Glen Powell, la última gran esperanza masculina de Hollywood: “Si buscas la definición de estrella de cine, es él”

Es guapo, carismático, talentoso, lleva décadas llamando a las puertas del Olimpo cinematográfico y Tom Cruise le ha desvelado sus mayores secretos. Con los éxitos de ‘Cualquiera menos tú' y ‘Hit Man’, y el inminente estreno de ‘Twisters’, el tornado Powell amenaza con arrasar la industria

El actor del momento, Glen Powell, durante la presentación de la película 'Twisters' en Los Ángeles, en julio de 2024.Axelle/Bauer-Griffin (FilmMagic)

Fue Jamie Lee Curtis quien le advirtió de que sería una “gran, gran estrella de cine”. Pero, durante casi dos décadas, a Glen Powell le negaron la posibilidad de intentar convertirse en una. Tan cruel e implacable se mostró la industria cinematográfica con él que su primera agencia prefirió dejar de representarle, asegurando que “tendría suerte si lo cogían para hacer de cadáver en una serie de crímenes”. Se equivocaban. En apenas medio año, ese muerto ha insuflado nueva vida al género de la comedia romántica con Cualquiera menos tú, ha copado el primer puesto global en Netflix interpretando a un improbable sicario en Hit Man. Asesino por casualidad y ahora se prepara para dar el taquillazo definitivo con Twisters, secuela del thriller noventero que llega este 19 de julio para arrasar la cartelera veraniega con el favor de la crítica ya en el bolsillo. Tras años de búsqueda infatigable por parte de los grandes estudios para coronar a la gran cara masculina del nuevo Hollywood, quizá la respuesta estaba justo delante de sus narices.

“Es talentoso, es guapo, es inteligente y se lo ha trabajado como nadie”. Así resume el cineasta Richard Linklater, que ha dirigido hasta en dos ocasiones a Powell (Todos queremos algo y Hit Man), las claves del éxito actual de este carismático tejano de 35 años de sonrisa nívea de millón de dólares y abdominales de acero. Otro de sus padrinos profesionales, Tom Cruise, apareció por sorpresa en la premiere londinense de Twisters hace unos días para apoyar —y promocionar en su propia cuenta de Instagram— a quien se ha convertido en su pupilo predilecto dentro y fuera de la gran pantalla. Tras compartir planos en Top Gun: Maverick, Cruise envió a Powell a un cine de Los Ángeles para proyectarle un vídeo didáctico, reservado “solo para amigos íntimos”, en el que el actor desglosa directamente a la cámara todo el conocimiento acumulado sobre el séptimo arte durante seis horas. “Hacer Top Gun juntos lo cambió todo. Tom es el mejor. Es un gran amigo y mentor y se ha convertido en una parte muy especial de mi vida”, ratifica Powell.

A pesar de que debutó en el cine con apenas 13 años, con un pequeño papel en la película infantil Spy Kids 3-D, no fue hasta los 19 cuando Powell decidió dejar su Austin natal y sus estudios universitarios para conquistar las colinas de Los Ángeles. Lo acogió el mítico representante Ed Limato, que antes había moldeado a otras estrellas como Denzel Washington, Kevin Costner o Mel Gibson. Fue él quien le enseñó el camino que debía recorrer si quería emular a sus referentes noventeros: “Ed siempre me decía, una y otra vez, que la definición de una estrella de cine es la de alguien con quien los tíos quieren irse a tomar una cerveza —alguien divertido, no amenazante— y con quien las mujeres quieren tener una cita y llevárselo a casa para presentarle a sus padres”, confesó en The New York Times.

Pero la temprana muerte de Limato le dejó huérfano en la profesión y tuvo que ganarse la vida como lector de guiones para la célebre productora Lynda Obst (Interstellar, Algo para recordar). Powell ha reconocido que se sentaba cada día a leer en la terraza de la cafetería de los estudios de Sony esperando, como si de una película se tratase, que algún pez gordo se topara accidentalmente con él y le diera la oportunidad anhelada.

