La izquierda se lanza a más promesas sociales
PSOE y Sumar compiten por medidas para aliviar las hipotecas o la desigualdad. Por primera vez en mucho tiempo, la izquierda es la que más habla de economía
Desde aquella ya lejana primavera madrileña de 2021 que encumbró como heroína conservadora a Isabel Díaz Ayuso, cada campaña electoral en España ha sido un malísimo trago para la izquierda. Pero en todas esas campañas, incluso en medio de los peores augurios, ha habido un momento de euforia, una jornada en la que parecían abrirse los cielos en medio de la borrasca. Y por allí surgía José Félix Tezanos para arrojar los datos del CIS como un rayo de felicidad sobre el bando gubernamen...
Desde aquella ya lejana primavera madrileña de 2021 que encumbró como heroína conservadora a Isabel Díaz Ayuso, cada campaña electoral en España ha sido un malísimo trago para la izquierda. Pero en todas esas campañas, incluso en medio de los peores augurios, ha habido un momento de euforia, una jornada en la que parecían abrirse los cielos en medio de la borrasca. Y por allí surgía José Félix Tezanos para arrojar los datos del CIS como un rayo de felicidad sobre el bando gubernamental. Aunque en estos dos años no consta que los éxitos de la izquierda hayan pasado nunca de los papeles de Tezanos a la realidad, el veterano sociólogo persevera una campaña tras otra. Y tampoco esta vez ha faltado a la cita.
El CIS volvió a aparecerse el miércoles sobre España y, contra la opinión de todo el universo demoscópico conocido, concluyó que, lejos de estar en peligro el Gobierno progresista, Pedro Sánchez hasta podría gobernar con la gorra tras el 23-J, sin apenas necesidad de recurrir a esos socios tan incómodos con los que ha tenido que confraternizar los últimos años. Así fue el veredicto del oráculo de Tezanos, al día siguiente de que el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, anunciase que su primera medida si alcanza el Gobierno será destituir al presidente del CIS.
En España hay otros institutos demoscópicos públicos con una trayectoria bastante menos salpicada de gatillazos, como es el caso del CEO catalán, que el miércoles también divulgó un sondeo sobre el 23-J en esa comunidad con datos muy buenos para los socialistas, aunque no tanto para el conjunto de la izquierda. El PSC experimentaría un gran avance, al pasar de 12 a entre 16 y 18 diputados, pero sus socios de Sumar —a quienes el CIS otorga un robusto crecimiento en toda España, hasta el 16%— se desplomarían, de siete escaños a entre dos y cuatro. El PP alcanzaría un resultado histórico en un territorio casi siempre hostil, que en la hipótesis más optimista podría llevarlo a cuadriplicar sus actuales dos asientos en el Congreso.
Sin pasar por el laboratorio de Tezanos, la encuesta del CIS ofrece otros datos crudos, como los que confirman la sensación paradójica que se ha instalado entre los españoles sobre la economía. Dos de cada tres dicen que su situación personal es buena o muy buena y, sin embargo, los que opinan que la del país en general es mala o muy mala alcanzan el 55%. Aquí el sesgo partidista tiñe clarísimamente las opiniones: más del 75% de los votantes del PP —y casi el 90% de los de Vox— juzgan de la peor manera el panorama económico, mientras que la visión optimista es suscrita por más de la mitad de los que apoyan a las dos formaciones del Gobierno.
Triunfalismo económico
Durante la campaña, las voces dentro del Ejecutivo tampoco han sido unánimes en sus diagnósticos. Todos coinciden en presumir de sus medidas y del buen balance macroeconómico, avalado por los principales organismos internacionales. Pero, mientras Sánchez ha repetido que “la economía va como una moto”, la vicepresidenta segunda y candidata de Sumar, Yolanda Díaz, se desmarca de ese triunfalismo y subraya que hay una gran divergencia entre las cifras y la situación real de muchas familias que “lo están pasando muy mal”.
Díaz, acreditada por su experiencia en el Ministerio de Trabajo, ha hecho de las propuestas económicas la base de su oferta electoral. Entre ellas, la jornada laboral de 32 horas o un bono de 1.000 euros para las familias con hipotecas de hasta 250.000. La última de las medidas planteada por Díaz ha suscitado más controversia, incluso dentro de su espacio político: la adjudicación de una “herencia universal” de 20.000 euros a todos los que alcancen la mayoría de edad, propuesta ideada en su momento por economistas de referencia en la izquierda como Thomas Piketty, pero que otros han cuestionado por no discriminar entre niveles de renta.
El PSOE también hizo su guiño el miércoles a las familias con agobios para afrontar los créditos de la vivienda y les lanzó su propia promesa: una prórroga de siete años para las hipotecas de hogares con rentas de hasta 37.800 euros. Según los cálculos socialistas, una hipoteca media de 150.000 euros ahorraría así 300 al mes. Sánchez lo presentó en una conversación televisada a través de la red con su vicepresidenta primera y ministra de Economía, Nadia Calviño. El presidente anda estos días de plató en plató, de las televisiones a las tertulias con sus ministros retransmitidas desde la sede del PSOE. Esta vez Sánchez evitó la metáfora de la moto y hasta se permitió advertir, secundado por Calviño: “No podemos caer en la autocomplacencia”. Pero machacó con una idea: “Hemos roto el tópico de que la derecha gestiona mejor la economía”.
Por primera vez en muchos años, es la izquierda y no la derecha la que más habla de economía en una campaña electoral. Feijóo presentó su programa el martes y las cuestiones más políticas desplazaron a un segundo plano a las económicas. El PP prefiere hablar de Tezanos o de los independentistas que del PIB o del paro, citados solo para desmentir el optimismo del discurso oficial. Hasta la gran promesa de la derecha de bajar impuestos está escasamente detallada en la letra del programa, más allá de un compromiso genérico, sin especificar cuantías ni destinatarios.
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