Málaga y el riesgo de morir de éxito

La ciudad y la Costa del Sol viven una época dorada, pero su brillo esconde un precio de la vivienda desatado en una provincia con un 20% de paro y a la cola en renta per cápita

Un grupo de turistas, en el entorno de la catedral de Málaga.garcía-santos

Málaga está de dulce. El turismo sube como la espuma. Numerosas empresas tecnológicas, con Google a la cabeza, han apostado por la capital malagueña como epicentro en el sur de Europa. El sector inmobiliario, incluso el de lujo, vive momentos históricos. Nada aparece hoy en el horizonte que pueda frenar a una Costa del Sol im...

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Málaga está de dulce. El turismo sube como la espuma. Numerosas empresas tecnológicas, con Google a la cabeza, han apostado por la capital malagueña como epicentro en el sur de Europa. El sector inmobiliario, incluso el de lujo, vive momentos históricos. Nada aparece hoy en el horizonte que pueda frenar a una Costa del Sol imparable. La pandemia generó dudas, pero el paso del tiempo las ha disipado a base de lluvia de turistas y miles de mudanzas hacia el litoral. La provincia malagueña lidera el crecimiento poblacional del país en los dos últimos años, con más de 33.000 nuevos vecinos, tanto nacionales como extranjeros, muchos de ellos nómadas digitales que la adoran porque pueden conjugar el teletrabajo con la calidad de vida. Pero tanta luz tiene también su oscuridad, con problemas que empiezan a minar la paciencia de los malagueños. ¿Puede llegar Málaga a morir de éxito?

La respuesta no es fácil, como tampoco lo ha sido alcanzar esta época dorada. En ello tiene mucho que ver el gran cambio que ha sufrido la capital, que en apenas dos décadas ha pasado de ser un destino menor a uno preferencial por el turismo internacional. “Ha sido una suma de acciones”, explica su alcalde, Francisco de la Torre, del PP, que ya fue marcando sus líneas de actuación con diversos planes estratégicos. Ahí entró la cultura, impulsando ese apelativo ganado a pulso como ciudad de los museos, con la sucursal del Centre Pompidou de referente. Pero la ciudad también se benefició de la inversión pública estatal con la ampliación del aeropuerto, la llegada del AVE, la construcción de nuevas autovías o la terminal de cruceros. El sector turístico ha puesto de su parte con la apertura de numerosos hoteles de cuatro y cinco estrellas. Y los turistas han respondido llegando en masa: en 2019 la capital batió su récord —1,4 millones de visitantes— y también lo hizo la Costa del Sol, con más de 13 millones, que generaron un volumen de negocio de 14.400 millones de euros, cifra que la provincia aspira a repetir ya en 2022. De momento, es la única provincia andaluza cuyo crecimiento económico se prevé por encima del 6%, según los estudios de Unicaja Banco.

De la Torre y su equipo han trabajado además en crear una ciudad exitosa más allá del turismo. Lo han hecho desde el punto de vista tecnológico, para lo que ha sido básico el papel de la Universidad de Málaga, el Parque Tecnológico de Andalucía y la existencia de potentes startups locales. Si Google, Vodafone, Citigroup o Globant han aterrizado en Málaga no es casualidad. “Y debemos seguir trabajando en la misma línea”, subraya el regidor. “La ciudad tiene ambición”, corrobora Ezequiel Navarro, consejero delegado del grupo Premo y presidente de la fundación INNOVA IRV, formada por entidades públicas y privadas que buscan atraer una inversión de 1.500 millones de euros y crear 3.000 empleos de alta cualificación en una década. “Es el momento de no morir de éxito y escalar el crecimiento del sector tecnológico de manera inteligente”, dice el malagueño Bernardo Quintero, director de Ingeniería de seguridad de Google.

