Ibiza Blue, Sangría o Mantilla: cómo España y sus tradiciones inspiran muchos nombres de Pantone
“El español, como lengua romance, es una forma expresiva y hermosa de comunicarse, por lo que resulta perfecta para nombrar colores”, indica Leatrice Eiseman, directora ejecutiva del Pantone Color Institute, que destaca denominaciones como Alhambra, Delicioso, Chocolate Cremoso o Corazón
En Málaga hay una empresa que parece sacada de Marte. Allí todo tiene una pátina de un polvo de color rojizo. El suelo, los muebles, las máquinas excavadoras, los muros. Hasta la ropa y la cara de sus empleados termina con esa tonalidad. A Óxidos Rojos se le conoce como la fábrica de los coloraos por su trabajo con este pigmento, procedente de tierras del entorno ricas en óxido férrico. La compañía es heredera de la larga tradición de esta provincia andaluza de uso y exportación de este mineral desde hace siglos, como muestran los muros de algunas casas del siglo XVI de pequeños pueblos que aún esconden ese color bajo capas de cal. Su relevancia impulsó a que Pantone bautizara a ese color como Málaga. Y es solo uno de los muchos incluidos en la clásica pantonera de la firma norteamericana bautizados bajo la inspiración de ciudades españolas. Barcelona, Córdoba o Ibiza, son algunas de ellas, a las que se suman además otras palabras en castellano.
La variedad de colores que recoge Pantone es amplia: tiene una biblioteca que supera los 15.000, de los que unos 3.000 tienen nombre adjudicado. Su elección responde a numerosos factores e inspiraciones. Desde alimentos, tintes y especias –con denominaciones como Indigo o Chili– hasta animales, como ocurre en el caso del White Swan (blanco cisne) o Dove (un gris claro, como las palomas), además de minerales, piedras preciosas, metales, flores, vegetación, variedades de madera o incluso fenómenos naturales, como el Snow White (blanco nieve) o Sky Blue (azul cielo). “Otros surgen de las mentes fértiles e imaginativas de nuestro equipo”, explica Leatrice Eiseman, directora ejecutiva del Pantone Color Institute, por correo electrónico. “Evitamos nombres que puedan parecer anticuados en uno o dos años, como los de celebridades populares o personajes de películas asociados con un color específico”, destaca quien apunta que cada caso lleva “una investigación exhaustiva” hasta conseguir la selección más adecuada. La mayoría está en inglés, pero en ocasiones, la elección es un concepto escrito en español.
“Muchos en nuestro equipo han viajado a España y han encontrado inspiración en lo que vemos allí, lo cual influye en nuestros proyectos de nombres para colores”, insiste Eiseman, que destaca que la denominación es “vital” para reforzar la ilusión que crea cada uno. Pone como ejemplo el color Fiesta –un tipo de naranja muy vivo– que “es una palabra perfecta para sugerir celebración, implica que es festivo y alegre”. “El español, como lengua romance, es una forma expresiva y hermosa de comunicarse, por lo que resulta perfecta para nombrar colores”, añade al tiempo que cita otros casos como Delicioso, un marrón “profundo y rico” que evoca el sentido del gusto. También existe el color Mantilla Comb, un elegante y brillante negro; Tortuga Bay, de verde efervescente; Corazón, rojo reluciente; Azul Marino, profundo y brillante; o incluso Alhambra, de tonalidad verdeazulada por la tonalidad de los azulejos del recinto granadino.
Otro campo del que suelen tomar ideas es la geografía. Y ahí surgen casos como Pompeian Red –inspirado en la ciudad romana– o Italian Plum, pero también otros muchos como el color Málaga. “El rojo Málaga se conoce desde hace varios siglos. Aquí y en lugares como Reino Unido, porque el óxido rojo se exporta hasta allí desde el siglo XIX”, explica el arquitecto Pablo Farfán. El pigmento, extraído de un tipo de arcilla, se ha utilizado históricamente para pintar interiores de viviendas, como se puede comprobar visitando viejos cortijos y lagares abandonados por la zona de los Montes de Málaga o la comarca de la Axarquía. Además, servía para recubrir obras hidráulicas por su carácter hidrófugo. “Y se mezcla con cal para hacerla también impermeable”, señala Farfán. “Es un color con mucha historia y tiene sentido que Pantone haya utilizado ese nombre”, indica el también investigador.
