachadas en algún momento de “difíciles”, a veces por pedir simplemente mantener cierto control, no ya sobre el guion, sino sobre su propia desnudez.
Kim Basinger (Georgia, 70 años)
La escena que la convirtió en una sex symbol. Un striptease amateur a ritmo del You Can Leave Your Hat On de Joe Cocker. En Nueve semanas y media (1986), la pacata galerista Elizabeth descubría su sexualidad y los espectadores descubrían a Kim Basinger. El rodaje fue tan intenso que estuvo a punto de enterrar su carrera en vez de convertirse en su trampolín.
¿Qué pasó con su carrera? Antes de conquistar el mundo con la controvertida cinta de Adrian Lyne, fue chica Bond en Nunca digas nunca jamás (1983), el retorno “no oficial” de Sean Connery a la saga 007. Una vez convertida en estrella siguió cultivando su erotismo en la sudorosa Atrapados sin salida junto a Richard Gere, y demostró su don para la comedia en Cita a ciegas al lado de Bruce Willis. Dispuesta a demostrar que era una todoterreno, se apuntó al género de los superhéroes en Batman y fue una improbable alienígena en Mi novia es un extraterrestre. Junto a su por entonces marido, Alec Baldwin, protagonizó un fallido remake de La huida, y antes de tomarse un descanso, sorprendió con su papel de reportera sobrepasada en la infravalorada Pret-a-porter, de Robert Altman. Regresó con un Oscar en 1997 gracias a su papel de prostituta en L.A. Confidential, la constatación de que su talento era tan apabullante como su atractivo. Algo que corroboraron sus papeles de madre alcohólica de Eminem en Ocho Millas y de esposa de Jeff Bridges en la adaptación de la novela de John Irving Una mujer difícil. No volvió a tener ningún éxito relevante hasta que interpretó a la socia y examante de Christian Grey en las secuelas de Cincuenta sombras de Grey, una versión mucho más mojigata de su primer gran éxito que, aunque nadie lo sabía entonces, suponía su despedida de las pantallas. Un adiós motivado por problemas de salud, como confesó en una de sus escasas entrevistas. Sufre agorafobia, lo que la había llevado a sentir frecuentes ataques de pánico. “Todavía siento ansiedad a veces, pero he trabajado muy duro para que no me paralice como solía hacerlo antes. He descubierto que apartar el foco sobre mí misma me ayuda”, declaró.
¿Qué está haciendo ahora? Alejada voluntariamente de Hollywood, permanece centrada en el activismo en favor de los animales, como puede verse en su cuenta de Instagram, donde se define como “una actriz que espera que toda la humanidad trate algún día a los animales con el respeto que merecen”.
Sharon Stone (Pensilvania, 65 años)
La escena que la convirtió en una sex symbol. El cruce de piernas más famoso de la historia en Instinto básico (1992). Y el más controvertido. Stone asegura que Paul Verhoeven le pidió que se quitase la ropa interior prometiéndole que no se vería nada. Cuando vio la película en pantalla grande descubrió que se veía todo. “Me quedé en estado de shock”, confesó. “Al terminar la película, me levanté, me acerqué a Paul Verhoeven y le di una bofetada”.
¿Qué pasó con ella? El papel de Catherine Tramell, una escritora bisexual que ejerce como asesina en serie fría y amoral, es uno de esos bombones que se cruzan una vez en la vida de una actriz. Meg Ryan, Julia Roberts y Michelle Pfeiffer lo rechazaron temiendo que dañase sus carreras. Aceptó Stone, que siempre ha lamentado que la gloria que tanto anhelaba le hubiese llegado cuando ya había sobrepasado la treintena. Empezó en el cine como una ensoñación de Woody Allen en Recuerdos, pasó por todas las series televisivas de la época y atormentó a José Frade en España, donde rodó Sangre y arena. Dio muestras de su personalidad en Desafío total, donde demostró un carisma a la altura de Arnold Schwarzenegger, pero fue Instinto básico, la cuarta más taquillera en todo el mundo en 1992, la que hizo que todos aprendiéramos su nombre y le consiguió una nominación al Oscar. No tuvo olfato para elegir buenos proyectos y no fue hasta Casino, de Scorsese, cuando pudo demostrar sus grandes dotes de actriz dramática logrando otra nominación. Después llegaron películas más centradas en su físico que en su talento como Acosada o El especialista, también algún título a reivindicar como Rápida y Mortal o La Musa, donde pudimos ver lo bien que se manejaba en la comedia. En 2001 sufrió un derrame cerebral tras el que confesó haber visto la muerte y que frenó su carrera durante años. “Tuve que hipotecar mi casa. Perdí mi lugar en el cine. Perdí todo lo que tenía” declaró.
