Maximiliano de Habsburgo, archiduque de Austria: “He vivido las drogas muy de cerca y he tenido que pedir perdón a mucha gente”
En los años ochenta, el aristócrata se enamoró de la fiesta madrileña. En los noventa, se rehabilitó. Ahora, trabaja para que la Fundación Recal, que creó hace más de dos décadas, siga ayudando a personas con adicciones severas
La casa imperial de los Habsburgo reinó en Europa más de seis siglos. Durante un tiempo rigieron el destino de España, Hungría, Portugal, Austria o Italia. A principios del siglo XVII, Carlos II de España, El Hechizado, dejó al país envuelto en una guerra dinástica por ser incapaz de tener descendientes con ninguna de sus dos esposas, y así prolongar el control de los Austrias en España. Fue el último miembro de los Habsburgo en gobernar suelo castellano. Ahora, aunque muy lejos de estar en posesión de un reino, el archiduque Maximiliano de Habsburgo (París, 63 años), que forma parte del árbol genealógico de los Austria, vive entre Madrid e Inglaterra. No le gusta presumir de título, pero su sangre lo desvela: su tío abuelo, el emperador Carlos I, fue el último en gobernar el imperio austrohúngaro. Es sobrino segundo de la reina Sofía, y su madre fue prima de Isabel II del Reino Unido.
En los años ochenta, se enamoró de las noches desenfrenadas de Madrid. De lo bueno y de lo malo. Años después sufrió la muerte de una de sus hermanas, con tan solo 24 años, por una sobredosis. La dolorosa pérdida le movió a crear, en 2001, la Fundación Recal, una institución dedicada a ayudar a personas adictas al alcohol, a las drogas, al sexo, a las compras... Acaba de abrir un nuevo centro en Madrid para atender a personas con trastornos alimenticios. El archiduque de Austria nos recibe en el despacho de su clínica, en Majadahonda (Madrid), engalanado con un traje de lino verde al más puro estilo inglés.
Pregunta. He oído que le gusta mucho España.
Respuesta. Me encanta este país. Llevo viviendo aquí más de 40 años. Vine a principios de los ochenta a clases de castellano [de hecho mantiene toda la entrevista en este idioma] y me enamoré de Madrid. Por aquel entonces, era una ciudad muy divertida; y ahora está de moda. Sobre todo, la calidad de vida es excepcional.
P. ¿Dedica su vida a la fundación?
R. Bueno, no toda mi vida. Soy empresario y tengo fábricas donde produzco aparatos médicos. Pero parte de mi vida claro que la dedico a la fundación.
P. ¿Qué porcentaje de éxito tiene su clínica en el tratamiento de las distintas adicciones?
R. Es muy difícil de calcular, porque si miras el éxito de los pacientes que llevan menos de un año fuera del centro es un 80-90%. Pero, a largo plazo, es difícil de evaluar, porque no nos quedamos en contacto con todos, entonces igual uno ha recaído y no tenemos aquí los datos.
P. ¿Qué es el método de los 12 pasos que ponen en práctica?
R. Los primeros pasos son, a fin de cuentas, buscar ayuda, que es lo más difícil en un adicto. Admitir que tienen un problema y buscar ayuda. Salir solo de una adicción, sea cual sea, es muy difícil sin la ayuda de otros. Y luego, ir paso a paso limpiando el pasado. Se hace un inventario de la gente a la que hemos hecho daño, siempre con total honestidad. Después de la limpieza, se medita todos los días sobre cómo dar el cambio en positivo cuando se llegue al punto final del proceso. El paso 12 es la clave. Cuando los pacientes se han recuperado y están bien, salen a ayudar a otros que sufren una adicción. Es el mismo sistema que el de Alcohólicos o Narcóticos Anónimos.
P. Es un modelo anglosajón.
R. Sí, aquí utilizamos un método que conocí en Inglaterra. Se llama el método Minnesota, que es el método los 12 pasos pero mezclado con ayuda profesional.
