Comida viejuna de Navidad: las mejores fotos de este año
El 8º concurso internacional de platos navideños viejunos de El Comidista nos quita una preocupación: los belenes comestibles y otras fantasías pasadas de moda siguen vivas. Estas son las mejores imágenes recibidas
El concurso Navidad Viejuna va camino de convertirse en algo viejuno en sí mismo, porque ya llevamos ocho años convocando a nuestros queridos lectores para que nos envíen las fantasías pasadas de moda que cocinen o avisten en sus mesas festivas. El primero fue en 2016, y desde entonces nos habéis alegrado la vida cada diciembre con vuestros cisnes de hojaldre, papás noeles de ensaladilla, gambas en formación de cóctel y otros platos venidos del cada vez más lejano siglo XX.
En el certamen Navidad Viejuna 2023 no habéis defraudado con vuestras participaciones. Nos hemos quedado patidifusas con tanta floritura, y reconforta nuestro corazón que el culto a la buena comida viejuna, hecha con cariño, sentido del humor y ganas de pasarlo bien, siga vivo. Sin más preámbulos, que empiece la fiesta retro: aquí van los ganadores.
El primer premio es para Montse Vives, por la obra titulada Canapés adorando al Niño. Esta atrevida fantasía sintetiza en una sola obra de tres hitos de la comida viejuna navideña: el belén comestible, los huevos rellenos y los canapés variados de varios pisos. La presencia de fuagrás y de salmón ahumado coronado por ojito de aceituna, el manto de embutido para la Virgen, el niño Jesús y San José, y la bandeja con blonda roja navideña redondean esta masterpiece, que cabalga con atrevimiento entre el fervor religioso y la irreverencia.
“Tengo poca fe en las probabilidades de esta composición”, aseguraba una Montse algo insegura en el correo que nos envió con la imagen. “No obstante, me ha divertido mucho pasar los ratos tontos de hacer la escudella de Navidad pensando y ejecutando esta clásica combinación de sacrilegio y huevo relleno. Muchas gracias por organizar este evento, que es ya un clásico navideño”.
Montse se lleva un juego de sartenes Woll Eco Logic QXR, cortesía de nuestra tienda favorita de instrumentos de cocina, Lecuine. Estas sartenes no utilizan PTFE en su compuesto antiadherente, una ventaja ecológica que hasta ahora sólo tenían las sartenes de cerámica. Gracias a su base difusora retienen y distribuyen el calor por toda la superficie, son aptas para todo tipo de cocinas, inducción, horno y lavavajillas, y duran más que el turrón de Alicante.
Los finalistas
Otros cuatro lectores nos dejaron turulatas con sus aportaciones. Violeta Puyuelo rozó la medalla de oro con su Ángel anunciador de embutido, una divertida fantasía inspirada en las flamencas de ibéricos que actualiza un personaje clásico del belén. El jurado aplaude el delirio de que una Barbie Arcángel Gabriel con alas plateadas, sombrerito de fuet, falda de jamón y enagua de mortadela de cosas les traiga la buena nueva a los pastorcillos. Dan ganas de gritarle ¡uy, qué galáctica, oooh, papel de aluminio, qué linda!”.
Tomás Bagüés brilló con un trabajado muñeco de nieve de tiramisú, que lo mismo te puede servir para Navidad que para Halloween. “Con el calentamiento global”, asegura Tomás, “la nieve va a escasear, así que hacer muñecos va a ser una tradición cada vez más viejuna, que solo nos contarán los abuelos boomer”. El postre está hecho con un bizcocho desmigado remojado con café y una crema de mascarpone, y después rebozado en coco rallado. “El brillibrilli del espumillón y la bandeja de acero inoxidable no podían faltar como atrezo”.
Pilar Martínez y su amiga Olivia nos dijeron “Hola corazones” con un áspic digno de Anne Igartiburu, pero no contentas con eso, se vistieron para la ocasión y desplegaron toda una batería de picoteos retro. “Llevamos años intentando cuadrar una fecha para hacer una Navidad viejuna y, por fin este año ha sucedido”, cuenta Pilar. “Os adjunto las fotos del menú: huevos rellenos con Nacimiento, árbol de delicias navideñas, tartaletas de paté con arándanos y áspic de frutas (no hemos tenido el valor de comernos un áspic de verdad, por favor qué cosa más terrible). Esperamos que disfrutéis estas fotos tanto como nosotros la experiencia de hoy”.
