María Vidaurreta, la musa rebelde de Alianza Popular: “No me importaba que me llamaran ‘la señora de Jorge Verstrynge”
La socióloga y su entonces marido formaron una de las parejas de moda de la Transición y los años ochenta. En esa época, ella fue icono de los liberales, Lady España, personaje del papel cuché... Cuarenta años después, se define como progresista. “A favor del aborto, de la eutanasia y de la libertad”, dice
María Vidaurreta (Madrid, 73 años) nos recibe en su piso del barrio de Salamanca con una botella de champán y una bandeja de dátiles, panetone y bombones. El apartamento está decorado con arte contemporáneo y piezas tribales que ha comprado en sus viajes por África. Las estanterías del salón rebosan de libros de sociología, educación y conservacionismo. Vidaurreta es socióloga y doctora en Ciencias Políticas y ha dedicado su vida a la enseñanza universitaria. Mientras estudiaba en la Universidad Complutense de Madrid, ...
María Vidaurreta (Madrid, 73 años) nos recibe en su piso del barrio de Salamanca con una botella de champán y una bandeja de dátiles, panetone y bombones. El apartamento está decorado con arte contemporáneo y piezas tribales que ha comprado en sus viajes por África. Las estanterías del salón rebosan de libros de sociología, educación y conservacionismo. Vidaurreta es socióloga y doctora en Ciencias Políticas y ha dedicado su vida a la enseñanza universitaria. Mientras estudiaba en la Universidad Complutense de Madrid, conoció al político Jorge Verstrynge. Ella tenía 20 años y él, 23. Se casaron, tuvieron dos hijos (Sigfrido y Eric, hoy exitosos banqueros) y formaron una de las parejas de moda de la Transición y los años ochenta. Si Isabel Preysler fue la musa de la beautiful people socialista, Vidaurreta lo fue de la Alianza Popular de Manuel Fraga. En aquellos años, su imagen estaba omnipresente en la prensa: recibiendo la corona de Lady España; participando en un desfile de abrigos de piel junto a Preysler, Rocío Jurado y Carmina Ordóñez; posando con su familia en las páginas satinadas del papel cuché… En 1989, la noticia de su divorcio de Verstrynge fue portada de todas las revistas. “Y contraportada de EL PAÍS”, aclara ella.
Pregunta. ¿Cómo se definiría?
Respuesta. Soy una señora muy “puzzle”. Lo comprendí más o menos cuando me separé de Jorge. Mi vida es un rompecabezas de muchas piezas porque he tocado muchos palos y me he atrevido a abrir puertas y a experimentar. Fraga quería conocer a una persona en un segundo. Conmigo siempre estaba muy despistado y eso le ponía de mal humor. Eso me ha pasado siempre. Cometen muchos errores conmigo. Yo soy lo que me apetece en cada momento. En Alianza Popular nadie sabía cómo tratarme, en la universidad nadie sabía cómo tratarme, y en las fiestas nadie sabía cómo tratarme.
P. En los años ochenta los medios se referían a usted como “la señora de Verstrynge”. ¿Le molestaba?
R. Conocí a Jorge en la universidad. Era distinto a todo lo que yo había conocido: rubio, alto, con ojos azules, de mentalidad nada española. Yo quería ayudarlo en su carrera política y no me importaba que me llamaran “la señora de”. Jorge era un portento intelectual y debo reconocer que sin él yo no habría abierto muchas puertas. Lo que duró mereció la pena. Por él hice de todo: ir al Club Siglo XXI, sentarme al lado de Manuel Fraga…
P. Incluso fue militante de Alianza Popular.
R. Sí, otra cosa que hice por Jorge. A finales de los setenta, Fraga me llamó para ver si yo podía presentar los programas de Alianza Popular. Así que ahí estaba yo, una chica joven sentada en la misma mesa con Fraga, López Rodó, Silva Muñoz, Pastor Ridruejo… Los periodistas alucinaban. Yo les servía en ese momento. Jorge era su niño bonito y yo era una mujer con buena facha que podía hablar. Me encargaron una ponencia sobre la mujer. Me corté bastante, pero incluí la planificación familiar, el divorcio… Las “señoras bien” no me entendieron. No me dejaron leer mi ponencia. Al final me alejé del partido.
P. Y en 1984 la coronan Lady España.
R. Otra contribución a la carrera de Jorge. En esa época me dediqué a que él fuera lo que quería ser. Y yo, si tenía que ser Lady España, lo era. Y fui una Lady España ideal. A partir de ahí las cosas se pusieron mal. Empezaron a invitarme a todo. Si ya les costaba trabajo clasificarme, después de eso les costó más.
