Luis Tosar: “Antes nunca oía ‘Yo de política no opino’, ahora todo el tiempo. Ignoro si por prudencia o porque no saben”

Está tan volcado en su trabajo y vocación que no tiene tiempo para sí mismo ni para su familia. Es el caso del abogado antidesahucios que Luis Tosar (Lugo, 50 años) interpreta en la película En los márgenes, pero no el suyo, asegura, pese a ser uno de los actores del cine español con más presencia en la cartelera. “He sabido compaginar y adaptar horarios. Ahora vengo de llevar a mi hijo al cole, por ejemplo. La cosa es n...

Está tan volcado en su trabajo y vocación que no tiene tiempo para sí mismo ni para su familia. Es el caso del abogado antidesahucios que Luis Tosar (Lugo, 50 años) interpreta en la película En los márgenes, pero no el suyo, asegura, pese a ser uno de los actores del cine español con más presencia en la cartelera. “He sabido compaginar y adaptar horarios. Ahora vengo de llevar a mi hijo al cole, por ejemplo. La cosa es no dejarse liar con eventos y actos fuera del puro trabajo”. El triple ganador del Goya ha conseguido algo al alcance de muy pocos: hacer de sí mismo un género sin caer en la caricatura. Sus thrillers con trasfondo social (el escándalo de las preferentes en El desconocido en 2015, las cloacas del Estado en Código Emperador este año…) son ejemplos de un cine capaz de reunir comercialidad y mensaje. En los márgenes aborda la crisis de los desahucios, pero su narrativa de 24 horas a contrarreloj también se basa en el suspense.

“Abogados como el que interpreto son tíos que dedican su vida a ganar casi nada, un día más, una pequeña moratoria para que no echen de casa a esa familia que todavía no ha encontrado un lugar alternativo. Ese es su día a día. No ganan grandes batallas. Para ellos un triunfo es ganar una prórroga”. Tosar, como su compañera de reparto Penélope Cruz, pudo trabajar el papel junto a miembros del colectivo antidesahucios, con el que el director novel Juan Diego Botto y su compañera, la coguionista y periodista Olga Rodríguez, llevaban tiempo en contacto. Aunque conocieron de cerca historias muy duras, el actor no se martiriza: “Tendemos a solidarizarnos con quienes interpretan algo sensible o se meten en la piel de personas reales, pero no hay que olvidar que son ellas las que sufren el problema. Nosotros hacemos nuestro trabajo, ser altavoz de alguien que a lo mejor no tiene otra forma de llegar al público e intentar, a su vez, que otros que quizá no se hubieran preocupado por el tema lo hagan”.

Aficionado desde joven a los dramas sociales de Ken Loach, cine que, dice, sus amigos de Galicia y él sentían “cercano en lo atmosférico”, Tosar cree que un proyecto en la línea de En los márgenes sería lo más gratificante para él si decidiera seguir los pasos de Botto, intérprete devenido en director, y ponerse tras la cámara. O, “fantaseando mucho”, un wéstern. “¡Pero no sé si tengo talento! A veces sí que es verdad que pienso en cómo rodaría yo algo, pero eso no significa que esté bien”.

A Tosar se le puede enmarcar en una generación que transformó el cine español en los primeros dosmiles, muy implicada en la ola de protestas contra la guerra de Irak en 2003, la gestión del desastre del Prestige en 2002 o las mentiras del gobierno de Aznar sobre el 11-M. El lucense tiene una visión clara del mundo que le rodea: “A partir de 2008, hubo estratos sociales con los que se arrasó debido a hipotecas impagadas por simple imposibilidad. Con la subida de los tipos de interés, tengo la sensación de que volvemos a estar en un escenario parecido sin haber resuelto el anterior”, explica. “No podemos perder la noción de la sociedad en la que vivimos, que es una sociedad muy jodida”. Sí reconoce echar en falta más valentía en el compromiso político entre sus compañeros jóvenes: “Tengo la sensación de que ya nadie se quiere pronunciar en nada, supongo que por las redes. Antes nunca escuchaba una frase como ‘Yo de política no opino’ y ahora la escucho todo el tiempo. Ignoro si por prudencia o porque no saben”. Sin embargo, Tosar no siente que él haya arriesgado nada por opinar. “Las generaciones anteriores tuvieron posicionamientos mucho más peligrosos. Nosotros decimos lo que queremos y nadie nos va a detener. Pero Juan Diego o Pilar Bardem sí que podían acabar en la cárcel por expresarse”, recalca.

Antes de convertirse en rostro clave de la industria, fue también parte del “amplio movimiento cultural” de la Galicia de los noventa. Allí tuvo un grupo de variedades, los Magical Brothers, y trabajó en el programa infantil autonómico Xabarín Club, donde conectó con algunos de sus ídolos de la llamada Movida viguesa, como Antón Reixa (líder de Os Resentidos, que le dirigiría en la serie Mareas vivas o la película El lápiz del carpintero) y Siniestro Total. Estos últimos, en 2015, le homenajearon titulando con su nombre una canción, Luis Tosar, parodia del Michael Caine que cantaba el grupo de ska británico Madness. “Para mí, fue un orgullo. Durante un tiempo tuvimos una relación estrecha y me dio mucha pena que se despidieran”, dice, en referencia a la retirada de la banda de los escenarios este año. Asociado a papeles de hombre sólido e imponente, pasar un rato distendido con Tosar puede llegar a desactivar ese aura. Hasta que hay una confusión con una respuesta y, tras aclararla, para asegurarse de que sus palabras se entienden y transcriben correctamente, avisa con la voz y el semblante del Malamadre de Celda 211: “Te buscaré si lo escribes mal. Iré a tu casa”.

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