¿Qué está haciendo ahora? La hemos visto a las órdenes de Ryan Murphy en Ratched, también en El nuevo Papa y junto a Kaley Cuoco en The Flight Attendant.
Kathleen Turner (Misuri, 69 años)
La escena que la convirtió en una sex symbol. “No deberías llevar esa ropa”. “¿Por qué? Solo es una blusa y una falda”. “Entonces no deberías llevar ese cuerpo”. Lawrence Kasdan escribió un guion a la altura de los grandes clásicos del cine negro y Turner puso toda la carne en el asador para dotar a su Matty Walker en Fuego en el cuerpo (1981) de una sexualidad que traspasaba la pantalla. En el indisimulado homenaje a Perdición, el sudoroso y desconcertado William Hurt caía rendido ante ella al igual que todos los espectadores.
¿Qué pasó con ella? Fue una de las actrices más aclamadas de los ochenta. Demostró su talento para el drama en El honor de los Prizzi de John Huston y su vis cómica en las muy reivindicables Tras el corazón verde y La joya del Nilo, donde quedó patente su química con Michael Douglas. Peggy Sue se casó, de Francis Ford Coppola, le dio una nominación al Oscar, y fue la voz de Jessica Rabbit, la sex symbol animada que no era mala, solo la habían dibujado así, en ¿Quién engañó a Roger Rabbit?. Su trayectoria imparable fue frenada por la artritis reumatoide. Para disimularla, dejó que la prensa creyese que era alcohólica. No le importaba, era consciente de que las clínicas de desintoxicación son tan comunes en las biografías de las estrellas como las visitas a la peluquería, pero ninguna aseguradora avalaría el contrato de una actriz con una enfermedad incapacitante. “Los productores saben lo que son las adicciones y están acostumbrados a gestionarlas”, confesó a Vulture en 2018. “Pero si yo decía ‘tengo una enfermedad misteriosa incurable y no sé si seré capaz de caminar mañana’ nadie iba a contratarme”. En poco tiempo pasó de símbolo sexual a víctima del body shaming más vergonzante y el teléfono dejó de sonar. Encontró un hueco en la desparramada troupe de John Waters, con quien rodó la divertidísima Los asesinatos de mamá. Pero a medida que la enfermedad se acrecentaba, lo hacían las adicciones con las que intentaba sobrellevar el dolor, y sus apariciones fueron cada vez más esporádicas, pero jamás exentas de talento. Estaba espléndida como la fanática matriarca de la familia Lisbon en Las vírgenes suicidas y divertidísima como padre transgénero del llorado Mathew Perry en Friends, un papel del que no se arrepiente, pero que no volvería a hacer. “No se consideró dar el papel a una persona trans o una drag queen, nunca se planteó. Nunca se me ocurrió que le estaba quitando el lugar a alguien. Probablemente no (aceptaría el papel ahora). Pero no me arrepiento de haberlo hecho. ¡Fue un auténtico reto!”, declaró a The Guardian.
¿Qué está haciendo ahora? Televisión. Para deleite de nostálgicos, ha vuelto a compartir pantalla con Michael Douglas en la segunda temporada de El método Kominsky tres décadas después de su apocalíptico divorcio en La guerra de los Rose. La química entre ambos sigue intacta.
Debra Winger (Ohio, 68 años)
La escena que la convirtió en una sex symbol. Su cabalgada sobre un toro mecánico en Cowboy de ciudad (1980) consiguió eclipsar a un Travolta que venía de triunfar en Fiebre del sábado noche y Grease, pero cuando Winger está en pantalla no hay nadie más en pantalla.
