El enorme ‘dildo de Levante’ que amenaza con cambiar para siempre el paisaje cultural de Málaga
A pocos meses de que se apruebe definitivamente su construcción, personalidades de la cultura protagonizan el último intento para parar al ayuntamiento con un manifiesto que ya ha recogido 250 firmas de escritores, cineastas, filósofos y arquitectos
Hay una torre que se cierne sobre el futuro de la bahía de Málaga. Proyecta una sombra sobre el paisaje cultural de la ciudad, de casi 3.000 años de historia, y tiene a la ciudadanía enfrentada con el Ayuntamiento desde 2016. El mismo consistorio que en 2007 rechazó un proyecto constructivo de 135 metros de altura, considera apropiado ahora cambiar el plan urbanístico para cortarlo a medida de la Torre del Puerto, un ...
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Hay una torre que se cierne sobre el futuro de la bahía de Málaga. Proyecta una sombra sobre el paisaje cultural de la ciudad, de casi 3.000 años de historia, y tiene a la ciudadanía enfrentada con el Ayuntamiento desde 2016. El mismo consistorio que en 2007 rechazó un proyecto constructivo de 135 metros de altura, considera apropiado ahora cambiar el plan urbanístico para cortarlo a medida de la Torre del Puerto, un rascacielos high-tech de líneas vagamente orgánicas, con 150 metros de altura y 35 plantas, que prevé iniciar sus obras a finales de este año para convertirse en un hotel de cinco estrellas gran lujo desde el que admirar el centro histórico. Para unos y otros, el valor en liza podría resumirse en las vistas: unas, históricas y patrimonio de una ciudad. Las otras, turísticas y privadas.
Desde que se anunció el proyecto, el Ayuntamiento ha recibido 1.100 alegaciones de vecinos contra la megaconstrucción hotelera. Un registro de récord que ha obligado a reclamar al arquitecto del proyecto, José Seguí, una rebaja de la altura del edificio en suelo público. La concesión de 50 años tiene ahora 135 metros y 27 plantas, que se levantarán con el dinero de un fondo de inversión catarí. Pero para que el proyecto pueda seguir adelante, la alcaldía tiene antes que rehacer las reglas y alterar el Plan de Urbanismo de modo que permita la construcción hotelera en su puerto, algo prohibido en toda España.
“Estamos a la espera de recibir todos los informes de los sectores afectados por la obra y entonces lo llevaremos a la votación, en Pleno”, indica Raúl López (PP), concejal del Área de Ordenación del Territorio del Ayuntamiento de Málaga. En el mejor de los casos, la reforma del plan urbanístico se votará antes de dos meses. Hasta el momento, el proyecto ha contado con el “sí” de PP, Ciudadanos y PSOE. Si se aprueba, el rascacielos llegará a la mesa del Consejo de Ministros para que el Gobierno confirme o rechace la intervención sobre el suelo público del puerto de Málaga. El ejecutivo de Pedro Sánchez tendrá que tener en cuenta la opinión en contra de los colectivos de arquitectos, académicos de bellas artes y defensores del patrimonio, además de a una importante parte de los malagueños. Todos ellos consideran que un rascacielos en medio de la bahía amenaza con destruir el paisaje cultural de la ciudad, de casi 3.000 años de existencia.
El faro se apaga para los turistas
Uno de los actores en contra de la promoción es la plataforma Defendamos Nuestro Horizonte, que acaba de cerrar el tercer manifiesto contra el calificado “dildo de Levante”, apoyado por Elvira Lindo, Emilio Lledó, Julio Llamazares, Manuel Vicent, Miguel Ríos, José María Merino, Irene Vallejo, Nativel Preciado, Rogelio López Cuenca, Cristina Morató, Peridis y Gallego y Rey, entre unas 250 personalidades firmantes. Alegan que el rascacielos consumará “un atentado paisajístico que causaría un impacto irreparable en la imagen de la ciudad”. Porque anula el protagonismo de “los verdaderos significantes de la identidad, como son la Alcazaba, Gibralfaro, la Catedral o la Farola, esta última, emblema singular de su mediterraneidad cultural”, aseguran en su escrito. La Farola es el faro y, según explican los denunciantes, será apagado para no perjudicar el sueño de los turistas del hotel. Una vez muera su función, morirá como bien patrimonial.
Denuncian también la alteración de la ley de puertos, la opacidad del grupo inversor, que la alcaldía haya adaptado la ciudad a la voluntad de los intereses particulares sin tener en cuenta a los ciudadanos, que no haya existido un concurso público y ni siquiera un concurso de ideas. “Detrás de esta actuación hay únicamente un proyecto inmobiliario de carácter especulativo en suelo público”, explican en su manifiesto. Matías Mérida es uno de los portavoces de la plataforma Defendamos Nuestro Horizonte y adelanta que irán a los tribunales si el Ayuntamiento aprueba la reforma de la ordenación urbanística que necesitan los inversores. “Va a duplicar la altura de la Catedral de Málaga, que alcanza los 84 metros. El patrimonio histórico y su paisaje cultural se verán lesionados porque el núcleo fundacional de la urbe todavía es reconocible. La proximidad del rascacielos acaba con esta visión”, sostiene Mérida.
