Por qué los amantes de la cerveza deberían viajar a Bruselas
Las fábricas cerveceras han regresado al centro de la ciudad, de donde se marcharon hace años, para abrir al público, la histórica Cantillon permanece abierta y hay un nuevo museo dedicado a esta bebida
La cervecería Brasserie Surréaliste abrió sus puertas hace un año y medio en el centro de Bruselas como un espacio fascinante con bar y restaurante donde poder degustar las cervezas artesanas que se elaboran en su sótano. Con el mismo nombre de Surréaliste crearon la marca en 2019 y actualmente elaboran más de 50 cervezas diferentes a razón de 100 hectolitros al mes. Esta cervecería se suma a otras que en los últimos años han devuelto el esplendor de la cerveza artesana a Bruselas, donde hasta entonces solo Cantillon seguía elaborando la preciada bebida de malta dentro de la ciudad. Las demás fueron absorbidas por grandes fabricantes o trasladaron sus instalaciones, por cuestión de tamaño, a las afueras.
Los hermanos Edouard y Charles Grison están detrás del ambicioso proyecto de Brasserie Surréaliste, construido en un antiguo almacén de plátanos, de estilo art decó, levantado en 1932, en el corazón de Dansaert, uno de los barrios de moda para salir. Antes de convertirse en esta cervecería, también fue el taller de un sombrerero, Coppens, y la elegancia de todo lo que representa un tocado sigue presente en cada rincón, después de una cuidada reforma donde las paredes de obra vista y el aire industrial se combinan con mobiliario de madera noble y elegantes lámparas de lágrimas.
Después de un tiempo de pruebas en el garaje de sus padres jugando con la elaboración de cerveza, los hermanos Grison lanzaron su propia marca de cerveza hace ya cuatro años. Pronto, la llamada Surréaliste se convirtió en su cerveza estrella. Se trata de una bebida de estilo pale ale, considerada rara por el tipo de cerveza que se elabora en tierras belgas. Se presenta en un envase de colores vibrantes con un ojo dentro de una mano, que emula el símbolo del surrealismo que impregna todo su universo. En sabor, “es jugosa, pero equilibrada, con intensos aromas tropicales y de lúpulo”, la describe Edouard.
Además de su conocida serie de cervezas IPA, entre los diferentes tipos que producen también tienen una línea de cervezas envejecidas que pasan de 6 a 18 meses en barricas de vino o licores usadas y que se embotellan a mano. Mientras los clientes toman una cerveza o cenan en el piso de arriba, la malta pasa por alguno de sus procesos, ya sea maceración o fermentación, en la planta subterránea, donde se esconden las cisternas y otras máquinas usadas para elaborar la bebida alcohólica más consumida del mundo.
Más allá de la pasión por la cerveza, Brasserie Surréaliste, que también tiene 500 puntos de distribución en Bélgica y países próximos como Países Bajos, Francia, Suecia, Suiza, Alemania o Reino Unido, es un proyecto que quiere dinamizar el ocio en el barrio de Dansaert. Al lado de una barra con decenas de tiradores diferentes, está el restaurante con su propia cocina y una sala donde se hacen eventos artísticos. Muchas noches hay sesiones de dj o música en directo. En poco tiempo se ha convertido en un concurrido espacio, donde las horas pasan sin prisas.
El ambicioso proyecto de los hermanos Grison, de 1.500 metros cuadrados, es una de las cervecerías artesanas que ha devuelto a Bruselas las fábricas cerveceras en la última década, según cuenta Olivier Marette, experto en gastronomía. Mientras en otras partes del mundo la irrupción de la cerveza artesana ya se había disparado, el movimiento tardó un poco más en llegar a la capital belga, que ahora goza de gran dinamismo. Quizá la omnipresencia de marcas históricas más asentadas y de gran producción, que en general ya no producen en la ciudad, sino que trasladaron sus fábricas a las afueras o fueron absorbidas por firmas más grandes, tuvieron algo que ver en el retraso del boom de la cerveza artesana.
Una de las más típicas y que sigue produciendo sus bebidas en la zona urbana es Brasserie Cantillon, que es todo un símbolo de la capital belga, la única que seguía haciendo cerveza en la ciudad en los años 2000, cuando anteriormente llegó a haber un centenar. Además de Grand Place y Manneken Pis, se puede decir que allí sigue en pie como siempre Cantillon, sin interrupciones desde 1900. Reservando un tour se puede visitar y aprender todo lo que rodea la elaboración de la cerveza de tipo lambic, la típica de allí, elaborada con levaduras silvestres obtenidas por fermentación espontánea, que dan un fuerte sabor ácido a la bebida.
Una de las pioneras de este movimiento de retorno a las fábricas artesanales dentro de la ciudad ha sido Brasserie de la Senne, que empezó en 2003 con una pequeña cervecería en el municipio de Sint-Pieters-Leeuw, en el antiguo depósito de la cervecería Moriau, que llamaron Sint-Pieter Brouwerij. El proyecto fue tan exitoso, que años después, los dueños la trasladaron a su Bruselas natal y pusieron a su nueva cervecería el nombre del río que vio nacer la ciudad de Bruselas hace más de mil años.
Sin saberlo sentaron la ilusión de otros pequeños cerveceros que siguieron su estela para volver a montar pequeñas fábricas artesanas en la capital belga, reconocida mundialmente por su afición a la cerveza. Se trata de espacios muy personales, que cuidan el producto al detalle para diferenciarse de la gran industria. Muchas se sitúan a orillas del canal y en Saint-Gilles y Anderlecht. Son buenos ejemplos de este dinamismo La Source o La Jungle, además de la más incipiente Osma.
El museo MIMA se aloja en la antigua cervecera Bellevue
Algunas de las antiguas fábricas de cerveza que quedaron desiertas cuando su producción se trasladó fuera de la ciudad han encontrado nuevos inquilinos. Es el caso del MIMA (Museo de Arte Iconoclasta del Milenio), el museo más nuevo de Bruselas, abierto en la sede de Bellevue, junto al río, en el estigmatizado barrio de Molenbeek. Se trata de un centro de arte contemporáneo que abrió en 2016 para mostrar el arte hecho a partir del siglo XXI. Cultura urbana, gráfica, musical, deportiva y muy digital baña sus salas. Hasta el 31 de diciembre se puede descubrir la obra de Jean Julien más allá de la famosa Torre Eiffel convertida en símbolo de la paz que se viralizó después de los ataques terroristas en París, con unos dibujos coloridos que son retazos de su vida.
El Palacio de la Bolsa convertido en el museo de la cerveza
Tanto por sus grandes elaboradores como por los más pequeños, Bruselas no quiere perder fuelle como referente de la cerveza en todo el mundo. La capital belga se ha gastado recientemente 90 millones en remodelar el Palacio de la Bolsa para albergar un gran museo dedicado a esta bebida, que se inauguró hace un par de meses. Con una remodelación a fondo, el edificio tiene una zona para exposiciones temporales, conciertos y eventos, un espacio de coworking, un restaurante y un gran museo de la cerveza belga, su proyecto estrella. El espacio, que espera recibir unos 300.000 visitantes en 2024 y el doble cada año al cabo de cuatro años, reivindica a Bruselas como capital de la cerveza.
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