Pastora Soler: “Si mis hijas quieren ser artistas las apoyaré, pero intentaré que no”
La artista andaluza celebra 30 años de carrera con una nueva canción que precede a su próximo disco y gira, pero, tras el parón de dos años por miedo escénico que hizo hace una década, hoy reconoce que ella y su familia están por delante de la música
En 1988 una niña de 10 años presentada como Pili Sánchez sacó un disco de sevillanas llamado Gracias Madre. Su voz tenía fuerza, su presencia también, pero su nombre no tanto, al menos para el productor Luis Sanz, descubridor de artistas como Rocío Jurado, Lola Flores o Rocío Dúrcal. Cuando descubrió a Pili Sánchez en una audición en 1994 decidió mantener solo las iniciales de su nombre y aquella niña pasó a llamarse Pastora Soler de cara al público. “Una bebe de la otra y las dos tienen que estar ahí, queriéndose”, reconoce hoy la cantante sevillana (de Coria del Río, 45 años), que tres décadas después todavía no las ha fusionado del todo. En estos 30 años de carrera musical ha lanzado 13 álbumes de estudio ―sin contar el de la pequeña Pili―, ha actuado en escenarios de toda España ―y parte del extranjero― y ha recibido todo tipo de premios, desde la Medalla de Andalucía de las Artes en 2019 hasta el Premio Dial especial a la trayectoria, este 2024. Aun así, dice que todavía se siente “en la mitad” de su carrera. “Me quedan otros 30 años más”, augura con una amplísima sonrisa.
De momento, este viernes 14 de junio ha estrenado nueva canción, 30 veces, dedicada a los seguidores que la han apoyado a lo largo de su recorrido. Un camino lleno de Rosas y Espinas ―”afortunadamente ha habido más de lo primero”―, que es el nombre que ha elegido para la gira que arrancará el próximo septiembre con motivo de este trigésimo aniversario. “Es una especie de musical documental en directo que irá acompañado de mi repertorio, pero en el que quiero transmitir mi vivencia personal, empezando desde niña, pasando por mi adolescencia, por años complicados, por enamorarme, desenamorarme, casarme, tener hijos... Quiero contar a la gente mi experiencia e intentar ayudar a gestionar las emociones, la salud mental, contar todo por lo que he pasado a través de la canción, pero también de manera directa, por eso toda la primera parte son conciertos en teatro”, explica en la entrevista con EL PAÍS. Actuará, por ejemplo, en el Circo Price de Madrid (25 de octubre), el Gran Teatro del Liceo de Barcelona (17 de febrero), el Gran Teatro Falla de Cádiz (22 de marzo) o el Teatro López de Ayala de Badajoz (16 de mayo). También va a editar un álbum recopilatorio, 30, que verá la luz a finales de 2024 y que contendrá sus éxitos más conocidos junto a nuevas sorpresas. “Es una manera de decir: ‘Oye, ya han pasado 30 años, gracias. Seguimos aquí. Estamos todos bien”, considera.
Es un mensaje simple, pero importante para sus fans. Sobre todo después de que en 2014 anunciara que se retiraba de los escenarios a causa del miedo escénico. Primero, se desmayó en un concierto en Sevilla. Luego, se quedó sin voz en otra actuación en Málaga. “No puedo más que agradecer vuestro cariño y comprensión y deciros que ya no me quedan fuerzas para seguir. Debí tomar la decisión de poner un punto y aparte en mi carrera hace algunos meses, pero mis ganas de luchar me impulsaron a seguir. Hoy os anuncio la decisión de dejar mi actividad”, acabó escribiendo en su perfil de Facebook. El parón duró dos años en los que rehusaba hablar de lo sucedido, pero hay hasta una entrada de la Fundéu que describe el término Hacerse un Pastora Soler, después de que Joaquín Sabina lo acuñase cuando vivió un episodio similar sobre el escenario. “Me di cuenta de que había hecho muchas más cosas por Pastora que por Pilar”, resume ella ahora que la perspectiva de los 10 años que han pasado le permite recordarlo sin problema. “Tiene que haber un equilibrio entre las dos. Y una convivencia. Ahora mi parte personal gana un poquito más a la artística”, confiesa.
