La consagración planetaria de Rosalía

Las colaboraciones con estrellas y el confinamiento en Miami, en casa de su manager, han ayudado a que la cantante termine de asentarse como una gran figura del pop global

Rosalía, en un concierto en el WiZink Center de Madrid en diciembre de 2019.Samuel Sanchez (EL PAÍS)

En 2020 tuvo que pasar una pandemia mundial para que Rosalía dejase de ser el tema más recurrente de los medios de comunicación en España. Y, aún así, no dejaron de darse buena cuenta de todas sus canciones, sus colaboraciones musicales, sus andanzas en Estados Unidos, sus cambios de look, sus actualizaciones de Instagram, sus tuits… Este año de coronavirus que se acaba se va como se fue 2019: cada movimiento de Rosalía, la artista esp...

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En 2020 tuvo que pasar una pandemia mundial para que Rosalía dejase de ser el tema más recurrente de los medios de comunicación en España. Y, aún así, no dejaron de darse buena cuenta de todas sus canciones, sus colaboraciones musicales, sus andanzas en Estados Unidos, sus cambios de look, sus actualizaciones de Instagram, sus tuits… Este año de coronavirus que se acaba se va como se fue 2019: cada movimiento de Rosalía, la artista española más internacional, sigue siendo noticia.

Fue el año de su consagración planetaria. Si 2018 fue el curso en el que el fenómeno Rosalía explosionó en España y 2019 fue en el que la fiebre del tra trá se contagió más a allá de nuestras fronteras, con elevada temperatura en Latinoamérica, 2020 ha sido el año de su consolidación como estrella global del pop. Para ello, después de asentarse en el mercado latino, se ha servido de este año pandémico para hacerlo en uno más competitivo y difícil por el problema del idioma como el estadounidense. Recordemos: la autora de Malamente, que despuntó con C. Tangana y él con ella, se alió con la estrella colombiana J Balvin y la puertorriqueña Ozuna para dar el gran salto del charco. La pirueta reguetonera le salió redonda. Con ese aire de nueva faraona y ese deje al cantar que a veces se pone flamenco cuando se lamenta, Rosalía aportaba elegancia y distinción al mundo del perreo. Era un rollo distinto.

El mismo rollo con el que ha conseguido en este 2020 conquistar el pop norteamericano. El año empezó tan fuerte como esa manera de zapatear y palmear con la que deleitó a todos en su actuación televisada en la gala de los Grammy del pasado enero en el Staples Center de Los Ángeles. No solo eso: en la ceremonia de los premios más importantes de la música ganó hasta cinco Grammy. Una proeza. También fue el preámbulo de lo que estaba por venir: Rosalía entraba ya a formar parte de la actual realeza del pop.

Rosalía, durante su actuación en la última gala de los Grammy.K. D.

Si ser miembro de este círculo privilegiado hubiese tenido que ver con las imágenes que dieron la vuelta al mundo tras la gala de los Grammy, en las que se la veía con Dua Lipa y otras divas tirando billetes en un bar de striptease de Las Vegas, mal hubiera ido. O, al menos, hubiera ido de una forma tan simplista que por el camino se hubiese perdido la verdadera gracia de su talento. Pero es cierto: a veces, parece muy cansado ser Rosalía todo el tiempo. Tener que alimentar tanto sus redes sociales, sus lazos de amistad interesada o su personaje de diva entre el lujo y lo choni se ve en ocasiones desde fuera como las fotos de esos platos de cocina moderna de Instagram: se presentan muy tuneados y deleitables, pero hay poco donde hincar el diente.

Al contrario, la consolidación de Rosalía como estrella planetaria ha llegado por sus colaboraciones musicales, justo en un año tan difícil para las relaciones sociales. Estuvo hábil a la hora de quedarse confinada en Miami en casa de su manager, Rebeca León. De haberse quedado en España habría tenido complicado entrar a EE UU, retrasando muchos movimientos profesionales. Tal y como contó a este periódico en una entrevista, en la casa de Miami tenía un estudio de grabación con un miniteclado, un micrófono, una tarjeta de sonido y un ordenador con los que seguía trabajando en sus ideas musicales.

También confesó durante esa entrevista que iba a detenerse a pensar bien en los siguientes pasos. Era abril. Aunque no han sido muchos, todos han ido en la misma dirección: acceder a una órbita muy exclusiva de la música. 2020 es el año en el que se juntó al rapero Travis Scott en TKN y al productor y gigante del pop contemporáneo The Weeknd para el remix de su éxito Blinding Lights. Dos pasos importantísimos para su entrada con todos los honores en esa realeza de estrellas al alcance de muy pocos. Y todo mientras amplió aún más su resonancia de diva latina al cantar en La noche de anoche, perteneciente al último disco de Bad Bunny, el gran icono de la música latina en estos tiempos.

Es cierto que 2020 no ha traído el esperado nuevo disco de Rosalía, tal y como se venía especulando desde 2019. Un álbum sobre el que fuentes discográficas cercanas a la cantante dicen a este periódico que sigue trabajando, pero “sin fecha”. Más aún cuando por la pandemia, aseguran, todos los planes se han ido trastocando sobre la marcha desde el pasado marzo. Por tanto, 2021 es imprevisible, aunque la cantante no ha dejado de crear nuevo material y de moverse dentro de Estados Unidos. Se fue a Los Ángeles para juntarse a The Weekend, a Nueva York para la llamativa portada de Vogue y en Miami ya cuenta con un lugar propio fuera de la casa de su manager para componer y grabar. No tiene planes de regresar a España. Y sí muchas cosas por hacer en EE UU. No solo musicales: siguen esperando marcas y patrocinios asociados a su nombre, amplificado por el inmenso altavoz de sus redes sociales. Así que, si algo ha confirmado el 2020 con respecto a Rosalía, la chica de San Esteban de Sasroviras que tuvo una epifanía al escuchar a Camarón de la Isla, es lo que le pasa a toda estrella mundial: ya es también patrimonio del mercado estadounidense.

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