Drake, el rey Midas de la música contra el que es imposible apostar
El rapero y actor, que ha vendido 170 millones de discos, ha colocado tres canciones en lo más alto de la lista de sencillos de Estados Unidos, algo que nadie había logrado antes
El padre de Drake, Dennis Graham, fue batería durante décadas. De los buenos. Tocó con Jerry Lee Lewis, Al Green, Isaac Hayes, Willie Nelson y varias decenas más de nombres míticos. Este es un dato importante para entender lo ambicioso que ya era su vástago, Aubrey Drake Graham, con solo nueve años. “Hizo una audición para un programa de televisión en Toronto y me dijo: ‘Papá, te apuesto cinco dólares a que voy a hacer más anuncios q...
El padre de Drake, Dennis Graham, fue batería durante décadas. De los buenos. Tocó con Jerry Lee Lewis, Al Green, Isaac Hayes, Willie Nelson y varias decenas más de nombres míticos. Este es un dato importante para entender lo ambicioso que ya era su vástago, Aubrey Drake Graham, con solo nueve años. “Hizo una audición para un programa de televisión en Toronto y me dijo: ‘Papá, te apuesto cinco dólares a que voy a hacer más anuncios que tú, más música que tú’. En 2009, tuve que pagarle”, contaba el señor Graham.
En 2009, a Drake, con 23 años, le acababan de echar de Degrassi, the next generation, la serie para adolescentes más famosa de Canadá, donde actuó durante ocho años, hasta que quisieron caras nuevas. Ese fue el comienzo de una nueva carrera. En 2010 debutó como rapero a lo grande (antes ya había publicado dos mixtapes) con Thank me later. Once años después, en 2021, con 34, ha batido un récord absoluto. A pesar de que el lanzamiento de su sexto disco largo se ha retrasado debido a una lesión de rodilla, editó el 5 de marzo un EP (reproducción extendida) y tres de sus nuevas canciones ocupan los tres primeros puestos de la lista de singles de Estados Unidos, algo nunca conseguido antes.
Es un récord que hay sumarlo a sus logros durante una década: 170 millones de discos vendidos, ser el artista con más ventas digitales en Estados Unidos, el que mayor número de canciones ha colocado en la lista de éxitos al mismo tiempo y el primero en superar los 50.000 millones de reproducciones en Spotify. Además, se ha llevado a casa 275 premios, entre ellos cuatro Grammy, y se estima que su patrimonio ronda los 180 millones de dólares. En resumen: Drake es un rey Midas. La cuestión es ¿por qué él?
Cuando en 2011 dio el pelotazo con Take care, su segundo disco, la revista New Yorker le dedicó un perfil. Ahí apuntaban un motivo: “Take care demuestra que el hip-hop (y el pop en general) se encuentra en un periodo de transición en el que las limitaciones formales se han disuelto casi por completo. Sus ritmos y sonidos característicos pueden encontrarse por todas partes en el pop de estos días”. Drake había dado en el clavo. Había conseguido el crossover más grande de la historia. Es decir, ser parte de un estilo, pero llegar a los aficionados de todos los demás.
Lo más curioso fue que el mundo del hip-hop, obsesionado durante mucho tiempo con que la credibilidad nace de un pasado de calle, delincuencia y violencia acogió a Drake con pocas reticencias a pesar de que no encajaba para nada. Es un judío canadiense de padre negro criado en un suburbio acomodado de Toronto. La credibilidad la aportaba su mentor, Lil Wayne, ese rapero al que Trump indultó de un delito de posesión de armas. Drake consiguió que el triángulo formado por el rap, el r’n´b y el pop convergieran en un punto en el que atrapaba al público de una forma nunca vista. “Me considero la primera persona que ha conseguido rapear y cantar al mismo tiempo”, dijo en una ocasión.
Aunque Kanye West le había allanado el camino (fue el primer rapero que presumía de ser un tipo educado y alejado del canon), Drake llevó eso mucho más lejos. Su música melancólica, (blandita, decían muchos), esquivaba las metáforas habituales en el género y resultaba autobiográfica hasta el onanismo. Drake siempre habla de Drake. Es un tipo sensible. En 2011 todavía resultaba extraño que un rapero cantara: “Mostrar emociones no significa que sea una nenaza”.
No siempre. En 2015 editó por sorpresa If you are reading this, it’s too late, donde mostraba otra cara. También triunfó. C Tangana recordaba en diciembre esa grabación. “Hasta entonces, Drake era un actorcillo canadiense blandito que cantaba y consiguió cambiar y rapear para todos los negros. Incluso para la gente más dura de Atlanta, que solo habla de delincuencia. Consiguió hacer ese trasvase. Yo podía hacerlo a la inversa”, decía. Siempre se ha dicho de Tangana que era el Drake español. Cuando en 2016 el madrileño interpeló directamente a Pablo Iglesias en Twitter para que le llamase, el político le respondió: “Disculpa man, somos más de Common que de Drake”.
El líder de Podemos se refería a una de esas líneas en el suelo que tanto abundan en el rap. A un lado, la espiritualidad y el compromiso del rapero Common. En el otro, Drake, que parece vivir en un mundo aparte en el que solo importa el lujo y la buena vida. El mismo Drake tuvo una bronca con Common en 2012, pero no fue por política, sino por una mujer. La expareja de Common, la tenista Serena Williams, era una de esa larga lista de mujeres con las que se le ha relacionado: Rihanna (de la que dijo haber estado enamorado desde los 22 años), Jennifer Lopez, Jorja Smith, Bella Hadid, Kylie Jenner… Hasta Kim Kardashian, aunque ella lo negó rotundamente. La única de la que no hay dudas es Sophie Brussaux, con la que tuvo un hijo en 2018, Adonis.
Más pronto que tarde, el álbum aplazado, Certified lover boy, se pondrá a la venta. Seguro que bate algún nuevo récord. No es buena idea apostar contra Drake.