¿Qué pasó con su carrera? La ácida y pocas veces complaciente Pauline Kael dijo de ella que era “una de las principales razones para ir a ver películas en la década de los ochenta”. Sin embargo, 40 años después su nombre es sinónimo de portazo a Hollywood, un adiós amplificado por el documental de Rosana Arquette Buscando a Debra Winger, en el que varias actrices comentaban la problemática de encontrar buenos papeles femeninos relevantes a partir de los 35 años. Fue el abandono de Sissy Spacek el que le hizo protagonizar Cowboy de ciudad a pesar de que el todopoderoso productor Robert Evans la consideraba poco atractiva para el papel. No fue la última vez que tuvo que escuchar algo así. Don Simpson la consideró “poco follable” para protagonizar Oficial y caballero. La taquilla le quitó la razón. También la Academia, que la nominó a su primer Oscar. La segunda nominación le llegó por la lacrimógena La fuerza del cariño, la tercera por la deliciosa Tierras de penumbra, la historia de amor entre la poeta Joey Gresham y C.S. Lewis, autor de Las crónicas de Narnia. También protagonizó thrillers poco convencionales como El caso de la viuda negra o El sendero de la traición de Costa Gavras, y se metió en la piel de Jane Bowles en El cielo protector de Bernardo Bertolucci. A los 40 años decidió abandonar Hollywood y solo ha vuelto esporádicamente.
¿Qué está haciendo ahora? La hemos visto como la madre de Ashton Kutcher en la serie de Netflix The Ranch y también como la madre de Joseph Gordon-Levitt en Mr. Corman de Apple Tv. Poco botín para quien fue una de las presencias más hipnóticas de la pantalla.
Linda Fiorentino (Filadelfia, 63 años)
La escena que la convirtió en una sex symbol. Una morena entra en un garito contoneándose, cinco minutos después está metiendo la mano en la bragueta a un vaquero fanfarrón que se jactaba de “tenerla como un caballo”, tras comprobar la mercancía se olía los dedos y engullía su Manhattan con total naturalidad. Hollywood acababa de encontrar a la heredera de las Lauren Bacall, Gene Tierney y Barbara Stanwyck.
¿Qué pasó con su carrera? La última seducción (1995), un thriller erótico independiente, cautivó a la crítica y le hizo ganar a Fiorentino el Independent Spirit a la Mejor actriz y el premio de la Crítica de Nueva York. No aspiró al Oscar porque se estrenó directamente en la cadena HBO, lo que, por aquel entonces, significaba que era inelegible para la Academia, pero no impidió que Vanity Fair la incluyese en su icónica portada de estrellas femeninas del año. Antes había tenido un pequeño, pero inolvidable papel de escultora dominatrix en Jo, qué noche, de Martin Scorsese, y formado parte del reparto de la hermosa y maldita Los modernos, de Alan Rudolph. No eran grandes papeles, pero fueron suficiente para crear unas expectativas que La última seducción cumplió. Más difícil era mantenerse y el proyecto elegido no fue el adecuado. Hollywood le ofreció otro thriller erótico, un remedo de Instinto básico con la que compartía guionista, el excesivo Joe Eszterhas. Producida por el legendario Robert Evans y dirigida por William Friedkin, responsable de El exorcista, parecía que nada podía fallar, pero falló todo. En Men in black se alejó del registro que la había hecho popular y aunque se daba por sentado su papel en la segunda parte de la saga, desapareció sin más explicaciones, aunque los rumores hablaban de un carácter “difícil”, lo que en lenguaje de Hollywood significa tener opiniones propias y no ser un mero instrumento para reafirmar el poder masculino dentro o fuera de la pantalla.
¿Qué está haciendo ahora? Nada relacionado con el cine, el suyo fue uno de los adioses más tajantes de la industria.
Susan Sarandon (Nueva York, 77 años)
La escena que la convirtió en una sex symbol. Lavar su cuerpo desnudo con limones en Atlantic City (1980) ante la mirada del decadente gánster interpretado por Burt Lancaster. Nunca el aseo íntimo había resultado tan sensual. Como en las mejores escenas eróticas, lo más seductor es lo que Louis Malle no muestra, pero el espectador intuye.