Morgan Fairchaild propuso un clásico que hemos visto muchas veces: el pececito de hojaldre. Lo que eleva su creación por encima de otras es el cuidado del detalle, con ese solete de limón y ese anzuelo que nos enamora el alma. “En las casas señoriales, salmón a la Wellington”, asegura con rotundidad, y no seremos nosotras quienes le desmientan.
Los cuatro finalistas también tienen premiazo: un set de cuatro minicocottes y un bote de cerámica con cuatro espátulas de Le Creuset. Las minicocottes no pueden ser más cuquis, y lo mismo te sirven para hornear cosas que para servir cualquier aperitivo. Las espátulas son de silicona de la buena, aguantan hasta 250 grados y son fáciles de limpiar.
Menciones de honor
La participación este año superó las de todas las anteriores, y ha sido más difícil que nunca elegir entre tanto joyón demodé. Los siguientes concursantes no ganan ningún premio material, pero queremos concederles el título oficial de másters en comida navideña viejuna.
Paula Díaz, que ya nos aterrorizó con un muñeco de nieve con problemas de cervicales en 2022, lo dio todo con su árbol de volovanes y croquetas. “Este año hemos decidido combinar dos clásicos de la navidad, los volovanes y la escarola, con un aperitivo con profundo valor sentimental: las croquetas. Fíjate si seremos fanses de las croquetas que nos casamos este verano, y en la ceremonia en vez anillos intercambiamos croquetas (las del Café Novelty en Salamanca, las mejores)”.
Jesús González nos envió esta Ensaladilla Cuélebre con una extensa historia sentimental: “Guardamos el vívido recuerdo de una casa repleta de niños donde la ensaladilla siempre se decoraba con la imaginación de cada uno. El resultado solía ser una suerte de reptil sin patas. A la clásica mezcla de patata, huevo, bonito, aceitunas, pepinillos, zanahoria, guisantes, alcaparras y por supuesto mayonesa, se le daba forma alargada. Con huevo cocido, aceituna negra y verde, y también pimientos, le poníamos ojos, detalles en el lomo, y toda clase de fantasías”. Este año la han replicado inspirándose en la cuélebre, un ser mitológico de León y Asturias que vive en zonas húmedas, lagos y lagunas. “Cuando las mujeres bajan con los niños de teta a coger agua, la cuélebre se cuela a tomar teta y le mete la cola en la boca al niño para que no llore y alarme a la madre”.
Noemí Anido nos demostró que el romanticismo también tiene un hueco en la comida viejuna de Navidad, como prueban estas delicadas rosas de queso. “Son un producto inolvidable de mi madre, con su característica cama de lechuga”, explica.
Isabel Ortiz no se puso límites a la hora de convertir un “típico cóctel de gambas con piña” en el trineo de Papá Noel, y pasó lo que pasó. “Le guiaba la luz de una manzana tallada artesanalmente por elfos”, aclara, para después reconocer que “se hizo lo que se pudo”.
Carlos Pascual se puso finolis para presentar unas “perlas de melón con jamón y langostinos”. “El plato, basado en el viejuno y atávico melón con jamón del que siempre partimos y al que siempre volvemos, tiene por añadidura unos langostinos cocidos y pelados que cierran el círculo del maridaje marymontañesco”, explica. “A ello se le suman un caviar de primerísima categoría, que con un poco de suerte ha visto una foto de un esturión en Google. La innovación vanguardista de este viejuno manjar se halla en el toque de salsa de soja, que potencia y contrasta el sabor del melón”.
Elisa Cauhé pensó que el pastel de cabracho no estaba suficientemente pasado de moda, y decidió viejunizarlo aún más con una puesta en escena navideña a la vez que pisciforme. “El plato se llama Pero mira como beben (importante acompañarlo con el villancico en su presentación)”, apunta. “Nótese la lechuga en juliana del fondo del río”.
