La difícil tarea de esperar para abrazar a tu familiar enfermo

“Esperar a que a mi padre le den cita para operarle el tumor de la cabeza cuanto antes. Esperar que él siga optimista aunque pasen los días”, escribe el autor

Una persona con mascarilla anda por la calle Calle Alcalá junto a la turística Puerta del Sol madrileña vacía durante el estado de alarma.Joaquin Corchero / Europa Press (Europa Press)

Cuando estudié Periodismo, me enseñaron que escribir en primera persona estaba reservado para contadas ocasiones. Esta, un desahogo, como el tuit que escribí y que se ha hecho viral, es una de ellas.

A mi padre le confirmaron hace poco las sospechas que llevábamos semanas albergando: tiene cáncer de pulmón con metástasis en la cabeza. La parte buena, dentro de la desgracia, es que es tratable. Hay esperanza. La mala, que la batalla no deja de ser dura y larga.

Además, la pandemia que estamos viviendo genera otra consecuencia negativa: mis padres viven en Pamplona y yo en Madrid. ...

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Cuando estudié Periodismo, me enseñaron que escribir en primera persona estaba reservado para contadas ocasiones. Esta, un desahogo, como el tuit que escribí y que se ha hecho viral, es una de ellas.

A mi padre le confirmaron hace poco las sospechas que llevábamos semanas albergando: tiene cáncer de pulmón con metástasis en la cabeza. La parte buena, dentro de la desgracia, es que es tratable. Hay esperanza. La mala, que la batalla no deja de ser dura y larga.

Además, la pandemia que estamos viviendo genera otra consecuencia negativa: mis padres viven en Pamplona y yo en Madrid. Por seguridad es mejor que no vuelva a casa, mi padre es ahora población de riesgo. No puedo estar a su lado, no puedo ayudar, no puedo apoyar de cerca.

Sin embargo, la distancia física es diferente a la emocional. Afortunadamente para mí, y para todos los que estamos confinados en nuestros hogares estos días, existen Internet y el teléfono. Medios para estar cerca aunque estemos lejos. Bendito siglo XXI y alabados avances tecnológicos.

Estos últimos días, especialmente desde que publiqué el post en Twitter, he leído historias de gente similares a la mía. Miles de respuestas de desconocidos llegaban a mi pantalla, todas agradeciendo que compartiera mi experiencia y muchas aliviadas por tener alguien al otro lado de la pantalla donde el que apoyarse para descargar parte de lo que están viviendo.

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La responsabilidad de recuperar la normalidad es de todos. Quedarse en casa ha trastocado los planes de la mayoría, pero hay que pensar a largo plazo: lo que no hagamos hoy lo pagaremos durante más tiempo.

Tampoco merece la pena comparar. Mi drama puede ser mayor que el tuyo, que estás leyendo esto. Pero alguien desde África podría decirme a mí: “Eh, que nosotros seguimos aquí y nuestra vida tiene carencias permanentes”. Y tendrían razón. Ahora es momento de estar unidos, de hacer los sacrificios personales que hagan falta y de pensar en el bien común antes que en el propio.

A mí solo me queda confiar en la calidad de la Sanidad navarra. Y esperar. Esperar a que a mi padre le den cita para operarle el tumor de la cabeza cuanto antes. Esperar que él siga optimista aunque pasen los días, que saque toda la energía (la rasmia, que decimos en mi tierra) y pelee lo que haga falta. Esperar a que la cosa se calme y pueda hacer que la distancia física sea igual de nula que la emocional. Como me decía un amigo: ánimo, fuerza y paciencia.

Si has llegado hasta aquí, gracias por leer. Confío en que tú también ayudarás a revertir la situación cuanto antes y que todos podamos abrazar a nuestros seres queridos más pronto que tarde. Gracias.

Iker Huarte (Pamplona, 1988) es periodista. Esta tribuna pertenece a la serie La Experiencia Personal, que EL PAÍS Madrid publica a diario durante la cuarentena por coronavirus. Puedes leer aquí la experiencia personal de Celia Blanco (Funeral Malasañero), Esther Arroyo (“Liberar espacio: a mi abuela de 93 años la sacan de paliativos”), de Miguel del Arco (¿Cómo estar tranquilo cuando sabes que tienes una plantilla?), de Mariah Oliver (“Dos meses sin cobrar el sueldo”), de Victoria Torres (La tribu se pone en marcha) , de Juan José Mateo (Ojo, que tiene 38º) o de la Doctora María Sainz Martín (Ponerse al día).

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