Los arquitectos que llevaron la modernidad al Madrid de Franco

La octava edición de Open House Madrid rinde tributo a José Antonio Corrales y Ramón Vázquez Molezún, las mentes creativas que modernizaron la arquitectura española en plena dictadura franquista

El Pabellón de los Hexágonos recién trasladado a Madrid. WIKIPEDIAWikipedia

En 1958, una poética estructura de vidrio y acero se alzó con la medalla de oro en la Exposición Universal de Bruselas. José Antonio Corrales y Ramón Vázquez Molezún, sus ideólogos, planificaron sobre una colina de pronunciado desnivel ubicada entre las avenidas de Europe y Trembles el que sería el pabellón de España. Un edificio orgánico que se adaptaba a la irregul...

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En 1958, una poética estructura de vidrio y acero se alzó con la medalla de oro en la Exposición Universal de Bruselas. José Antonio Corrales y Ramón Vázquez Molezún, sus ideólogos, planificaron sobre una colina de pronunciado desnivel ubicada entre las avenidas de Europe y Trembles el que sería el pabellón de España. Un edificio orgánico que se adaptaba a la irregularidad del terreno y que tras la muestra se desmontaría dejando intacto el arbolado que lo rodeaba. Para ello, crearon un sistema de módulos hexagonales con forma de paraguas invertidos en diferentes alturas sobre pilares metálicos, lo que permitía que la luz natural invadiera todo el entorno. Un trabajo sencillo y tan rápido de construir como desarmar, que eclipsó al pabellón Philips diseñado por Le Corbusier y al propio símbolo de la ciudad, el Atomium.

Al año siguiente se trasladó a la Casa de Campo, donde adquiriría su nombre más popular, Pabellón de los Hexágonos, bajo agrupaciones lineales ya que el nuevo terreno no cumplía las mismas características que el belga. Allí serviría de recinto para las ferias de campo hasta 1975, a partir de ese año estuvo abandonado durante décadas. Ahora todo apunta a que este bosque de luz volverá a brillar de nuevo muy pronto. “Este pabellón es una obra magistral. Destacó por su racional, simple, ingenioso y sincero sistema constructivo, y aún más por su gran riqueza espacial interior”, explica Paloma Gómez Marín, presidenta de Open House Madrid. La cita anual con el patrimonio arquitectónico de la capital, que tendrá lugar del 23 al 25 de septiembre, tiene como protagonista esta edición la obra conjunta de Corrales y Molezún. Durante ese fin de semana, algunos de sus edificios más emblemáticos en Madrid (incluido el premiado pabellón) abrirán sus puertas al público de forma gratuita, vía inscripción a partir del 15 de septiembre, junto a más de un centenar de espacios que normalmente resultan inaccesibles. “Desde Open House Madrid queremos dar a conocer a los grandes arquitectos del siglo XX desconocidos para el público general, pero muy admirados por los profesionales y aficionados a la arquitectura”, señala la presidenta.

Los módulos de cristal y acero del Pabellón de los Hexágonos, en la Casa de Campo.Carlos de Hevia

La contribución de Corrales y Molezún a la modernidad arquitectónica de la ciudad adquiere aún más valor en su contexto cultural y político, el del aislamiento que experimentó el país durante la primera etapa de la dictadura franquista. Compañeros de promoción en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, se asociaron profesionalmente en 1952, desarrollando hasta la muerte de Molezún una carrera por toda España. A pesar de la unión, siempre quedaron claros los roles de cada uno. José Antonio Corrales (Madrid, 1921-2010), sobrino de Luis Gutiérrez Soto, el arquitecto favorito de la élite madrileña y artífice del Madrid moderno, aportó la practicidad bajo su dominio de la técnica. Tras ganar el concurso para la ejecución de una ermita de montaña con hospedería en Extremadura en 1948, ese mismo año se alzaría con el Premio Nacional de Arquitectura. Junto a su tío diseñó el buque racionalista que sobresale en la M30 madrileña –la piscina club Stella– o las viviendas sociales de Gran San Blas.

Ramón Vázquez Molezún (A Coruña, 1922 - Madrid, 1993), en cambio, fue el encargado de imprimir el alma a sus edificios conjuntos. Viajero insaciable recorrió Europa a lomos de una Lambretta C125, fue corresponsal de la Revista Nacional de Arquitectura y completó su formación con una beca de la Academia de España en Roma. Estas temporadas en el extranjero aportaron a su trabajo una visión mucho más aperturista de la arquitectura que la vivida por el régimen, reconocida con el Premio Nacional de Arquitectura en 1954.

Detalle de la fachada en ladrillo de Casa Huarte, en Puerta del Hierro.Ximo Michavila

Juntos establecieron un equilibrio perfecto entre innovación y formación clásica. En uno de sus escritos, Corrales Gutiérrez dejó latente el secreto de su productiva asociación. “Empezamos a trabajar juntos sin ninguna ley de colaboración, con unos caracteres muy distintos, en dos estudios separados, con horarios distintos y también con obras personales, suyas y mías. No había regla de colaboración, en cada obra se establecía la colaboración o no se establecía. A pesar de eso, el resultado es una obra que se conoce como de los dos. Pues realmente estábamos unidos, sobre todo en el tablero”.

