Beto Pérez, creador de zumba: “Siempre soñé con viajar y bailar con mucha gente, no me imaginé siendo famoso, ni millonario”

“Fui visionario sin saberlo”, dice el colombiano que inventó esta disciplina deportiva de casualidad en los ochenta, mientras daba clases de aeróbic a lo Jane Fonda. Hoy es dueño de una empresa de valor millonario, con negocios como una marca de ropa y de cosméticos

Beto Pérez, creador de la zumba, durante el evento Zin Academy de Zumba en el Palacio de Deportes Martín Carpena de Málaga.Garcia-Santos (El Pais)

A los 16 años, a finales de los ochenta, Beto Pérez comenzó a dar clases de aeróbic en Cali (Colombia). A los 20, ya en la década de los noventa, se trasladó a la capital, Bogotá, para seguir creciendo en la disciplina. Después viajó tres veces, sin documentos ni la menor idea de inglés, hasta Miami (EE UU) para buscar una oportunidad. La consiguió a la cuarta, tras dormir en la calle. Ya en el siglo XXI y con 29 años llegó el momento más decisivo de su vida. Tuvo que elegir entre un empresario norteamericano que l...

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A los 16 años, a finales de los ochenta, Beto Pérez comenzó a dar clases de aeróbic en Cali (Colombia). A los 20, ya en la década de los noventa, se trasladó a la capital, Bogotá, para seguir creciendo en la disciplina. Después viajó tres veces, sin documentos ni la menor idea de inglés, hasta Miami (EE UU) para buscar una oportunidad. La consiguió a la cuarta, tras dormir en la calle. Ya en el siglo XXI y con 29 años llegó el momento más decisivo de su vida. Tuvo que elegir entre un empresario norteamericano que le ofrecía un millón de euros para invertir en él y Alberto Perlman, compatriota que no tenía casi nada. “Lo elegí a él porque era con quien tenía más feeling. Y creo que tomé la decisión correcta”, recuerda hoy. Pérez es el inventor de zumba, práctica deportiva que los ha convertido en millonarios y que han disfrutado alguna vez desde la reina Letizia hasta Michelle Obama pasando por Garbiñe Muguruza, Victoria Beckham o Raquel Sánchez Silva. Más de 15 millones de personas la practican cada semana en 180 países de todo el mundo, mientras él da clases en su propio gimnasio en Miami y realiza eventos puntuales, como el del pasado fin de semana en Málaga.

Más de 500 personas de media Europa se dieron cita el sábado en el Palacio de los Deportes Martín Carpena de la capital malagueña para participar en una jornada de 10 horas de clase de zumba dirigida a instructores certificados. A pie de pista, las asistentes —mayoría amplia de mujeres— parecían las seguidoras de una religión. Una cuyo uniforme está compuesto por mallas, tops y sudaderas de colores chillones fluorescentes, cuyos himnos son el merengue, el reguetón y la samba, y cuyo mesías es el propio Beto Pérez, que en primavera cumplió 53 años. Las risas, los ojos bien abiertos y el movimiento servían para seguir los pasos de quien un día unificó el baile y el aeróbic en una práctica que por entonces no tenía ni nombre. Hoy Zumba es una compañía valorada en más de 500 millones de dólares (casi 470 millones de euros), que tiene su propia marca de ropa —con colaboraciones con Hello Kitty o Crayola— y cosméticos, entre otros negocios. “Siempre soñé con viajar por el mundo y bailar con mucha gente, pero no me imaginé siendo famoso, ni millonario, ni ayudando a cambiar vidas”, reconoce.

El padre de la zumba define la práctica como “una serie de movimientos disfrazados de baile que realmente están tonificando el cuerpo”. “Es la fiesta de un club nocturno traída al mundo del fitness, sin trasnochar, sin alcohol y con agüita”, afirma enfundado en una camiseta de manga larga en la que se puede leer “You beto believe it” con su propia cara dibujada. En la plataforma Vix —que no ha llegado a España— se puede ver una serie de 70 capítulos sobre su vida, de su infancia solitaria tras la marcha de su madre por trabajo a Estados Unidos a sus éxitos y fracasos como adulto. En YouTube es fácil encontrar vídeos de Pérez impartiendo clases multitudinarias en lugares tan variados como Rimini (Italia), Yakarta (Indonesia), Ciudad de México o Estambul (Turquía) y pronto volverá a Reino Unido y Japón. Sus dos últimas visitas a España, en 2021 y el fin de semana, han sido a Málaga, destino elegido por sus conexiones con Europa por avión, su playa y sus precios. A las más de 500 personas que participaron se unió, durante unos minutos, la tenista Garbiñe Muguruza. Malena Costa, Shakira, Becky G o Claudia Leitte son personalidades que se han sumado a unos eventos que recorren el mundo y que tienen su convención central anual en Orlando, a la que acuden 8.000 personas. Todas ellas instructoras oficiales que se forman y certifican en la empresa de Pérez y que luego reciben coreografías, músicas y materiales de manera bimensual para dar clases.