Inés Olmedo, que ganó este concurso el año pasado y quedó finalista el anterior, se animó a repetir con un espectacular árbol de pestiños. “Siempre fieles a la Navidad Viejuna, os traemos un postrecito en forma de abetito con 300 pestiñitos y de caramelo sus detallitos, que tanto le gusta a los de la cruz como a los de la media luna”, afirma una ecuménica Inés. “Rememoramos la clásica receta de pestiños de la abuela, que era una gran repostera. Desde Gibraltar hasta las tierras de Breogán, os felicitamos la Navidad con este maravilloso manjar, que desafía las leyes de la gravedad”. Si se fundara el Instituto de la Comida Viejuna, tú deberías ser la directora, Inés.
Julia se lució con este primoroso postre que rinde homenaje a todo un icono de la repostería viejuna: la comtessa. Esperamos que en ningún miembro de su familia acabara en el hospital por comerse el acebo.
Laura Dyson nos dejó sin habla con esta obra de arte por la que le podría demandar a la vez Abogados Cristianos y SOS Racismo. “Somos dos chicas de casi 30 años, nos conocemos desde que tenemos seis, nuestras familias ahora son una sola familia y por eso siempre celebramos todo juntas”, explica. “Hicimos una ensalada en forma de pesebre en honor a una tía nuestra fallecida, que en las navidades del 2002 preparó un pesebre-ensalada parecido. Como no pudimos preguntarle por los ingredientes, improvisamos un poco y tiramos de memoria intentando, siempre, innovar. María y José están presentes, aunque no sepamos muy bien el origen del recién nacido. En cuanto a los Reyes Magos, hemos decidido cambiar un poco el orden de llegada: Baltasar (huevo duro en vinagre balsámico), Melchor y Gaspar”.
Celia Gallego nos hizo llorar de risa con un pez abisal de hojaldre, obra de su querido esposo. “Él odia el pescado, que es una de mis comidas favoritas. En Nochebuena, para tener la fiesta en paz, preparó este solomillo de cerdo con disfraz. A ver a vosotros qué os parece”. Nos parece que hay criaturas en los libros de Lovecraft que dan menos miedo que esto, Celia.
Sabina Sánchez lo petó con un belén comestible por el que en otros tiempos habría sido detenida, torturada y finalmente quemada por la Inquisición. “Las semanas previas a Nochebuena en mi cabeza se fue gestando una idea a mi parecer brillante”, recuerda. “Un portal de Belén a base de sandwichitos de fuá y jamón cocido vegano, con su tejadito adornado con queso vegano de untar, rúcula y granada. Una Virgen y un San José esculpidos a mano con masa y un niño Jesús de paté. Como acompañamiento, unas entrañables croquetas harían de mula y buey y unas bolitas de ensaladilla rusa serían las ovejas. Ya me veía en Pinterest a la cabeza de listados navideños de recetas super cuquis. Spoiler: no pasó”.
José Soria concursó con la bandeja de sandwiches coronados con palito de surimi y aceituna con la que su hermana Leonor deleita a la familia cada Navidad. Puede pecar de escueta, pero hay algo en el minimalismo brutalista de la propuesta que nos fascina.
Giomar Tutier nos envió todo un festival de platos viejunos: un papá Noel de ensalada, un árbol de quesitos, otro de embutidos, un lomo a la sal con hierbas provenzales y patatas panaderas... pero lo que nos tocó la patata fue su Ensalada corazón.
Natalia González quiso compartir esta maravilla avistada en casa de su madre. “Todos los años se curra un gran postre, y todos los años nos sorprende. Este año lo hemos llamado... ¡las emojifresas!”.
Natalia Fernández también tiró de familia para concursar: “Aquí la innovación piña/gambas a la gabardina de mi tía Mari Flor”. Bien rodeada de volovanes y canapés, para reforzar.
Gusy cogió el Delorean y se plantó en 1985 para celebrar esta Navidad. Atención al despliegue viejuno, con Juegos Reunidos Geyper y botella de Calisay incluidos.
MJosé Huarte quiso despedir el año dejándonos una pesadilla con la que soñar: “¡La ensaladilla de mi cuñao!”. Con ella os dejamos hasta 2024. ¡Feliz Navidad Viejuna!”.
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