Casa Lawa, el refugio de cocineros que se ha convertido en un plató de campañas de moda
Entre el Jónico y las laderas del Etna, hay un hotel en el que chefs de todo el mundo aportan su herencia cultural para revisitar recetas locales para los turistas de paso
A más de 700 metros sobre el nivel del mar, entre el Jónico y las fértiles laderas del Etna, se encuentra Casa Lawa, un remanso de paz de aires poperos y un atractivo para chefs con presencia en redes sociales, turistas en busca de cualidades altamente estéticas y marcas de moda. Abierta al público en 2022 como un hotel con un concepto un tanto innovador, en pocos años el lugar ha vivido una transformación tras atraer a más de 50 cocineros de todo el mundo y marcas como Zara, con la que en junio lanzaron una línea de ropa infantil. Ahora se alquila para grupos, eventos privados y como retiros gastronómicos.
Para Lukas Lewandowski, su fundador y director creativo, la comida es el “corazón del proyecto”. “Es muy interesante ver que es algo que nunca pasa de moda; ver que la comida es algo que hace comunidad, que une a las personas”, comenta este polaco de 36 años en el jardín de la casa, mientras sirve unos pasteles de almendra, típicos de Sicilia, y albaricoques. Empezaron organizando residencias con cocineros que llegaban del mundo entero. En función del proyecto, algunos trabajan a cambio de alojamiento y proponen clases de cocina y cenas en grupo y, cuando las colaboraciones son más largas, reciben además un sueldo. “Hasta ahora, cada pocas semanas teníamos un nuevo chef. La única imposición que les ponemos es que cocinen con productos locales y de temporada. La idea es que exploren la cocina siciliana y aporten sus propias ideas, vengan de donde vengan. Y ha sido muy interesante porque la gente trae su propia herencia cultural, familiar…”, comenta Lewandowski.
Algunas de estas combinaciones han dado lugar a originales recetas, como un carpaccio de pez espada sobre agua de tomate y ciruelas laminadas; flores de calabacín rellenas de ricotta con menta e hinojo silvestre; un granizado de almendra reinterpretado como un entrante salado, o un plumisú, un tiramisú con ciruelas del Etna escalfadas.
En los últimos meses, han acogido al sueco Elias Kvarning, a la británica Xanthe Ross y a la danesa Mia Everson, además de cocineros de Sudáfrica o Turquía. “La diversidad que aporta el origen de los chefs hace que puedan trabajar un ingrediente como el tomate de forma totalmente distinta a la que lo haría un cocinero local”, dice Lewandowski, que ha colaborado también con chefs italianos, como la siciliana Alessandra Lauria, que hace talleres de pasta en la isla, y Angelo Maci, más centrado en mariscos y pescados. Casi todos ellos trabajan en sus países para eventos privados y tienen una vasta presencia en redes sociales, lo que contribuye al negocio de Casa Lawa (lawa significa lava en polaco) atrayendo a turistas de estas comunidades virtuales.
Lo que empezó como un hotel
Con cuatro habitaciones con capacidad para acoger a ocho personas, Casa Lawa se ha convertido en poco más de cuatro años en una marca propia, dejando atrás la ambición inicial de ser un pequeño hotel. Ahora alquilan la casa entera por un mínimo de tres días (2.000 euros la noche con desayuno), acogen retiros de particulares, como grupos de yoga o arte (entre 2.800 y 4.300 euros por persona los cuatro días, con talleres y actividades en los alrededores), y organizan sus propios encuentros con ángulo gastronómico, como la fiesta de la cereza, que celebraron el pasado junio, o la del tomate, que tuvo lugar en agosto, creando recetas y eventos en torno a esos alimentos.
El éxito que ha tenido entre marcas que reservan el lugar para sesiones de fotos y campañas privadas ha hecho que la llegada de particulares sea más excepcional, aunque, puntualmente, avisan a los 120.000 seguidores de su Instagram cuando vuelven a permitir el alquiler por habitaciones o hacen eventos públicos. “Nos hemos dado cuenta de que hay un interés en el mercado por este tipo de lugares, más íntimos y personales, donde prima la comunidad y la experiencia más que la búsqueda de un lugar en el que quedarse”, explica Lewandowski para justificar el cambio de negocio. Tampoco esconden que la acogida regular de visitantes en un lugar tan pequeño es demasiado costosa.
Lewandowski cuenta con un currículo variado: ha trabajado entre Berlín y Ámsterdam como estilista de moda, galerista y chef. Todo ello queda reflejado en los oscuros muros de lava de esta casa, construida en 1812, cuyas lóbregas paredes contrastan con la apuesta decorativa: muebles minimalistas, textiles de rayas en tonos vibrantes, sofás setenteros y piezas vintage entre obras de arte contemporáneas. En el jardín, con unos 300 cerezos que se encontraban ya en el terreno, le han sacado partido a las vistas al mar construyendo una piscina desde la que disfrutar del paisaje. Lo que sorprende a quienes llegan, después de recorrer sinuosas carreteras de montaña durante una hora, desde Taormina o Catania, es que la casa no está en la orilla del mar, sino en pleno parque natural del Etna. Hay cuatro grados de diferencia con la zona costera y el volcán, que, como telón de fondo de la casa, es el auténtico protagonista en la panorámica.
“La encontramos gracias a un viticultor. Mi pareja y yo estábamos buscando una casa, pero las agencias inmobiliarias nos enseñaban casas de vacaciones que no eran nuestro estilo. Este viticultor, que trabaja en el norte de Italia, nos dijo que la casa de sus sueños estaba en venta. Vinimos y fue como si estuviera hecha para nosotros”, comenta su propietario. No hay duda de que el cuidado estético y la apuesta por un atractivo apto para redes ha tenido mucho que ver con el éxito de Casa Lawa. El establecimiento y su propietario han tenido que hacerse a la isla mediterránea contratando a una catanesa con experiencia en gestión cultural y, sobre todo, en la coyuntura siciliana. En la isla, que vive en gran medida del turismo, este tipo de fincas y agroturismos son, ante todo, un negocio familiar. Pero Lewandowski asegura que siempre los han tratado bien. Sobre todo desde que él ha aprendido italiano.