P. ¿Cómo era la beautiful people?
R. No hablaba mucho con la beautiful people. Para mí eran bastante aburridos. Había mujeres muy tiesas. También había gente divertida, pero los temas eran siempre los mismos: quién se casó con quién, quién se separó de quién. Se hablaba mucho sobre el cotilleo patrio y la moda.
P. Su separación de Verstrynge fue muy mediática. ¿Cómo lo recuerda?
R. Fue terrible. Él ya estaba mal porque lo habían echado de Alianza Popular. La camarilla de Fraga le había lavado el cerebro a Manuel, lo habían convencido de que Jorge quería ocupar su lugar. Eso era mentira. Jorge, hijo de divorciados, lo quería como a un padre.
P. Y, ¿por qué se divorciaron?
R. Estábamos siempre con escoltas, mis hijos iban al Liceo Francés con vigilancia, éramos los segundos o terceros en la lista de ETA. La casa donde veraneábamos en Marbella también estaba siempre vigilada por la Guardia Civil. Era una vida muy poco íntima. Y los dos éramos muy libres. Yo nunca renuncié a mi libertad, y él tampoco. Jorge nunca me puso ningún problema.
P. ¿Cuál fue el detonante?
R. Un imbécil que se cruzó en mi vida y un día me invitó a comer a la Plaza de Oriente. En esa comida, se acercó y me pidió un beso. Yo no sabía que había pactado unas fotos. Me vendió. Me llamaron de una revista para avisarme de que las iban a publicar. Lo primero que hice fue decírselo a Jorge. Las cosas ya no iban bien entre nosotros. Él me quería, pero ya no estaba enamorado de mí, yo lo quería, pero tampoco estaba enamorada de él.
P. ¿Se arrepiente de algo?
R. No. Estoy muy orgullosa de haberme casado con Jorge, aunque luego se portara fatal. Debo decir que él llevó a Alianza Popular de ocho o nueve diputados a más de 100. Yo viví todo ese tiempo con él y puedo asegurar que estaba dedicado a la política las 24 horas del día, los siete días de la semana. Alfonso Guerra y él hablaban todo el tiempo para limar asperezas entre sus partidos.
P. ¿Le sorprendió el salto de su exmarido de Alianza Popular al PSOE?
R. No me sorprendió. Como te decía, él estaba muy cerca de los socialistas por su amistad con Alfonso Guerra. Eran tan cercanos que nombró a Guerra albacea de mis hijos. Ese movimiento lo vi muy él. Jorge intentó que Alianza Popular fuera un partido progresista, pero lo que había es lo que había.
P. Y luego llegó a su vida el aristócrata y escritor José Luis de Vilallonga.
R. Nos presentó un íntimo amigo mío al que nunca se lo perdonaré.
P. ¿Qué no le perdona a su amigo?
R. Que no me advirtiera. José Luis me vendió. Lo conocí y me pidió que me casara con él. Le dije que sí. Vendió la exclusiva del compromiso a ¡Hola! sin avisarme. Yo nunca había cobrado un duro por un reportaje. Luego nos fuimos a Túnez y también llamó a un fotógrafo. El fotógrafo me corroboró que José Luis cobraba por esas fotos. Cuando volví a Madrid, llamé a Eduardo Sánchez (entonces director de ¡Hola!) y me puso con Javier Osborne (director adjunto del semanario). Él me fue diciendo las cantidades que Vilallonga había cobrado. Quedé para cenar con José Luis y le dije: “Si necesitabas dinero, me hubieras dicho”. Y rompimos.
P. ¿Le sigue interesando la política?
R. Por supuesto, pero hablo poco de política. Prácticamente, todas mis amigas son de derechas, algunas son de Vox.
P. ¿Y usted cómo se define?
R. Progresista, libre, independiente. A favor del aborto, de la eutanasia, de la libertad. No he analizado mucho la figura de Pedro Sánchez, pero con tal de que no gobiernen los otros, a mí me parece bien. Conozco bien a los padres de los que hoy son de ultraderecha y sé lo que le hicieron a Jorge por no ser el típico españolito. La ultraderecha es sumamente hipócrita. Dicen una cosa y luego hacen otra. Nunca contaré lo que sé, pero te aseguro que prefiero estar muerta a verlos gobernando España.