P. En su nuevo centro dedicado a la ayuda de personas con Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), ¿se ha inspirado en el modelo inglés?
R. Sí, es una enfermedad que ha crecido muchísimo en España después de la pandemia. Los datos son catastróficos. En Inglaterra hay muchos centros dedicados a esta enfermedad mental. El sistema que hemos traído se llama Mosley. En vez de ingresar al paciente, lo ayudamos desde el núcleo familiar. Educamos a los familiares a tratar a las personas enfermas.
P. ¿Cómo fue su experiencia con las drogas?
R. Yo he vivido los ochenta. He vivido las drogas muy de cerca y he tenido que pedir perdón a mucha gente. Yo creo que el que ha vivido el consumo de alcohol y drogas habrá hecho muchas cosas desagradables en su vida, y todas estas cosas hay que trabajarlas. Hay que limpiarlas, hay que pedir perdón a un montón de gente, y después luchar por no recaer.
P. ¿Es la razón por la que inauguró su fundación? ¿Tiene algo que ver con la muerte de su hermana hace más de dos décadas por sobredosis?
R. Sí, me di cuenta de lo difícil que es salir de esto. Tenía muchos contactos en Inglaterra, donde todo el proceso de rehabilitación es mucho más vanguardista, y tome la decisión de fundar un lugar parecido a lo que hacían allí en Madrid. El proceso es duro, pero muestra resultados. Es muy bonito, porque el paciente al haberse recuperado es muy libre.
R. Y su rehabilitación. ¿Cómo fue?
R. El salir no fue fácil. Los primeros años no son fáciles de vivir sin consumo. Pero gracias a las sesiones de Alcohólicos y Narcóticos Anónimos pude volver a la luz.
P. ¿Sigue acudiendo a las sesiones?
R. Voy con regularidad y me funciona. La enfermedad es de por vida, lo único que se puede detener es el consumo. Los pacientes que salen de nuestros centros y siguen yendo a estos grupos de apoyo consiguen salir de la mala vida. Los que suelen dejarlos, suelen volver al pecado. Aquí somos fieles defensores de asistir a estos grupos de apoyo con regularidad.
P. Cayetano Martínez de Irujo es miembro del patronato de la fundación desde que se recuperó de sus adicciones. ¿Son buenos amigos?
R. Es amigo de toda la vida y también tiene una trayectoria complicada. Ha sido muy honesto consigo mismo, y se ha enfrentado a su enfermedad. Es una persona que nos ayuda mucho en el patronato. El que ha sufrido lo que se sufre aquí, y tiene un gran corazón, siempre quiere ayudar, y él es ejemplo de ello.
P. ¿Tiene buenos benefactores? La infanta Elena no se pierde una cena benéfica de Recal...
R. Sí, tenemos mucha ayuda. Hacemos una cena de gala en septiembre donde viene mucha gente muy generosa, nos dona mucho dinero. Y luego, hay muchas entidades, como Mapfre o La Caixa, que nos ha ayudado mucho más con la construcción del centro y siguen ofreciendo generosos pagos todos los años.
P. Se ha publicado que la reina Isabel II fue también muy generosa.
R. En la celebración del 80º cumpleaños de mi madre, la reina Isabel II estaba invitada. Entonces, mi madre no quería regalos porque dijo que ya era mayor para ser convidada, y pidió a los invitados de la cena que hicieran una donación a mi fundación. Y bueno, acabó la fiesta y un mes más tarde recibimos un telegrama del palacio de Buckingham pidiendo nuestros datos bancarios. A los pocos días, nos llegó una transferencia muy generosa.
P. Su tío abuelo, el último emperador del Imperio Austrohúngaro, fue beatificado por el papá Juan Pablo II por ser un fiel promotor de la paz. ¿Se puede decir que la inclinación por hacer el bien le viene de familia?
R. Bueno, sí. Somos una familia generosa, parte de nuestra de vida la dedicamos a ayudar a los demás.