La biografía de Pastora Soler en su perfil de Instagram, donde acumula 497.000 seguidores, resume bien su orden de preferencias: “Mujer, mamá, cantante...”. La artista está casada desde 2009 con Francis Viñolo (50 años), coreógrafo y director artístico de programas como La Voz y de artistas como Vanesa Martín, India Martínez, Alejandro Sanz y, por supuesto, la propia Pastora. Tienen dos hijas en común, Estrella, de 8 años, y Vega, de 3, que lo han cambiado todo. “No digo que no me vaya a volver a pasar [sufrir miedo escénico], pero creo que ser madre me ayudó a entender que la prioridad ahora mismo no es mi profesión, es otra cosa. La profesión ahora se ha convertido en mi disfrute. Es el salir de casa y decir: ‘Me voy a trabajar”, reconoce.
Además de sobre el escenario, la artista andaluza también ha dejado su huella en la televisión a su paso como jurado de El Número 1 y La Voz senior, o como participante de Mask Singer y Tu cara me suena, donde acudió como invitada para imitar a Céline Dion en 2013 y a Lady Gaga esta temporada ―ella misma también ha sido imitada varias veces en el programa―. Actualmente, trabaja como jurado en el concurso de Canal Sur Tierra de talento, presentado por el comediante Manu Sánchez. Pero si por algo es conocida para el público en general es por ser la representante de España en Eurovisión en 2012. La canción Quédate conmigo la llevó hasta la décima posición de la clasificación, un puesto que desde entonces solo ha sido superado por Chanel, que quedó tercera en 2022 ―e igualado por Ruth Lorenzo, que también quedó décima en 2014―. “Fue uno de los momentos más importantes de mi carrera, que hasta entonces era de ir trabajando poquito a poco y de repente me coloqué en el punto de mira. Cantar en Eurovisión es algo muy analizado, muy criticado, pero para mí fue importante porque a raíz de ahí fui escuchada como hacía muchos años que quería que se me escuchara, sin encasillarme en estilos, y la gente vivió ese momento con mucha pasión. A raíz de ahí me quisieron un poquito más”.
Una de sus nuevas normas es que cuando organiza una gira no quiere más de tres conciertos seguidos: “Me causa ansiedad llegar al tercero”. Otra regla obligatoria es no pasar más de cuatro días sin ver a sus pequeñas. Intenta evitar que la acompañen en sus actuaciones porque actuar le “absorbe mucha energía”, pero reconoce que la mayor, Estrella, ya presenta signos de que a ella el nombre sí que le va como anillo al dedo. “Le gusta el baile, como a su padre”, comenta, “pero yo lo que no quiero es que les salga la vena artística porque los dos nos dedicamos a esto. Si tienen la llamada y la vocación, como me pasó a mí, por supuesto que las apoyaré, pero intentaré que no”, confirma entre risas más Pili que Pastora.
La industria musical ha cambiado radicalmente desde sus inicios, empezando por la propia promoción. “Esto es un día intenso y ya está, no es como antes que te tirabas de promo tres meses”, comenta durante la entrevista. Su imperturbable sonrisa y sus enormes ojos azul grisáceo desprenden una arrolladora ―y estudiada― seguridad durante todas las conexiones televisivas a las que se presta en este día de promo, y se relaja un poco más cuando pasa a sentarse en un sofá para atender a EL PAÍS, sin cámaras apuntándole. “Todos tenemos momentos de debilidad y de inseguridad y creo que el poder hablarlo claramente y abiertamente es una ventaja, ¿no?”, se dice. “A mí como madre me preocupa, pero mi hija ya me habla del psicólogo de su cole, o sea que ahora es algo muchísimo más normal y gracias a Dios creo que eso va a ayudar mucho”, confía.
La cantante ha acudido a la presentación de la celebración de sus 30 años de carrera completamente vestida de azul, probablemente para destacar delante del sinfín de rosas rojas que adornan el espacio y que se llevan de regalo los asistentes. Son rosas sin espinas, quizás también como una metáfora de lo que Pastora Soler espera encontrarse de aquí en adelante en el largo camino que todavía le queda por recorrer.