Josep Solé, el fotógrafo de interiores más deseado de Europa: “Lo que más gusta en Instagram es la escalera de El Escorial”
Desde Versalles hasta Syon House, en Inglaterra, su cámara ha retratado los rincones de los palacios más ricos del viejo continente, y de todos se quiere llevar algo
Cuenta Josep Solé (Barcelona, 1991) que prefiere fotografiar interiores de estilo Imperio, neoclásico o rococó a edificios de la Bauhaus o Le Corbusier porque en los primeros han pasado muchas más cosas. Al menos, la clase de cosas de las que uno se entera leyendo biografías como la de María Antonieta escrita por Stefan Zweig que su abuela le prestó cuando tenía 10 años, germen de las maratonianas visitas que, equipado con una cámara réflex, realizó a Versalles entre 2013 y 2016. El pasmo de espejos, már...
Regístrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
Cuenta Josep Solé (Barcelona, 1991) que prefiere fotografiar interiores de estilo Imperio, neoclásico o rococó a edificios de la Bauhaus o Le Corbusier porque en los primeros han pasado muchas más cosas. Al menos, la clase de cosas de las que uno se entera leyendo biografías como la de María Antonieta escrita por Stefan Zweig que su abuela le prestó cuando tenía 10 años, germen de las maratonianas visitas que, equipado con una cámara réflex, realizó a Versalles entre 2013 y 2016. El pasmo de espejos, mármoles rosados y porcelanas de Delft que tanto exasperó allí a los jacobinos provocaron también una pequeña revolución en la vida de Solé: las fotos que hizo eran tan buenas que los responsables de marketing del château le contactaron a través de Instagram para invitarle a fotografiar Versalles de noche y espacios restringidos a las visitas turísticas como los áticos del Petit Trianon.
Fue a partir de entonces cuando Josep Solé, musicólogo de formación, comenzó a colaborar como fotógrafo con otros sitios como el palacio de Rosendals en Suecia, Syon House en Inglaterra, y, en fin, con todos esos lugares históricos capaces de detener durante más de cinco segundos la cascada de imágenes en las pantallas de sus miles de seguidores en Instagram.
En esta red social, ha aprendido que el algoritmo no trata igual a los distintos estilos arquitectónicos y decorativos: “Los espacios que mejor me funcionan son o bien los más extravagantes, o bien los más austeros. Un ejemplo es la escalera de El Escorial, construida con un clasicismo muy puro. Cada plano que he subido de ella ha tenido entre 2.000 y 4.000 likes”, explica Josep Solé. Por lo visto, a Instagram le pirran las escaleras tanto como a las heroínas de los melodramas del viejo Hollywood, porque la fotografía que más likes tiene de toda su cuenta es la que tomó en otra: la escalera Gabriel del castillo de Versalles. “Te parecerá una tontería, pero he comprobado que siempre que comparto fotos de espacios construidos con ese tipo de piedra, el número de likes se dispara”.
En España, Solé ha colaborado con Patrimonio Nacional fotografiando la mayoría de los Reales Sitios. Su favorito es la Casa del Labrador, un palacete de recreo situado en el jardín del Príncipe, en Aranjuez. “Carlos IV lo usaba para divertirse y disfrutar de hobbies como sus conciertos con el cuarteto de Stradivarius. Me gusta porque tiene un aire de casa vivida que no he acabado de percibir en los demás Reales Sitios”, apunta.
Allí se encuentra su espacio preferido en España: el Gabinete de Platino. Una apoteosis del estilo Imperio que Carlos IV le encargó construir al arquitecto francés Charles Percier, el favorito de Napoleón. “Mientras que para decorar la mayoría de palacios españoles se contó con artistas nacionales o italianos, en la Casa del Labrador Carlos IV miró a Europa y reunió a los grandes maestros del momento. Las boiseríes del gabinete son de Jacob, el platino lo realiza Pierre-Augustue Forestier, hay pinturas de Anne-Louis Girodet… Es de un cosmopolitismo impresionante”.
Su maña con la cámara también le ayudó a conseguir su actual empleo en el departamento de marketing y comunicación de la casa de subastas Subarna. Aunque a su cuenta corriente sus fotografías no solo le han acarreado alegrías. Nadie puede permanecer mucho tiempo bajo un techo de Robert Adam y salir ileso. “Cada vez que visito un palacio intento adquirir obras que sean coetáneas. De Suecia volví obsesionado con el estilo gustaviano. Ahora necesito comprar una silla Luis XVI. Mi pareja ya está harta”.