¿Levantaría Florencia una torre similar?
Para los expertos en patrimonio achatar la torre no soluciona nada: “Deberían moverla a otro lugar con menos impacto”, recomienda el catedrático de Geografía e Historia de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Sevilla Víctor Fernández Salinas. “A nadie en Florencia, por ejemplo, se le ocurriría una cosa semejante. Málaga es un ejemplo del proceso urbano respetuoso con la ciudad histórica”, incide el experto.
Fernández Salinas es uno de los autores del informe que elaboró en enero de 2018 el comité nacional español (ICOMOS) del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOM), organismo en el que UNESCO apoya sus decisiones en materia de conservación del patrimonio. La recomendación que ICOMOS trasladó hace dos años al Ayuntamiento de Málaga fue “renunciar al proyecto del hotel-rascacielos”.
El estudio de ICOMOS aclara que la dimensión del rascacielos empequeñecería el resto de los hitos malagueños y transformaría el paisaje patrimonial de Málaga y de su puerto “en un recurso más de una actividad privada: las vistas desde el hotel”. Además, “la función del hotel-rascacielos es desproporcionada, cuantitativa y cualitativamente, en relación con el equilibrio de usos que debe mantener un puerto histórico”.
Ni las opiniones expertas ni las alegaciones ciudadanas han hecho hasta ahora cambiar de opinión al consistorio. Raúl López cree que la mayoría de la población aprueba la construcción: “No percibo que haya un malestar popular con este proyecto. Igual es un problema de percepción mía”, asegura el concejal de Urbanismo. Tampoco ha realizado, como recomendó ICOMOS, un análisis detallado sobre el paisaje patrimonial de Málaga, en el que se determinen sus valores y las estrategias para su protección. Tal y como reconoce López, no han reclamado a la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía ningún informe que valore el impacto histórico. Tampoco a los responsables de movilidad, turismo y medio ambiente.
El informe estratégico de la Consejería de Medio Ambiente, emitido en 2017, ofrece una de las frases antológicas de este tenso y largo proceso: “Determinadas vistas o perspectivas de la misma [la bahía de Málaga] sí se verán afectadas por la existencia del hotel propuesto, y estas vistas son fácilmente modificables en función de la ubicación del observador”. Es decir, si te mueves dejas de verlo.
Donde dije no torre, digo sí torre
Pero la gerencia municipal de urbanismo no siempre pensó igual. En 2007, como cuenta el periodista Sebastián Sánchez en el diario Málaga Hoy, rechazó un proyecto similar presentado por la autoridad portuaria para permitir un complejo “turístico-recreativo” de cinco estrellas en el mismo lugar donde ahora se da por buena la iniciativa. El alcalde también era Francisco de la Torre y el expediente de Urbanismo alertó de la “reinvención del paisaje” y de la alteración “profunda” de la fachada marítima.
¿Qué les ha hecho cambiar de opinión? El concejal de Urbanismo prefiere no responder a la pregunta: “Sería entrar a valorar un asunto que no conozco y que observaron otros políticos y técnicos de esa época. La situación y configuración de la ciudad en el año 2007 dista mucho de la actual. Por ejemplo, no existían el muelle 1 ni el palmeral. Un proyecto que no era viable entonces puede serlo ahora”.
“Cualquier edificio tiene un impacto visual; cualquier edificio singular”, puntualiza el arquitecto José Seguí, responsable de proyectos en Málaga como la remodelación del estadio La Rosaleda o la Ciudad de la Justicia. “Para la Torre del Puerto nos hemos inspirado en el Hotel Vela de Barcelona”, indica y reconoce que es un proyecto complicado: “El tiempo acaba integrando las nuevas necesidades de las ciudades. Son espacios mutantes. La ciudad es un paisaje inacabado en el tiempo. Entiendo que es un proyecto polémico. Es bueno que sea debatido, aunque habrá mucha gente que no lo quiera”. El arquitecto asegura que su rascacielos no tiene ninguna relación con el conjunto histórico de la ciudad, que está a una distancia suficiente como para no interrumpir esa visión que denuncia ICOMOS.
El director de la autoridad portuaria, promotora y responsable última del proyecto, prefiere que sea el arquitecto José Seguí quien asuma las declaraciones públicas en este artículo. Seguí informa de que el plato fuerte de su edificio es un mirador de grandes vistas para visitantes, así como un auditorio de 1.100 plazas para grandes convenciones, que no existe en Málaga. Todas las habitaciones del hotel, de planta semielíptica, tienen terraza con vistas al mar y el objetivo es “la alta gama del turismo”. “Solo hay un cinco estrellas en Málaga. La ciudad lo requiere”, sentencia el arquitecto.
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