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“Por cada castaña que comes liberas un alma del purgatorio”. Así se vive la fiesta del magosto en Galicia

Fuego, castañas y vino son los protagonistas de esta fiesta popular que se celebra sobre todo en Ourense, Lugo y algunas zonas de León

Es sábado al mediodía y el municipio ourensano de Barbadás ha amanecido con un espectacular día otoñal. Luce el sol, apenas hace frío y las brasas comienzan a emitir ese humo que anuncia que hoy, aquí, se celebra algo. La música acompaña a los vecinos y vecinas que van llegando al colegio Filomena Dato, ubicado junto al río. Varias mesas largas están dispuestas en lo que habitualmente se usa como patio de recreo y que hoy se convierte en el epicentro de una popular festividad: el magosto. En torno a San Martiño, que es el 11 de noviembre, Galicia —sobre todo las provincias de Ourense y Lugo, y también algunas zonas de León, como El Bierzo— se llena de estas celebraciones en las que las castañas asadas al fuego son las protagonistas. Los primeros magostos empiezan a finales de octubre y suelen alargarse hasta mediados de noviembre.

En Barbadás, la Asociación Cultural Moureán es la encargada de organizar el evento. Una veintena de jóvenes se reparten las tareas con una admirable eficacia: unos encienden el fuego, otros atienden la barra o venden tickets a la entrada, y el resto se encarga de repartir comida y bebida entre los asistentes. Días atrás, todos han colaborado recolectando castañas en los alrededores para que hoy no le falten a nadie. Y aunque este fruto sea el centro de la festividad, el menú del magosto suele incluir empanada, churrasco, chorizos, bica, café de pota y, al caer la noche, queimada. Según la localidad, también se pueden encontrar callos, oreja o sardinas.

Las castañas llegan al final de la comida; en algunos lugares, como en Barbadás, aprovechan la misma parrilla del churrasco para asarlas, a la que suman el clásico castañero con agujeros en la base para hacerlas directamente al fuego. En otros municipios apuestan por el tamboril, un cilindro de hierro agujereado que se coloca sobre el fuego. Para que las castañas se cocinen de forma homogénea, hay que darle vueltas al tamboril usando el asa que tiene en un lateral.

“Históricamente, la castaña era un producto fundamental en la gastronomía gallega. Con el tiempo fue relegada por la patata, y vaya si era importante que a la propia patata se le llamaba ‘castaña de terra’”, explica Borxa González Castro, de Orgullo Galego, una comunidad digital que se dedica a divulgar la cultura y la lengua gallegas en redes sociales. “En el otoño es cuando se empieza a recoger y también a probar el viño novo, todo en un contexto de entrada en el período oscuro y frío del año donde el campo deja de ser productivo, por lo tanto, la castaña es el último producto que se recoge en el calendario agrícola”.

Galicia está a la cabeza de la producción nacional de este fruto; más de la mitad de todas las castañas del país provienen de esta comunidad, que cuenta además con una Indicación Geográfica Protegida. La celebración de esta fiesta tiene, por tanto, raíces agrícolas y sería una forma de agradecimiento a la cosecha recogida. Así lo atestiguan cantigas como la que Silverio Cañada cita en la Gran Enciclopedia Gallega cuando habla del magosto: “Acabáronse as vendimias / veñen as esfolladas / para comer coas mozas / catro castañas asadas” (Se acabaron las vendimias / vienen los deshojes [generalmente del maíz] / para comer con las mozas / cuatro castañas asadas).

Pero la simbología de esta fiesta va mucho más allá. El historiador Manuel Murguía, al que se menciona en la citada enciclopedia, ponía el foco en el magosto que se celebraba la víspera del Día de Difuntos, considerado “un banquete funerario en el que la castaña y el vino podían simbolizar la muerte y la vida”. Desde Orgullo Galego añaden: “Se dice que los lugares donde se celebran los magostos suelen ser espacios de conexión con el más allá, que se abre en este período”. Porque aunque ahora sea habitual ver magostos en plazas, centros culturales, naves o colegios, tradicionalmente se realizaban en los claros del monte, en los soutos (castañares) o en los cruces de caminos. Todavía hoy, muchos se siguen haciendo en el monte, con los vecinos de la aldea o del barrio, y también en las casas, generalmente en la cocina (y antes alrededor de la lareira, el espacio de la casa destinado a hacer fuego).