Durante los primeros años idearon el Colegio de Salesianos de Herrera de Pisuerga (Palencia) y la Residencia Infantil en Miraflores de la Sierra, al norte de Madrid, construida junto con Alejandro de la Sota como refugio de verano para los hijos de los empleados de Cristalera Española. Ahora bajo la tutela de la Universidad Autónoma de Madrid aún mantiene algunos de los principios que rigen el trabajo de Corrales y Molezún: la destreza para optimizar recursos básicos como la madera o el metal a través de formas experimentales o la apertura de los espacios a la luz exterior y la naturaleza, entre otros. “La arquitectura de Corrales y Molezún dialoga con el paisaje, está alimentada por la experiencia con un hábil manejo de los materiales y comprometida con el oficio. Así han conseguido que sus obras se conviertan en hitos dentro de las ciudades”, reflexiona Gómez Marín.

Edificio Bankunión en el Paseo de la Castellana reconocible por su fachada rojiza que cambia con la luz solar. David Spence

A su regreso de Bruselas, con la medalla de oro bajo el brazo, el sello vanguardista y creativo de Molezún y Corrales terminó por asentarse tanto en la capital como fuera de ella, con notorios edificios en Palma de Mallorca (como la residencia del escritor Camilo José Cela), Valencia, Cartagena o Buenos Aires. De esa época es La Casa Huarte, que abrirá también sus puertas al público de forma limitada (solo por inscripción el domingo 25 de septiembre) durante esta edición de Open House Madrid. Esta vivienda situada en la colonia de Puerta de Hierro marcó un hito en la arquitectura residencial de los años sesenta, por sus cuerpos transversales y patios independientes conectados entre sí que aportan un carácter compacto y hermético. Con 1.100 metros cuadrados de planta y el doble de parcela, cuenta con seis habitaciones, piscina y tres plazas de garaje. Su precio es de 4.500.000 de euros. “Es una obra maestra que pese a estar inhabitada sigue siendo un lugar de peregrinación obligatorio para todos los amantes de la arquitectura”, señala Carlos Tomás, arquitecto y fundador de EstudioReciente, que participa este año en la muestra con la reforma de una vivienda de 1927 en el Paseo de las Delicias. “Creo que esto deja muy claro la distancia que existe muchas veces entre la percepción de lo que es bello y funcional para los arquitectos, y lo que es para la sociedad en general. En este sentido, Open House hace un gran favor en la divulgación de la cultura arquitectónica en Madrid”.

Miguel Fisac, Mies van der Rohe y Frank Lloyd Wright influenciaron la obra de Corrales y Molezún, reconocible por el uso intrépido del color. Los arquitectos españoles se atrevieron a cubrir de intenso rojo, plata, malva o amarillo no solo el interior de sus obras sino también las fachadas. Un ejemplo de ello es el antiguo edificio Bankunión (Paseo de Castellana, 46), conocido como Camaleón Rojo por su lustroso manto rojizo que muta cuando cambia la luz del sol. “Si por algo resaltan ambos es por su capacidad de sorprender. De descubrir en cualquiera de sus obras que otra arquitectura es posible, alejada de lo vernáculo pero que a la vez conecta de una manera sorprendente con el entorno que les rodea. Su trabajo aporta frescura al paisaje arquitectónico madrileño de los años sesenta importando los principios del movimiento moderno y de vanguardias”, reflexiona Carlos Tomás.

El gran lucernario de la Parroquia de María Inmaculada y Santa Vicenta, en la Avenida de Brasil.Ximo Michavila

Este edificio coronado por una gran bóveda sobre vigas de acero, muros de granito rosa y vidrios tintados de bronce, actual sede de oficinas del Parlamento Europeo y otras instituciones, fue laureado en 1975 con el Premio Nacional de Arquitectura (abierto el 23 de septiembre también por inscripción). Ese mismo año se inauguró uno de sus proyectos más emblemáticos de Madrid en colaboración con Rafael Olalquiaga y José Antonio Pruneda, la estación de trenes de Chamartín. Aquí repetirían a mayor escala algunos elementos del Bankunion, como el sistema de bóvedas de cañón, las cubiertas de vidrio o la chapa rojiza que confieren unidad a todo el conjunto.

A partir de 1975, el número de colaboraciones descendieron para centrarse en proyectos en solitario que dieron lugar a otros edificios memorables, como la Parroquia de María Inmaculada y Santa Vicenta. Este templo de 1978 que sobresale en el distrito de Tetuán por su gran masa de ladrillo rojizo y el imponente lucernario, completa la ruta por la huella de los arquitectos en la ciudad que ofrece esta edición de Open House Madrid (con visitas guiadas el 24 de septiembre).

Instituto del Patrimonio Cultural de España, de Fernando Higueras y Antonio Miró.Ximo Michavila

Pero este recorrido por la obra de Corrales y Molezún es solo una pequeña parte de la extensa programación de Open House Madrid 2022. Esta edición contará además con un centenar de edificios de épocas y estilos arquitectónicos tan dispares como la Casa de la Villa, antigua sede del Ayuntamiento de Madrid; la Embajada de Italia, obra del arquitecto Joaquín Rojí para los marqueses de Amboage; o la Gran Logia de España, uno de los edificios con mayor demanda de visitas que vio la luz en 1982. Como novedad incluirá la visita al Instituto de Patrimonio Cutural, la mole de hormigón conocida popularmente como Corona de Espinas de Fernando Higueras y Antonio Miró; o a la Torre Realia, la primera torre de oficinas inclinada del mundo que cambió el skyline madrileño. Además, Aranjuez se incorpora a la muestra con joyas arquitectónicas del siglo XVIII como el Teatro Real Carlos III, la Plaza de Toros, el Palacio de Medinaceli o un paseo a pie guiado por su casco histórico.

La Torre Realia, la primera inclinada del mundo.

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