Kwame, el guía turístico que muestra el pasado esclavista de Madrid
Un guineano que ofrece una ruta por la historia de los esclavos en la capital ha encontrado un nicho en los visitantes de Estados Unidos concienciados por el movimiento Black Lives Matter
Kwame Ondo acaba de perder a dos clientes que le iban a pagar 50 euros, un disgusto que amarga a cualquiera. Había quedado este jueves al mediodía en la Puerta del Sol con una pareja de turistas para darles un tour de dos horas sobre el pasado esclavista de Madrid, pero no se han presentado. Él se toma este contratiempo con filosofía. “Bueno, suele pasar en todas las empresas de turismo”, dice sereno, mientras soporta el frío en el punto de encuentro, la puerta de la tienda Apple. “A lo mejor el cliente se toma por la noche cuatro vinos de más y al día siguiente no aparece”.
Su tour fig...
Kwame Ondo acaba de perder a dos clientes que le iban a pagar 50 euros, un disgusto que amarga a cualquiera. Había quedado este jueves al mediodía en la Puerta del Sol con una pareja de turistas para darles un tour de dos horas sobre el pasado esclavista de Madrid, pero no se han presentado. Él se toma este contratiempo con filosofía. “Bueno, suele pasar en todas las empresas de turismo”, dice sereno, mientras soporta el frío en el punto de encuentro, la puerta de la tienda Apple. “A lo mejor el cliente se toma por la noche cuatro vinos de más y al día siguiente no aparece”.
Su tour figura en Internet entre un sinfín de recorridos que guías madrileños ofrecen a los visitantes, como las rutas por tablaos flamencos, o las excursiones a Segovia y Toledo. Pero como él advierte, si contratas sus servicios tienes que aceptar que pasarás un mal trago en tus vacaciones. Te va a narrar cosas desagradables: “Los turoperadores aquí solo te cuentan lo bonito”.
Kwame tiene 46 años y nació en Guinea Ecuatorial aunque se crio en España. Hace cinco años que trabaja como guía turístico en la capital, pero fue el año pasado cuando empezó a ofrecer por redes sociales y plataformas especializadas una excursión para aprender sobre los esclavos negros en la capital del antiguo Imperio español.
Tomó la idea de una asociación llamada Sevilla Negra que hace estas rutas en la capital andaluza. Sevilla, puerta de las Indias, era conocida con el nombre de “tablero de ajedrez” por el gran número de negros que vivían en ella. En Madrid, este mercado era menor pero también significativo. El historiador emérito de la Universidad Autónoma José Miguel López García ha estimado que durante el reinado de Carlos III (1759-1788) habitaban unos 6.000 esclavos, el 4% de la población.
Pocos en España conocen esta realidad que Kwame ha aprendido de manera autodidacta siguiendo la obra de algunos historiadores y documentalistas españoles que en años recientes han levantado la alfombra de la historia para airear este vergonzoso episodio. Las élites españolas no solo explotaron a esclavos en sus colonias de América, sino que también los compraban para que se encargaran del trabajo doméstico en sus residencias de la Península o para trabajar en obras públicas.
“Hay mucha historia que no nos han contado”, dice Kwame, que conecta esta materia deshonrosa con el pasado colonial español en su país de origen. “Esto no es olvido. Son decisiones conscientes que toman los gobiernos para que no se sepa”.
A pesar del plantón de este jueves, Kwame dice que no le va mal, gracias sobre todo al movimiento antirracista Black Lives Matter. Cuenta que turistas de EEUU o Canadá concienciados sobre la historia de la esclavitud en Norteamérica quieren conocer el pasado esclavista en las ciudades de Europa. “Habré hecho ya ocho o nueve tours de este tipo”, afirma.
Kwame suele iniciar su ruta junto a la estatua ecuestre de Carlos III, en el centro de la Puerta del Sol. Les cuenta que le llaman “el mejor alcalde de Madrid” pero que nadie habla de que se estima que este rey poseía más de 20.000 esclavos, muchos de ellos en Cuba. Según algunos historiadores, era el mayor esclavista de su época, superando al primer presidente estadounidense, George Washington. “Tienes a un genocida en plena Puerta del Sol”, dice Kwame. “Los europeos hacen una cosa muy bien que es celebrar a sus genocidas por todas sus plazas”.