Varios turistas, en el entorno del Museo Picasso de Málaga.garcía-santos

Cifras oscuras y nuevos retos

El brillo, los primeros rascacielos o la polémica torre del puerto esconden demasiadas cifras oscuras. Entre ellas, un 20% de paro, una de las tasas de PIB per cápita más bajo de toda España, que la provincia esté a la cola —en el puesto 45 de 52— en renta per cápita del país o en esperanza de vida de sus habitantes. Todo ello trae también nuevos retos. “Las ideas trazadas hace 20 o 25 años nos han traído hasta esta ciudad exitosa, pero ahora tenemos otros problemas que nos afectan de lleno a los que residimos aquí”, afirma Ángel García-Vidal, ingeniero de Caminos y gerente de Avanza Ingeniería. El especialista destaca entre esos inconvenientes el gran incremento del precio de la vivienda. Si la provincia lidera la subida del coste del alquiler desde 2015 con un 13,7% de media, según el Instituto Nacional de Estadística, en la capital han aumentado un 14,7% y supone más del 30% del ingreso de las familias. El precio de la vivienda nueva crece a un ritmo medio de entre el 7% y el 8% anual, según varios estudios.

La gran demanda extranjera y de los nuevos residentes está detrás de esas cifras, pero una de las claves es la rápida expansión de los apartamentos turísticos. La provincia ha duplicado su número en apenas cuatro años para acumular casi 40.000, más de la mitad de las 73.000 viviendas de este tipo en toda Andalucía. De ellas, 7.000 están en la capital, expulsando de forma paulatina a los residentes del casco histórico. Decenas de bloques completos dedicados a pisos turísticos y numerosos restaurantes han convertido la zona en un espacio de ocio gigante, como vienen denunciando desde hace años residentes como Alejandro Villén, de la asociación de vecinos Centro Antiguo de Málaga. Sus principales críticas son el eterno problema del ruido por la expansión de las terrazas de los bares y, de manera más reciente, las incontrolables despedidas de soltero, con las que ni los hosteleros saben qué hacer. Los especialistas ven fundamental estudiar la capacidad de carga y decidir qué tipo de turismo quiere la provincia para no morir de éxito. La masificación es un peligro.

“No queremos crecer más”

Hasta el alcalde de la capital, criticado por no reaccionar a los problemas que el turismo también genera a la ciudad, cambiaba de opinión hace unos días y anunciaba que el municipio estudia ya cómo regular los apartamentos turísticos. “No queremos crecer más”, dijo. “Es que no conozco ningún centro histórico por el que dé gusto pasear que no esté destinado fundamentalmente a usos residenciales”, advierte García-Vidal, que ya participó en los noventa en el Plan General de Ordenación Urbana de Madrid con el reto de atraer a la ciudadanía a vivir al centro. El ingeniero opina que es el momento también de apostar por nuevas infraestructuras, como los dos hospitales que la Junta prepara.

Mientras la capital empieza a repensar su modelo y vuelve este año a liderar las previsiones de crecimiento, sigue buscando también organizar un evento de relevancia internacional, pero de momento es la eterna candidata. No consiguió la Copa América para 2024 y tampoco ser la Capital Europea de la Innovación en el concurso celebrado a finales de 2021. Optó a la Agencia Europea del Medicamento, que se llevó Ámsterdam; y antes fue descartada como Capital Cultural de 2016. Ahora lo intenta con la Expo 2027 con un proyecto basado en la sostenibilidad, que la ciudad lleva por bandera, pero que, en el día a día, le cuesta aplicar. Damián Ruiz Sinoga, catedrático de Geografía Física de la Universidad de Málaga, concluye: “La ciudad dista bastante de tener los estándares necesarios para ser esa ciudad sostenible que nos venden. Y es más: el Ayuntamiento prefiere rascacielos a un bosque, como ocurre en la zona de Carretera de Cádiz, que es la más densamente poblada del Mediterráneo”. Otro reto más para la ciudad de los éxitos.

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