¿Qué pasó con su carrera? Demostró desde sus inicios que no iba a tomar nunca el camino sencillo. Trabajó a las órdenes de Billy Wilder en la magistral Primera plana y formó parte de la icónica The Rocky Horror Picture Show. A las órdenes de su pareja, Louis Malle, ejerció de madre proxeneta de Brooke Shields en La pequeña y se enamoró de una vampira en la poética El ansia. A mediados de los ochenta formó junto a Michelle Pfeiffer y Cher el trío estelar que combatía al diabólico Jack Nicholson en Las brujas de Eastwick y fue una especie de filósofa groupie que cada temporada se acuesta con un jugador de béisbol en Los Búfalos de Durham, una de esas películas en las que tienes la certeza de que su guion no ha sido leído por ninguna mujer con potestad para tocar una sola coma. En ella compartió rodaje con su marido, Tim Robbins. La pareja no tardó en convertirse en la conciencia de Hollywood. Su denuncia del trato que sufrían los haitianos enfermos de VIH en la cárcel de Guantánamo les valió el veto de la Academia. Con Thelma y Louise consiguió una nominación al Oscar y la mayor popularidad de su carrera, pero fue la vida de una monja real, la hermana Helen Prejean, la que le hizo ganar la estatuilla en Pena de muerte.
Qué está haciendo ahora. Probablemente, buscar una agencia de representación. Su apoyo a la causa palestina ha provocado que la empresa que la representaba desde hace 14 años se haya desvinculado de ella. Si su activismo no ha decaído, tampoco lo ha hecho su agenda, tiene cuatro proyectos en marcha.
Michelle Pfeiffer (California, 65 años)
La escena que la convirtió en una sex symbol. Una rubia a la que no le vemos la cara desciende en un ascensor de cristal con un vestido lencero color esmeralda en Scarface (1984). La mirada de deseo y fascinación de Al Pacino mientras se le acerca fue la misma que le dedicaron millones de espectadores en los cines.
¿Qué pasó con su carrera? Es la actriz total. Ha hecho drama, comedia y musical. Fue malvada de Disney y superheroína en Marvel y DC, sus películas han recaudado más de 7.000 millones de dólares en taquilla y acumula ocho nominaciones a los Globos de Oro (seis de ellas consecutivas), y tres a los Oscar. Estaba deslumbrante en la fantasía medieval Lady Halcón, cuyo guion obligó a modificar para evitar que fuese tan solo una damisela en apuros. Consiguió su primera nominación al Oscar con Las amistades peligrosas, donde dejó claro que era mucho más que una cara bonita y cuando se subió al piano en Los fabulosos Baker Boys, el mundo contuvo el aliento. Los noventa están trufados de sus actuaciones inolvidables. De la camarera de Frankie y Johnny a la ruda maestra de Mentes peligrosas. Sin nada más que demostrar bajó el ritmo. “No quise dejar de trabajar, pero me volví muy exigente con mis requisitos”, se justificó.
Qué está haciendo ahora. Con French Exit consiguió en 2021 su última nominación al Globo de Oro. Recientemente, ha sido Betty Ford en la televisiva The first lady y Janet Van Dyne en Ant-Man y la Avispa: Quantumanía. Esperemos que todavía le queden unos cuantos retornos, la peor película de Marvel no merece ser su despedida.
Jessica Lange (Minnesota, 74 años)
La escena que la convirtió en una sex symbol. Su escena de sexo sobre la mesa de una cocina en El cartero siempre llama dos veces (1981) exudó tanto realismo que Bob Rafelson se vio obligado a desmentir que el sexo hubiese sido real. Lange y Nicholson dieron un nuevo sentido a eso de compartir las tareas del hogar y demostraron que se puede transmitir un erotismo intensísimo sin mostrar demasiada piel.