Otro punto de interés es la Iglesia de San Ginés, que tiene una puerta lateral en la calle de Bordadores. En el marco de piedra aún se aprecian dos inscripciones: una ese atravesada por una i. Era la señal de los sine iure (sin derechos). Ese símbolo también se marcaba a hierro en el rostro de los esclavos para facilitar su captura en caso de que se escaparan. Como han averiguado los historiadores, feligreses madrileños montaron en ese templo una cofradía que usaba esa señal para indicar su sumisión religiosa.
También suele visitar el exterior del Palacio Real, donde Carlos III albergaba a sus cuatro esclavos preferidos en la Casa de los Negros, o la Calle Tetuán, cuyo tramo paralelo a la Calle Montera recibió el nombre de Calle de los Negros hasta el siglo XIX. Los historiadores creen que se debe a que ahí residía con sus esclavos un consejero de Indias.
Para publicitar su tour, este jueves Kwame fue a la ruta acompañado de una joven de origen guineano con experiencia como community manager, Andrea Bioko. Ella le grabó como si fuera un influencer, entrevistando a un par de peatones sobre la historia negra de Madrid. Como era de esperar, ninguno tenía ni idea de lo que hablaba.
La propia Andrea, de padres guineanos pero nacida hace 25 años en Leganés, reconoce que hasta que conoció hace una semana a Kwame ignoraba este tema: “No sabía que había historia africana en Madrid. La próxima vez que pase por Sol ya no lo voy a ver igual”.
El historiador de la Autónoma, López García, publicó hace tres años un libro en el que cuenta la historia de estos esclavos madrileños, La esclavitud a finales del Antiguo Régimen. Madrid, 1701-1837. De moros de presa a negros de nación. Para elaborar su obra hizo una investigación de más de una década en la que recabó más de mil documentos de este comercio, como escrituras de compraventa y órdenes de búsqueda y captura. Los esclavos se vendían por lo general entre particulares, pero también en subastas públicas. La mayoría fueron empleados para trabajo doméstico, pero también participaron en obras públicas como el Paseo del Prado.
Los Borbones impulsaron este mercado en las plantaciones de azúcar de Cuba, al estilo de las grandes explotaciones esclavistas de los imperios francés y británico. La esclavitud fue supuestamente abolida en la Península por un real decreto de 1837, pero López García explica que realmente nunca se aprobó y que tras la publicación de su libro ha encontrado evidencias de que se seguía esclavizando a negros en Madrid en la década de 1840. La verdadera abolición llegó en 1886, convirtiendo a España en el último país europeo occidental en dar ese paso.
Otros países han iniciado un debate sobre este pasado que ha llevado a la retirada de estatuas, la inauguración de nuevos símbolos o la revisión del tema en libros de texto y museos. En España, sin embargo, muchos consideran que queda pendiente ese trabajo. “Este asunto ha estado tapado durante mucho tiempo”, dice López García. “Tenemos pendiente contar que fuimos una potencia esclavista, que la corona amasó una fortuna o que los esclavos dejaron su impronta en un legado cultural tan valioso como el flamenco”.
La ruta de Kwame discurre por sitios muy transitados. No hay que levantar piedras ni adentrarse por callejones escondidos para contar esta historia, explica él. Tras la caminata, suelen acabar en un restaurante africano, en Lavapiés o cerca de Sol.
Este lunes, Kwame tomó la decisión de dejar su trabajo asalariado como guía de autobuses turísticos para dedicarse a su proyecto, que combinará con los bolos que le surjan como actor, su otra pasión (estas Navidades aparecerá como rey Baltasar en un anuncio de la DGT). Cree que su negocio, al que ha llamado Afro Hispánica Tours, tiene capacidad de crecer, porque ha visto que en otros países existen turoperadores enfocados en el mercado negro. “Yo no tengo pelos en la lengua. Lo mío no es una ONG, es business”, dice. “Pero sería ideal tener un negocio que me dé un sustento y también me pueda ayudar a cambiar la sociedad”.
Escribe al autor a fpeinado@elpais.es o fernandopeinado@protonmail.com
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