Claves para revertir la deriva global
La segunda edición del World In Progress reúne a líderes nacionales y mundiales para analizar y dar respuesta a desafíos como el avance del unilateralismo, la guerra de Rusia en Ucrania, la necesidad de potenciar la influencia de la UE, el requerimiento de un nuevo pacto social y la amenaza del poder de los algoritmos
El ser humano lleva más de 400.000 generaciones sobre la tierra. Desde la noche de los tiempos ha convivido con la incertidumbre. A veces tan básica como la subsistencia del día siguiente. Pero ha encontrado caminos. Los tiempos actuales son de una deriva profunda. Guerras, crisis climática, el auge de formaciones que mezclan lo nacional y el populismo, el aumento de la desigualdad, un ascensor social estancado, movimientos a menudo violentos y una revolución tecnológica, con la inteligencia artificial (IA) en la vanguardia, cuyos peligros resultan difíciles de gobernar, mientras una política de aranceles daña el comercio. Sobre ello debatieron líderes nacionales e internacionales, académicos, empresarios y expertos sociales. Vemos alguna superpotencia que, si alguna vez fue una idea en vez de un territorio, está fracasando bajo un Gobierno (casi) autoritario, y a la también democracia liberal más avanzada del planeta anestesiada por la droga (fentanilo) más antigua que conoce el hombre. O una Rusia que tenía desde hace décadas ambiciones imperialistas. Ahí quedan Chechenia, Georgia, Crimea o el discurso del mandatario ruso en la Conferencia de Múnich de 2008. Pocos escucharon la advertencia. Esta topografía geoeconómica, social, geoestratégica, y sus tensiones dominaron la edición del foro World In Progress (WIP), celebrado el lunes y martes pasados en Barcelona, y organizado por PRISA, grupo editor de EL PAÍS, con la Cadena SER como colaboradora.
Las jornadas, inauguradas oficialmente por el rey Felipe VI, trajeron el pasado al presente. “Lo peor que podemos hacer por la generación de nuestros hijos es dar por ya sabidos derechos y libertades que a la generación de nuestros padres, y abuelos, les costó décadas recuperar”. Las conferencias —recordando al título de uno de los libros más conocidos de Javier Cercas—, quien participó en este encuentro, también podrían ser la Anatomía de un tiempo, no solo de un instante.
El monarca avanzó por ese camino, lo describió. “Vivimos en un mundo que necesita lo que este foro ofrece: reflexión e intercambio de ideas [más de 30 encuentros y unos 60 invitados]. Atravesamos, según añadió su Alteza, “un mundo en el que el diálogo y la cooperación ya no pueden darse por sentados, donde están a la orden del día la competencia por los recursos, la persistencia de conflictos irresueltos, una preocupación creciente por la seguridad, la revisión de las alianzas y el reposicionamiento de los grandes actores globales”.
Viva el Viejo Continente
Pese a toda esta sucesión de incertidumbres, queda la Unión Europea. Un proyecto, desde sus orígenes, pensado para la paz. Y ahí encaja, a pesar de sus debilidades, “la universalidad de los derechos y la dignidad del ser humano, referente ético esencial, pero también la legalidad internacional, las instituciones multilaterales y la regulación del comercio transfronterizo”, defendió el monarca. Sin ellos, “los Estados no tendrían más brújula ni sustento que la lucha por el poder”. Su defensa del multilateralismo fue clara “porque cualquier alternativa es peor”. Y si en alguna ponencia se echó en falta un propósito de existencia, Felipe VI lo halló en “la educación como proyecto de vida”. Pero la anatomía es una ciencia que se enseña y se explica por partes.
