Mathilde Favier, la mujer con la mejor agenda de París: “La intimidad es el verdadero lujo”
La ejecutiva de Dior y directora mundial de celebridades de la ‘maison’ publica su primer libro, un homenaje a la capital francesa y a sus famosos amigos parisinos, un desfile de artistas, diseñadores, artesanos y hasta ex primeras damas
Mathilde Favier (París, 54 años) trata todos los días con artistas, actrices y actores, políticos, primeras damas, reinas y astros del pop, pero asegura que nunca se ha sentido deslumbrada por ninguna estrella. “Mi madre siempre nos decía a mis hermanas y a mí: ‘No lo olvidéis, todo el mundo hace pipí en el mismo sitio’. Cuando lo piensas así, es difícil dejarte impresionar”, explica. Favier, que ostenta el cargo de directora mundial de celebridades de la maison Dior, es consid...
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Mathilde Favier (París, 54 años) trata todos los días con artistas, actrices y actores, políticos, primeras damas, reinas y astros del pop, pero asegura que nunca se ha sentido deslumbrada por ninguna estrella. “Mi madre siempre nos decía a mis hermanas y a mí: ‘No lo olvidéis, todo el mundo hace pipí en el mismo sitio’. Cuando lo piensas así, es difícil dejarte impresionar”, explica. Favier, que ostenta el cargo de directora mundial de celebridades de la maison Dior, es considerada la mujer con la mejor agenda de París. Conoce a toda la gente importante de la ciudad y la gente importante la conoce a ella: expresidentes, fotógrafos de moda, diseñadores, floristas, decoradores, pasteleros y hasta eminentes cirujanos. “Tengo contactos importantes porque confían en mí. Esta mañana, por ejemplo, me llamó una persona para pedirme el teléfono de un médico de renombre. Yo no conocía de nada a esta persona, pero era amiga de una amiga mía. Llamé directamente al doctor y los presenté. Estoy feliz de haberlo hecho. Me estoy haciendo mayor, como todos, y al final de eso se trata la vida: de ayudar”, dice.
La ejecutiva de Dior acaba de publicar Living Beautifully in Paris (Flammarion), un libro que rinde homenaje a la capital francesa y a sus amigos parisinos, entre los que figuran el interiorista Jacques Grange y el anticuario Pierre Passebon, la editora Emmanuelle Alt, la diseñadora Vanessa Seward, la coleccionista Diana Picasso, la artista Eva Jospin o la supermodelo, cantante y ex primera dama Carla Bruni. El libro, que está escrito en francés e inglés y ya está siendo traducido al chino, coreano y japonés, es una pequeña muestra de la impresionante agenda que tiene la autora, pero también es una rendija para espiar el fabuloso universo de los Favier, una larga dinastía de empresarios.
La propia Favier reconoce que es una privilegiada y que ha tenido suerte en la vida. Nació en una familia acomodada que tenía como lema “no somos suficientemente ricos como para escatimar”, que servía la mantequilla en bandeja de plata, que jamás hablaba del precio de las cosas y que enviaba cartas de agradecimiento escritas a mano. Con 14 años empezó a trabajar con el diseñador Karl Lagerfeld, con 16 ya iba a los bailes de Marie-Hélène de Rothschild en el Hôtel Lambert de París y, con 18, tomaba el té con Madeleine Castaing y Jacqueline de Ribes. Lee Radziwill, hermana de Jackie Kennedy, le presentó a su primer marido, con quien se casó en el palacio del conde Giovanni Volpi en la Giudecca veneciana.
Pregunta. ¿Echa de menos ese “viejo mundo”? ¿El presente es menos glamuroso que el pasado?
Respuesta. No. Me siento muy afortunada de haber conocido ese periodo de tiempo porque me ha ayudado mucho en mi vida. Me enseñó a pensar de una manera y a dar prioridad a la calidad sobre la cantidad. Esas personas que mencionas, que eran personajes de otro mundo, solían recibir en sus casas y entretener a sus invitados de una manera tan detallista y refinada que se me pegó a la piel. Pero no pienso mucho en el pasado, prefiero mirar al futuro.
P. ¿Su agenda es su mayor tesoro?
R. He tenido mucha suerte. He conocido a gente increíble desde muy joven. El padre de mis hijas es banquero, mi prometido es productor de cine… la gente que conozco tiene contactos. Yo los uso para ayudar a otros. Si alguien necesita ayuda, aquí estoy.
P. ¿Cuál diría que es el mayor error en materia de buenos modales?
R. No respetar al prójimo. Nunca sabes qué le puede estar ocurriendo a la otra persona, así que es mejor no juzgar o reírse de nadie. No quiero ir de santa, pero me obligo a ser indulgente.