Córdoba como inspiración
Entre los muchos casos relacionados con el territorio español hay nombres como Barcelona Red, que según Pantone “habla de una ciudad llena de originalidad y emoción”, o Spanish Villa, que sugiere “calidez y bienvenida”. Hay más. “¿Quién puede resistirse a los tonos resplandecientes de un Ibiza Blue o, al menos, desear ver esos colores algún día en sus viajes?”, se preguntan desde la compañía norteamericana. Destaca otro, Cordován, relacionado con la ciudad de Córdoba. Es una especie de Burdeos oscuro y recuerda al color de los arcos del interior de la Mezquita, pero en realidad está relacionado con la potente industria del cuero local en época islámica. “El término responde a una forma de curtir el cuero con productos vegetales”, explica Ricardo Córdoba, catedrático de Historia Medieval en la universidad cordobesa. Era una forma de curtición sobre piel de cabra con taninos vegetales de especias como zumaque, arrayán o casca, mezcla que incluía cortezas de árboles como la encina. “Era una piel muy apreciada, de mucha calidad, que conllevaba un procedimiento largo que se extendía durante meses”, destaca el profesor. La fama y calidad de estas pieles hizo que el término Cordovan se extendiera por muchas zonas del mundo e incluso influyó en términos como corduanier, fórmula utilizada para referirse a los zapateros ingleses de época medieval que trabajaban con ese tipo de piel.
El color del año para Pantone en 2023 también se escribía en español: Viva Magenta, inspirado en el rojo de la cochinilla, preciado tinte natural. “En esto de los nombres también hay mucho marketing. Como cualquier otra compañía buscan generar contenido, que se hable de ellos, para empatizar con los usuarios”, apunta Mateo García, director ejecutivo de Narita Estudio. Las denominaciones a veces están igualmente relacionadas con campañas publicitarias, como aquella impulsada por una ginebra que sirvió para determinar el que más tarde Pantone denominó Color Especial de Sevilla, tono anaranjado que recuerda al albero y que se extrajo del análisis de 10.000 imágenes de la ciudad hispalense. Valencia también negoció un Verde Valencia para celebrar su elección como Capital Verde Europea 2024.
El trabajo realizado en Sevilla para reducir la gama cromática de su callejero a un solo tono es parecido al que hace el propio Mateo García con su equipo cuando arranca una campaña o trabaja para una marca. Pone de ejemplo uno de sus últimos trabajos, para la empresa Dehesa Monteros que elabora productos de cerdo ibérico. El estudio se desplazó hasta la Serranía de Ronda –donde se crían los animales– y tomaron fotografías para, después, reducir ese paisaje a una paleta simplificada de colores que sirviese para captar el color de la zona y luego trasladaron a su trabajo con la marca. También lo hicieron con una lona que vistió el estadio de atletismo de Málaga durante las finales de la Copa Davis, cuyo fondo azul era una mezcla del tono azulado de las pistas de tenis y el del Mediterráneo.
“La elección de color no es algo tan libre como se pueda pensar”, añade Carmen Navas, Head of art de la agencia de publicidad La Despensa, con sede en Madrid. “El color no se elige a lo loco, tiene que construir en la misma dirección que lo hace el mensaje de campaña”, añade quien destaca que los colores y sus combinaciones transmiten sensaciones o información, con un componente psicológico –muy estudiado y bien explicado en libros como Piscología del color, de Eva Heller– que señala que los suaves ofrecen calma y tranquilidad mientras que los intensos dan energía y fuerza. “Es una herramienta más de comunicación”, concluye la especialista, igual que para Pantone lo es dar nombres a sus colores. Y ahí entra un listado que, solo con nombres en español, parece infinito. Desde Chocolate Cremoso o Salsa y Salsa Rosa a Nutria, Corazón, Fandango, Tortilla, Mango Mojito, Sangría o Tangerine Tango, un naranja con mucha profundidad y “sofisticado, pero al mismo tiempo dramático y seductor”, relataba allá por 2012 la propia Leatrice Eiseman, cuando este fue elegido color del año.