El Rey recordó que sin EL PAÍS o la SER no se entendería nuestra historia democrática. Bien lo sabe él, bien lo sabe Javier Cercas (uno de los novelistas y articulistas más reconocidos de España), y también Joseph Oughourlian, presidente del Grupo PRISA. Primero se fijó en la geografía, en una ciudad, Barcelona, “culta y hospitalaria”. Y luego acudió a los propósitos: “Hablaremos sobre todo de soluciones. Ponerlas encima de la mesa. Esa idea de que no se puede hacer nada, la pasividad o la rendición, cuando aparecen amenazas; no forma parte de nuestra naturaleza”. Los medios, aseguró, serán más importantes que nunca y vamos “hacia una nueva era de cooperación”. Y habrá una geometría muy especial: un triángulo equilátero cuyos vértices son “el rigor, el pluralismo y la credibilidad”, que se abrirán paso entre el enorme ruido que genera la desinformación. Un periodismo marcado por “la honestidad, la búsqueda de la verdad y la valentía”, recalcó.
En ese dialogo, que son las réplicas, Pilar Gil, consejera delegada del Grupo Prisa, recordó, como el 23 de septiembre pasado, en la 80º Asamblea General de las Naciones Unidas, Felipe VI defendió ante los principales líderes mundiales que “la dignidad del ser humano no es negociable”, e hizo un llamamiento a la concordia y al multilateralismo que siempre ha caracterizado Europa. “Nosotros, en esa defensa, le seguimos, Majestad, y le agradecemos su forma de liderar desde el consenso, los derechos humanos y la importancia del otro”, sintetizó Pilar Gil. En la década de 1960, el matemático y meteorólogo estadounidense, Edward Lorenz (1917-2008), acuñó el famoso concepto del efecto mariposa. Pequeños cambios climáticos lejanos pueden generar grandes transformaciones violentas. Ucrania u Oriente Medio son dos ejemplos llevados al extremo. Nadie puede extraer hoy poemas de las noticias. Pero todo sucede, diríase, en un instante eterno.
O en un ejercicio de memoria. Solo hay que fijarse. La Universidad, un hospital donde no hay que pagar, vida de barrio, centros científicos y “algo que no es anecdótico: escuchar la musicalidad del catalán”, es la Barcelona que enarboló Salvador Illa, president de la Generalitat de Catalunya. “Nosotros queremos la Europa de los valores humanos, solidaria con todos los que sufren”. Y ahondó: “Es la hora de la Europa Federal para reducir la desigualdad”, vaticinó.
Durante un segundo, consulta su reloj. Y justo en el momento en el que lo mira, Jaume Collboni, alcalde de Barcelona, siente lo que tiene y lo que falta. La vivienda es “una de las principales fuentes de desigualdad en Europa”. El Consistorio dedicará 240 millones de euros, en sus presupuestos de 2026, a la promoción del parque público y la rehabilitación. “Si las familias trabajadoras y las clases medias y los jóvenes no tienen una vivienda accesible ni con empleos estables y relativamente bien pagados, es que algo está fallando y genera frustración”, reconoció. Y lanzó un derecho nuevo (y necesario): “El de quedarse” en el barrio o donde uno haya nacido. “No debiera arrancarse a la gente de su tierra o país, no a la fuerza. La gente queda dolorida, la tierra queda dolorida”, escribió desde el exilio el poeta argentino Juan Gelman (1930-2014). Mientras, incansable, Estados Unidos sigue “hostigando a las grandes ciudades”, alertó el regidor.
Más coraje político
Queda poco espacio para contar las enseñanzas de Anatomía de un instante (Mondadori, 2009), la reconocida novela de Javier Cercas. A partir de ella, disecciona a quienes llama los héroes de la traición. Un oxímoron. Muestra a Adolfo Suárez (1932-2014), Santiago Carrillo (1915-2012) y a Manuel Gutiérrez Mellado (1912-1995) de pie, mientras todo el Congreso (23 de febrero de 1981) se protege, bajos sus asientos, de las ráfagas de metralleta del golpista Teniente Coronel Antonio Tejero, que impactan en el techo del hemiciclo. Solo ellos tres permanecen sentados. Adolfo Suárez, presidente de Gobierno, un falangista que da la espalda a movimientos franquistas como Cristo Rey; Carrillo, que había aparcado sus principios comunistas para facilitar una democracia temblorosa, y un general con escasas simpatías entre los mandos. “El hombre rebelde es el que dice no a los suyos: hace falta coraje. Ellos tres lo tuvieron”. Un antídoto contra la deriva histórica.