P. Creció en una familia a la que le gusta estar rodeada de cosas bonitas. ¿Hoy cuesta más acceder al lujo?
R. No, no lo creo. El lujo no se trata de dinero, sino de tener tu propio gusto. Para mí la simplicidad es uno de los mayores lujos. Comer un tomate que sabe bien me parece uno de los mayores lujos.
P. ¿A qué cree que se debe este bum del lujo que parece no tocar techo? ¿Qué busca la gente cuando lo compra?
R. Busca calidad. Para mí esa es la definición del lujo: calidad. Maria Grazia Chiuri [directora creativa de Dior] está muy pendiente de los detalles. Ella insiste mucho en que somos una casa de alta costura y que la alta costura es calidad y perfección. Si no hay calidad y perfección, la costura no vale la pena.
P. Prácticamente, toda su familia se dedica al negocio de la belleza y el lujo. ¿El buen gusto es un bien escaso?
R. Es un bien raro, pero no es una cuestión de dinero o de físico. Es una cuestión mental.
P. Estudió en el colegio Lübeck, uno de los más chic de París. ¿Qué aprendió allí?
R. Era un lugar serio y las monjas eran estrictas. Allí aprendí el rigor. Para mí, el rigor es el respeto por el prójimo. Ser disciplinado con uno mismo es una señal de respeto hacia los demás.
P. Luego fue aprendiz de Karl Lagerfeld. La otra becaria en el estudio era la hoy directora de cine Sofia Coppola. ¿Cómo recuerda esa época?
R. Como la mejor de las épocas. Yo tenía 14 años y Sofia era un poco más joven. Ella estaba pasando una temporada con su padre en París. Mi tío, Gilles Dufour, le dijo a Francis [Ford Coppola]: “Trae a tu hija al estudio”. Recogíamos las agujas del suelo y hacíamos lo que nos pidieran. Sofia es una persona muy agradable y con una gran personalidad. La considero una verdadera parisina. Respecto a Karl, era único, una de las personas más inteligentes que he conocido. Era extremadamente cultivado y había leído muchos libros. Lo conocí en una etapa en la que vivía en la Rue de l’Université como un rey, sin electricidad, solo con la luz de las velas y vistiendo grandes chemises de nuit. Él nos enseñó a observar a la gente y a desarrollar un sentido de la edición de todo: “Esto es bueno, esto no es bueno, esto me gusta, esto no me gusta”. Nos enseñó a sentirnos atraídos por la gente que marca la diferencia.
P. Mencionó a su tío, Gilles Dufour, que fue mano derecha de Lagerfeld en Chanel durante muchos años. En su libro lo define como “un maestro que le enseñó a navegar en este mundo”.
R. Mi tío me enseñó a ser natural y a no esforzarme por tener que demostrar nada a nadie. A la gente interesante no tienes que demostrarle nada, lo ven todo por sí mismos. No tienes nada que probar ante ellos porque entienden rápidamente quién eres y qué llevas dentro.
P. Carla Bruni es su amiga desde la infancia. ¿Cómo la conoció?
R. Éramos vecinas en Cap Nègre, en el sur de Francia. Siempre ha sido bella, siempre ha sido encantadora… También era vecina mía en París. Cogíamos el mismo autobús, el número 63, para ir el colegio. Hemos estado siempre vinculadas de una u otra forma. Y luego se casó con un amigo [el expresidente francés Nicolas Sarkozy], así que es como de la familia.
P. ¿Cuál ha sido el evento más estresante de su carrera?
R. Un festival de Cannes, hace seis o siete años. Teníamos que terminar un vestido para la actriz Emma Stone, pero faltaba tela para el forro. Eran las cinco de la tarde, las tiendas ya habían cerrado y faltaba poco para la clausura del festival. Cogimos las cortinas de la habitación del hotel y las costureras de Dior terminaron el forro del traje a tiempo.
P. Está todo el tiempo viajando por el mundo. ¿Alguna vez echa de menos su casa?
R. Soy una persona pública y mi trabajo consiste en tratar con gente, pero me gusta estar en mi casa. La intimidad es el verdadero lujo, es un bien que escasea.
P. ¿Y la soledad? ¿También es un lujo?
R. Absolutamente. En mi caso es una cuestión física. No escucho de un oído porque nací sin un tímpano. Así que desde el primer día vivo un poco en mi propio mundo. Esa otra mitad mía es mi mejor amiga. Nos llevamos muy bien y somos felices juntas.
P. ¿Cuál es su lema en la vida?
R. Me gusta una frase de Spinoza: Bien faire et se tenir en joie. Hacer lo correcto y ser feliz.