¿Qué pasó con su carrera? Debutó en el cine a lo grande. Fue el objeto de deseo de King Kong en la versión de Dino De Laurentis, un remake que sería olvidable de no ser por su presencia. Pero fue El cartero siempre llama dos veces el que la puso en el mapa. Convertida en una bomba sexual, Frances, la trágica biografía de la actriz Frances Farmer la consagró como actriz dramática y la hizo protagonizar un pequeño hito, aquel año fue nominada como actriz principal y como secundaria. Ganó este último por Tootsie, aunque no le dio demasiada importancia. “Los Oscar se han vuelto un disparate que nada tiene que ver con las películas”. Le importasen los premios o no, los acumuló por su papel de Patsy Cline en Dulces sueños y La caja de música de Costa-Gavras, pero fue la esposa maniacodepresiva de Tommy Lee Jones en Las cosas que nunca mueren la que le dio su segundo Oscar.
Qué está haciendo ahora. Aunque recientemente ha amenazado con retirarse, tiene varios proyectos entre manos, como una película sobre los años de Marlene Dietrich en Las Vegas producida por Ryan Murphy, el artífice de su fama entre una nueva generación de espectadores gracias a American Horror Story y Feud.
Kelly McGillis (California, 66 años)
La escena que la convirtió en una sex symbol. Un discreto baile en un granero a ritmo de Wonderful World en Único testigo (1985) demostró lo impensable, que los amish podían ser sexis.
¿Qué pasó con su carrera? Gracias al éxito de Único testigo le llegó una oferta difícil de rechazar, la instructora de vuelo que seducía a Tom Cruise en Top Gun. La película de Tony Scott consagró instantáneamente a McGillis como un mito erótico, a pesar de que las escenas más ardientes fueron añadidas a posteriori, cuando en los screen test los espectadores señalaron que querían algo más que interminables secuencias de vuelos y partidos de vóleibol. Le ofrecieron el papel que acabaría interpretando Jodie Foster en Acusados, pero aunque en el momento no se desveló, lo rechazó ya que ella misma había sido víctima de una violación. Prefirió interpretar a la abogada de la protagonista y se convirtió en su primer papel relevante en el que no era un mero accesorio del protagonista masculino. Pero su estrellato tenía fecha de caducidad temprana. Como tantas mujeres de la lista, fue catalogada de “difícil”. Se ha negado a combatir el envejecimiento de manera artificial y en 2009, cuando todavía pasaba factura, se declaró lesbiana.
Qué está haciendo ahora. Hace años que no tiene un papel relevante. Con un físico muy alejado del que lucía en 1986, no hubo un hueco para ella en la nueva Top Gun.
Melanie Griffith (Nueva York, 66 años)
La escena que la convirtió en una sex symbol. La actriz porno Holly Body contoneándose sensualmente en la ventana con medias de rejilla y el pelo oxigenado en Doble cuerpo (1984), la alucinada revisión de Vértigo y La ventana indiscreta de Brian de Palma.
¿Qué pasó con su carrera? Antes de ser dirigida por de Palma, el mayor admirador de Hitchcock, azote de su madre Tippi Hedren, Griffith había participado junto a su progenitora en Roar, el rodaje más peligroso de la historia del cine. No es lo peor a lo que se ha enfrentado en la vida. Interpretó a una rubia tan alocada como peligrosa en Algo salvaje, de nuevo una revisión de un clásico, en este caso La fiera de mi niña, pero fue Armas de mujer la que la consagró. Si su Tess McNeill tenía una mente para los negocios y un cuerpo para el pecado, Griffith tenía un talento sobrenatural para la comedia. Consiguió un Globo de Oro y una nominación al Oscar. Después encadenó proyectos fallidos como La hoguera de las vanidades y Resplandor en la oscuridad junto a Michael Douglas, y sus matrimonios con Don Johnson y Antonio Banderas y sus retoques estéticos empezaron a despertar más atención que sus películas.
Qué está haciendo ahora. Tomárselo con calma. Las conocidas adicciones a las drogas y al alcohol de Griffith estancaron temporalmente su carrera en distintas épocas. En agosto de 2018, confesó además que se le había extirpado un cáncer de piel. Donde es muy activa en las redes sociales, en las que suele presumir de su bien avenida familia.
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