No la consiguió. Pasó más de una década conciliando pequeños papeles en cine y televisión con oportunidades fallidas en castings con potencial para darle un giro radical a su vida, con Capitán América o Han Solo como flagrantes ejemplos. Su primer protagonista, en la comedia romántica de Netflix Cómo deshacerte de tu jefe, llegó solo porque había ejercido como actor de apoyo para los castings de Emilia Clarke y, al renunciar la actriz conocida por dar vida a Daenerys Targaryen en Juego de Tronos, decidieron darle la oportunidad al meritorio antes de que todo el proyecto tuviera que ser cancelado.

Glen Powell y Sydney Sweeney en la presentación de su película juntos, para la que avivaron rumores sobre un posible romance. John Lamparski (WireImage)

El éxito del filme le hizo apostar por el renacimiento de un género que parecía amortizado, pero se negó a que Cualquiera menos tú, protagonizada junto a la estrella de Euphoria Sidney Sweeney, se estrenara exclusivamente en una plataforma de streaming. En palabras a The Hollywood Reporter, Powell admite que tenían ofertas de todas las compañías, “con nóminas y presupuestos ostensiblemente mayores”, pero prefirieron apostar por el “impacto cultural” que solo ofrecen las salas de cine. Lo tuvieron. Tras estrenarse con una recaudación decepcionante en su primer fin de semana, el boca a boca y la estrategia de marketing seguida por Powell y Sweeney —que falsearon un posible romance entre ellos— convirtió Cualquiera menos tú en un inesperado taquillazo, superando los 200 millones de euros en todo el mundo.

“Si buscas la definición de estrella de cine, ese es Glen”, apunta el actor Jon Hamm (Don Draper en Mad Men), “la sonrisa, el pelo, el bronceado, los músculos… y lo quiere, lo ama y es bueno en ello”. Acostumbrados los últimos años a estrellas jóvenes que se mostraban atormentadas, nihilistas e inapetentes ante todo lo relacionado con la fama y el glamur, deseosas de que el Cronenberg de turno los mirara con ojos de festival y alejara los alienantes blockbusters de su camino, el caso de Powell resuena porque se muestra inequívocamente feliz y orgulloso de querer mucho y muy fuerte ser una estrella como las de antes: popular, querida, comercial y poderosa. De anteponer, al menos de momento, la complicidad de los espectadores y los exhibidores a la de los críticos y académicos. “Para tener un éxito duradero en Hollywood tienes que hacer que la gente gane dinero contigo”, reflexiona el intérprete. “Me parece lamentable cuando los actores dicen: ‘Solo quiero actuar en la película. No quiero promocionarla’. Si quieres esta carrera, parte de tu trabajo, una gran parte, es hacer todo lo posible para ayudar a vender tus películas. Hacer publicidad importa. Tienes que darle a la gente una razón para interesarse”.

Los actores Lee Isaac Chung, Glen Powell, Daisy Edgar-Jones, Charlize Theron y Patrick Crowley, en un evento benéfico de la fundación Charlize Theron's Africa Outreach Project (CTAOP), el 13 de julio de 2024 en Universal City (California). Powell acudió en compañía de su perro Brisket. Presley Ann (Getty Images for CTAOP)

Él se esfuerza en ser esa razón. Ha convertido a su perro Brisket en un actor más de sus giras promocionales e icono de Instagram, sus padres desfilaron por la alfombra roja con carteles que rezaban “Dejad de intentar que Glen Powell triunfe” y hasta se atreve con bailes virales de TikTok. Tan frenética es su agenda —también escribe y produce—, que manifiesta ser incapaz de poder prestar atención a su vida amorosa después de haber roto con la modelo Gigi Paris hace más de un año.

A pesar de estar en la cima de su carrera, acaba de construirse una casa en Austin para resguardarse junto a sus padres y sus dos hermanas del ruido de Hollywood. Es más, pretende matricularse en las cuatro asignaturas que le faltaban para terminar la carrera. Dependerá de si Twisters, en la que da vida a una suerte de cowboy que persigue tornados para su canal de YouTube, le permite tener tiempo para hincar codos o, por el contrario, confirma el vaticinio de Jamie Lee Curtis alzándolo, al fin, como la estrella del verano cinematográfico.

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