Por qué la sede del museo de arte contemporáneo más importante de Grecia está en una fábrica de cervezas
Hablamos con Katerina Gregos, directora del EMST, sobre este edificio diseñado en los años cincuenta por Takis Zenetos que poco después fue desmantelado y ha estado abandonado hasta su reconversión en museo. Ahora su principal objetivo es dar cabida a artistas con una dimensión política y social
El camino por el que se crea una nación se nos narra como si fuera una autopista recta, pero está plagado de curvas y desviaciones. En el caso de la Grecia moderna, ese camino se quiebra hacia los bosques bávaros. Su primer rey no era griego sino germánico, y no tenía especial vinculación con aquel país cuando en 1832, acabada su guerra de independencia, las potencias europeas lo sentaron en el trono. Otón de Wittelsbach, aquel joven de 17 años hijo segundo de Luis I de Baviera, dio origen a un ...
El camino por el que se crea una nación se nos narra como si fuera una autopista recta, pero está plagado de curvas y desviaciones. En el caso de la Grecia moderna, ese camino se quiebra hacia los bosques bávaros. Su primer rey no era griego sino germánico, y no tenía especial vinculación con aquel país cuando en 1832, acabada su guerra de independencia, las potencias europeas lo sentaron en el trono. Otón de Wittelsbach, aquel joven de 17 años hijo segundo de Luis I de Baviera, dio origen a un periodo poco popular en la historia del país conocido como la “bavarocracia”. Además de los ministros y altos funcionarios de su país de origen que incorporó al gobierno, el nuevo rey atrajo expertos, empresarios y trabajadores bávaros destinados a impulsar la economía nacional. Georg Fuchs fue uno de ellos. En 1864 su hijo Johannes Fuchs fundó Fix (una helenización del apellido original, que la familia adoptó desde entonces), marca de cerveza ateniense que llegaría a hacerse durante décadas con el monopolio de esta bebida en Grecia, y que hoy es uno de los bastiones de la cultura popular del país. Pocas cosas hay que un griego considere más griegas que una botella de Fix. Aunque la lengua materna de esa botella sea –figuradamente, claro– el alemán.
El edificio que durante décadas fue la principal fábrica de Fix acoge hoy el EMST, el museo de arte contemporáneo más importante de Grecia. Una de sus actuales exposiciones temporales se llama Statecraft (and beyond). La muestra puede visitarse hasta el 20 de noviembre y explora las estrategias por las que se crean los Estados, desde la desinformación y la manipulación de la historia hasta el racismo y la violencia. Pero también recoge otras herramientas más sutiles como el fútbol y el capitalismo, aludidas respectivamente en las obras Vexillology (2015), una instalación de imágenes de exaltados hinchas de los países de la FIFA con las banderas nacionales pintadas en sus cuerpos, y Monochromes (2016), tres cuadros monocromos formados por logotipos de marcas de grandes multinacionales como Amazon o BBVA, de la española Cristina Lucas, una de los 37 artistas incluidos en la muestra.
El EMST, de titularidad íntegramente pública, comenzó a operar en 2000. “Somos un museo del siglo XXI”, señala Katerina Gregos, su directora, como primera especificidad. Su nombramiento en 2021 consolidó este centro como la gran institución nacional de arte contemporáneo después de una trayectoria algo errática. Durante sus primeros años pasó por distintas sedes hasta que se decidió que su ubicación definitiva debía ser la antigua cervecería de Fix. Este edificio construido en los años cincuenta en la avenida Andreas Syngrou –una de las principales arterias del centro de Atenas–, era un diseño de Takis Zenetos, representante destacado de la arquitectura moderna en Grecia, y por tanto poseía un valor patrimonial intrínseco. Zenetos, que había terminado poco antes su formación en París, ideó un proyecto cuya depuración formal remitía a un racionalismo modélico, que lo hacía destacar entre los edificios industriales del centro de Atenas. A pesar de ello, su vida útil resultó relativamente breve: a finales de los años setenta fue desmantelado y se mantuvo sin uso hasta su reconversión en museo.
La cuestión de si el edificio debía protegerse como ejemplo excepcional de su especie o demolerse para dar paso a infraestructuras nuevas dio lugar a largas discusiones entre arquitectos y urbanistas. Finalmente, el gobierno aplicó una decisión que puede calificarse con propiedad de salomónica: la mitad norte, considerada de menor valor estético, se derribó para construir una estación de metro (llamada Syngrou-Fix, lo que da una idea del valor simbólico de la marca), mientras se preservaba la elegante mitad sur, que en 2002 fue designada para albergar el nuevo museo. Se convocó un concurso nacional para la reforma del edificio que ganó el estudio ateniense 3SK Stylianidis. Las obras terminaron en 2016, y en 2020 se instaló la colección permanente. Katerina Gregos comenzó su andadura como directora en julio de año siguiente. “Y ahora, al cabo de más de 20 años, el museo está por fin en pleno funcionamiento”, concluye.