Conviven los magostos gratuitos, en los que se ofrece comida y bebida de balde, con los que exigen sacar un ticket con antelación, que suele costar entre 10 y 20 euros. La música es otro imprescindible: mientras que algunos municipios apuestan por gaiteiros y pandereteiras, otros lo hacen por orquestas locales o charangas. Vino, aguardiente, licor café y queimada riegan la fiesta y ayudan a bajar las castañas, la carne y los dulces. “Hoy, los magostos perdieron gran parte de ese significado funerario en favor de una actividad lúdico-festiva, pero están más vivos que nunca y pasaron de casi desaparecer a vivir un proceso de revitalización”, señala Borxa González Castro.

Además de comer, beber, cantar y bailar, son muchos los rituales que hay en torno al magosto, desde saltar el fuego para purificarse hasta tiznarse la cara con la ceniza de la hoguera. “Diversos antropólogos indican que se hacía, por una parte, para asustar a la gente, simulando a la Compaña o a las ánimas, y por otra, como forma de enmascararte”, cuenta Borxa. Las propias castañas, puntualiza, también tienen su significado dentro de este ritual de difuntos: “Dicen que por cada una que comes, estás liberando un alma del purgatorio, lo mismo con cada castaña que estalla al cocinarse”. Esos estallidos, son parte de la diversión de la fiesta, aunque si se quieren minimizar, basta con hacerle un pequeño corte a la castaña antes de echarla al fuego.

La comida en las celebraciones de difuntos en Galicia

Hace tiempo que estamos más que familiarizados con la costumbre de salir a pedir caramelos en Halloween o con los banquetes funerarios del Día de Muertos en México, pero como se han encargado de recordar estos días en las redes sociales de Orgullo Galego, en Galicia la comida también juega un rol central en las celebraciones de difuntos. “Aquí existían banquetes funerarios documentados desde el siglo VI, un rito por el que se llevaban alimentos al lugar de enterramiento y se honraba al difunto de forma comunal, quizás el rito previo al que llegó casi a nuestros días, los velatorios en las casas, en donde el muerto estaba en una habitación y en la cocina se comía y se contaban historias del finado”, cuenta Borxa. Además, señala, no podemos olvidarnos del pan de ánimas, que se ofrecía a los asistentes al velatorio y a las personas más pobres, o se vendía para sacar dinero y pagar unas misas por las almas del purgatorio.

Otra tradición de esta época del año, también vinculada a la castaña, es la de los collares de zonchos, que se elaboran con estos frutos cocidos en agua, sal e hinojo, nébeda o anís. Cuando se enfrían, se ensartan en un hilo con la ayuda de una aguja formando largos collares que se pueden comer. “La tradición dice que los llevaban principalmente los pequeños de la casa para poder protegerlos, había ‘peleas’ para comer los collares de otros y conservar los tuyos”, explica Borxa, que asegura que esta es una de las tradiciones de difuntos que se está recuperando con más éxito, ya que cada vez más familias, colegios y asociaciones la impulsan, además de “las redes sociales, un ejemplo de que su uso con interés cultural y divulgador puede jugar un papel muy positivo”.

Desde Orgullo Galego insisten en la importancia de mantener vivas este tipo de celebraciones y rituales. Conocerlas es, de hecho, el primer paso para empezar a valorarlas y no “abandonarnos a una fiesta consumista importada de los Estados Unidos”. Borxa recuerda que en Galicia ya se vaciaban calabazas, nabos y patatas, que se suman a la lista de mitos y leyendas que existen en torno a los muertos: los petos de ánimas (pequeños santuarios dedicados a los muertos), los cruceiros o la Compaña que, en esta época, se dice que empieza a transitar por los caminos. “Tenemos una riqueza enorme, pero los niños saben quién es el payaso de It y no la Compaña”.

Aún así, desde esta comunidad digital dedicada a la divulgación no quieren ser negativos, ya que afirman que, actualmente en Galicia, se vive un boom de recuperación de tradiciones, tanto en Difuntos como en Navidad, Entroido (carnaval), Maios o San Xoán. “En una conversación que tuve con el antropólogo Rafael Quintía, precisamente sobre las tradiciones de Difuntos, él decía que celebrar el Halloween en Galicia teniendo aquí las tradiciones originales era como si, pudiendo comer centollos y nécoras de la ría, prefiriéramos cangrejos del Mississippi. Creo que el ejemplo gastronómico resume perfectamente el proceso que vivimos”. Ellos apuestan por seguir divulgando, hablando con los mayores y protegiendo los tesoros culturales propios de cada territorio. Solo así podremos mantener esa diversidad cultural que nos enriquece a todos.

En este enlace se pueden consultar todos los magostos que se celebran en los próximos días.

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