Beto Pérez, el día 16 en Málaga. García Santos rcía-Santos (El Pais)

A los pies de Jane Fonda

Él mismo ha contado en numerosas ocasiones que en los inicios todo fue fruto de la casualidad. Aun adolescente, impartía clases de aeróbicos en Cali con música que él grababa en una vieja cinta de madrugada directamente de la radio, porque a esa hora no había anuncios. “Locomía, Rosario, El General, Juan Luis Guerra, ese tipo de canciones, lo que pusieran”, afirma. Era la que usaba en sus sesiones, hasta que un día olvidó sus casettes. Tenía a mano una de merengue, salsa y otros ritmos latinos. Para salir del paso mintió a sus estudiantes diciendo que había preparado algo especial para ellos. Improvisó durante una hora. Y funcionó. “Les encantó y me pidieron más, fue muy loco. Fui visionario sin saberlo”, rememora.

Aquello cambió su vida para siempre. Primero en Cali bajo el nombre de aeróbicos latinos, luego en Bogotá con la denominación de rumba y, más tarde, en Miami, donde acabaría aliándose con Alberto Perlman —hijo de una alumna de Pérez y hoy consejero delegado de Zumba Fitness LL— y Alberto Aghion para darle el nombre definitivo. “Fue tirar nombres como tinga, punga, panga, dumba… hasta que salió zumba, con la Z de El Zorro que tanto me gustaba de pequeño”. La intención inicial fue grabar unas clases y venderlas en DVD con la idea de que el ejercicio ayudaría a bajar peso a una sociedad, la norteamericana, con altos índices de obesidad. “Ese era el marketing, aunque mi foco fue más ir hacia la alegría, gozar”, afirma Pérez. Cuando lanzaron los audiovisuales empezaron a recibir mensajes de personas que querían formarse como instructores y la empresa empezó un programa de entrenamiento en el que esperaban unas 80 personas, pero recibieron 300. Se convirtió en una línea de negocio, pero como él no podía asumir todas las clases, decidió delegar en formadores de instructores. En España hay solo cuatro mujeres con ese certificado, pero les permite mantener una activa comunidad cuya fidelidad es, casi, religiosa.

"Esto no es una audición para Broadway, es solo una forma de expresarse y pasarlo bien”, afirma Beto Pérez. En la imagen, asistentes al evento Zin Academy de Zumba, en Málaga.García Santos rcía-Santos (El Pais)

¿Y qué tiene zumba para atraer a un público tan amplio? “La gente hace ejercicio sin sentir que hace ejercicio. El deporte se relaciona con dolor, sacrificio y agujetas, aquí eso también ocurre, pero lo que se recuerda es lo bien que la pasaste en clase. Esto es una pasión”, relata Pérez. Destaca que no existe ningún requisito a la hora de practicar esta modalidad en el gimnasio de la esquina: “Quienes son totalmente arrítmicos se sentirán cómodos en la tercera clase. Y quien se sepa mover un poco, desde la primera. Esto no es una audición para Broadway, es solo una forma de expresarse y pasarlo bien”, explica quien señala que personas de todas las edades practican esta disciplina —“solo hace falta tu cuerpo”—. Para facilitar la llegada de todo tipo de públicos, ha desarrollado nuevas modalidades: zumba step, aqua zumba, zumba gold para mayores, zumba sentao para abdominales, también zumba kids. “Hemos tomado las tendencias y las estamos resucitando para que la generación actual viva las cosas tan buenas que pasaron en el mundo del fitness en los ochenta y noventa″, añade Pérez, que pone en un pedestal a la pionera del aeróbic, Jane Fonda.

La empresa norteamericana firma acuerdos con artistas famosos para que cedan sus canciones y estos deben pedir permiso para utilizar la palabra zumba en sus letras. En sus inicios se practicaba al ritmo de a Macarena o Aserejé, para más tarde tirar de temas de Pitbull, Calle 13 o Luis Fonsi y su Despacito. “Compramos derechos, porque una buena fiesta necesita de música de calidad, pero también tenemos ganadores de Grammy que hacen temas exclusivos para nosotros”, concluye Pérez, al que le gusta seguir impartiendo clases en City Zero, su espacio deportivo en la ciudad de Florida, para mantener la cercanía con sus seguidores. “No quiero retirarme y alejarme de la realidad”, sentencia.

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