Gregos ha desarrollado la mayor parte de su carrera fuera de Grecia. Formada académicamente en Londres, desde 2006 había residido en Bruselas, donde llegó para ponerse al frente del centro de artes audiovisuales Argos. Entre tanto, ha sido la responsable de tres pabellones nacionales (Dinamarca, Bélgica y Croacia) para distintas ediciones de la Bienal de Venecia, y también comisarió en 2012 la bienal europea itinerante Manifesta, que aquel año tuvo lugar en Genk, Bélgica. “Cuando me fui de Grecia, la escena artística era más limitada que ahora, no teníamos tantas instituciones, galerías, museos y cosas en marcha”, dice. “Así que fue un privilegio poder vivir y trabajar en ciudades tan cosmopolitas como Londres y Bruselas, donde mis horizontes se ampliaron. Otros no tuvieron esa oportunidad: la crisis económica que golpeó a Grecia llegó solo dos años después de que me fuera a Bruselas, y mucha gente me decía que había sido profético, pero no fue así. Es que tuve la suerte de irme en el momento adecuado”.
Ahora su objetivo es que el EMST no se convierta en un clon de los museos de arte contemporáneo occidentales a la moda, basados en programar blockbusters de autores mediáticos. Un repaso por la programación actual evidencia su interés por artistas con una dimensión política y social: además de la colectiva Statecraft, las exposiciones dedicadas a Antonis Pittas, Jennifer Nelson, Eirini Vourloumis y Lawrence Habu Hamdan tienen en común su visión crítica sobre la historia, el poder o la sociedad en general. “Al llegar aquí me propuse crear nuestro propio modelo de museo, con una identidad consolidada”, explica Gregos. “Para lograrlo, queremos montar exposiciones que hablen de temas importantes para la sociedad contemporánea, y también construir una colección coherente, muy enfocada en la región geopolítica en la que nos encontramos. Por ejemplo, Grecia siempre ha negado su identidad balcánica, cuando somos una mezcla entre oriente y occidente, y el elemento oriental sigue siendo bastante fuerte. Estamos muy cerca de Oriente Medio, Norte de África, Sudeste de Europa, y tenemos una identidad mediterránea como también la tienen muchos de estos países. Por eso somos una de las partes más ricas del mundo en términos históricos, culturales, religiosos y políticos. Y queremos que el museo revise este patrimonio desde una perspectiva crítica”.
Tras prolongadas deliberaciones y no pocas polémicas, el Consejo Internacional de Museos (ICOM) aprobó el pasado mes de agosto una definición actualizada de qué es un museo, que hacía hincapié en conceptos como la diversidad, la sostenibilidad y la accesibilidad. Ante la pregunta de si el EMST asume esta definición como propia, Katerina Gregos responde que cada museo es distinto y se dirige a públicos diferentes: “La nueva definición del ICOM es más bien neutral, parece un compromiso que no es inspirador, sino pragmático”. La identidad del EMST debe seguir otros derroteros, en su opinión: “Obviamente, un museo colecciona y exhibe arte. Pero también somos espacios de cultura visual, algo que quiero subrayar. Debemos traer obras que sean atrayentes en términos visuales y que al mismo tiempo tengan un contenido relevante y sofisticado en términos de discurso, significado y producción de conocimiento. Porque muchas veces da la impresión de que el arte contemporáneo debe elegir entre una cosa o la otra. Por otro lado, creo que un museo público como el nuestro debe tener una función social y educativa, que hoy consiste en promover la concienciación sobre temas políticos, sociales y ambientales, producir conocimiento fuera de los circuitos mayoritarios, y también apoyar a los artistas. Somos el primer museo en Grecia que ha anunciado que pagará honorarios a los artistas que expone”.
Una de las próximas exposiciones que el museo acogerá este año es Modern Love (or Love in the Age of Cold Intimacies), una muestra que comisaría Gregos y que durante los dos últimos años ha itinerado por varios centros europeos. Se trata de una reflexión sobre cómo la tecnología y las redes sociales influyen en las relaciones humanas, en especial en el amor. “Quería hacer esta exposición porque el arte contemporáneo no suele hablar del amor, que se considera un tema cursi. Falta emoción en muchos discursos artísticos e intelectuales, pero también falta poesía, imaginación y, por supuesto, humor. En algún momento los artistas empezaron a querer ser demasiado serios, quizás con la llegada del arte conceptual. Pero si miras a Marcel Duchamp te das cuenta de que era un artista increíblemente divertido y travieso”.
En 2017 el edificio Fix fue una de las sedes de la decimocuarta edición del festival artístico Documenta, que por primera vez se celebraba en una ciudad adicional a Kassel, en Alemania. Esta decisión fue muy criticada por la insuficiente atención que se prestó a la realidad de la escena artística griega, y por el hecho de que no quedaran infraestructuras permanentes una vez terminado el evento, lo que en cierto modo parecía revivir el viejo fantasma de la bavarocracia. Gregos incide en estas críticas aunque también identifica el lado positivo: “La documenta dejó mucha frustración y potencial sin explotar, lo cual es una pena, porque la idea inicial era fantástica. Pero para Atenas fue bueno, porque atrajo a mucha gente que no conocía la ciudad y se enamoró de ella y también animó a más gente en la comunidad artística. Antes, la mayoría de los turistas pasaban por Atenas, se quedaban una o dos noches para ver la Acrópolis y el Museo Arqueológico, y luego iban a las islas. Ahora la gente viene a Atenas por la propia Atenas”.
De vuelta al siglo XIX, Otón I terminó abdicando ante el descontento general provocado por su escasa sintonía con la realidad helena. Su sucesor, Jorge I, que inició la dinastía reinante en Grecia hasta el fin de la monarquía en 1973, venía de Dinamarca, otro país conocido por su tradición cervecera, lo que favoreció el florecimiento de la marca Fix. Todo en la Historia acaba cobrando sentido, aunque a veces ocurra de maneras extrañas.