Las obras de la estación de La Sagrera obligan a desalojar un asentamiento de 40 personas

El Ayuntamiento del distrito de Sant Andreu espera comenzar la reurbanización de los terrenos en octubre

Asentamiento de chabolas bajo el puente de Bac de Roda, el 27 de septiembre.Albert Garcia

La llegada de la nueva estación de trenes de La Sagrera en Barcelona es motivo de celebración para muchos de los vecinos de los distritos de Sant Martí y Sant Andreu. No es el caso de Mohammed y Jaouad, de origen argelino y marroquí. Como ellos, al menos 40 inmigrantes, algunos con permiso de residencia, pero no de trabajo, y la mayoría de origen magrebí, pero también subsaharianos, viven en un asentamiento bajo el puente de Bac de Roda. Los más veteranos llegaron hace tres años. Pero su estancia tiene fecha de caducidad. El avance de las obras de la futura estación de La Sagrera y su entorno les obligará a abandonar el lugar. “No sabemos a dónde tendremos que ir cuando lleguen las obras aquí, probablemente tendremos que ir a vivir a algún parque,” lamenta Mohammed.

Los terrenos en los que están instalados están divididos en dos asentamientos. El primero está ubicado literalmente bajo el puente, y el segundo, extendido a pocos metros, a los pies de la Torre del Fang, un histórico cuartel de la Guerra de Sucesión de 1714. Desde el Ayuntamiento aseguran que todas las personas son adultas, incluso algunos ancianos, y que la mayoría tiene seguimiento por parte de servicios sociales. Jaouad asegura que nunca han recibido ayuda. Las cifras indican que hasta el pasado agosto había 286 personas viviendo en 67 asentamientos en Barcelona, según Serveis Socials del Ayuntamiento.

Asentamiento de chabolas bajo el puente de Bac de Roda. Albert Garcia

El consistorio ha informado de que tiene intención de iniciar la reurbanización del espacio este mes de octubre y ha asegurado que el pasado junio fueron notificadas las personas que viven en los terrenos. Ellos aseguran desde las chabolas que nadie ha aparecido por allí: ni de servicios sociales ni del Ayuntamiento. El gestor ferroviario Adif, por su parte, mantiene que no tiene nada que ver con las obras que se realizarán en esta zona concreta, porque está fuera del recinto de trabajo que les corresponde.

Las asociaciones vecinales del distrito, han solicitado al Ayuntamiento rehabilitar la zona por la insalubridad que se está generando. Se quejan de una proliferación de ratas negras. Desde los grupos de vecinos de Navas, Sant Martí Provençals, Clot-Camp de l’Arpa y La Sagrera matizan que no tienen problemas de convivencia con el asentamiento, sino con la dejadez de la administración, que perjudica tanto a aquellos que viven en los barracones como al resto de vecinos. “Hemos pedido que se desaloje el asentamiento, pero con garantías de una alternativa digna a estas personas. Es un error asociar este fenómeno al aumento de la delincuencia”, aclara Alfred Puig, presidente de la Asociación Vecinal de Navas.

En la imagen, una rata busca comida bajo el puente junto a las chabolas. Albert Garcia

Debajo del puente, el campamento se extiende con cubículos construidos con plásticos, maderas, telas y otros desechos con los que sus habitantes construyen chabolas. En el interior, tienen lo básico para sobrevivir: un colchón o algo de comida. Los que llevan más tiempo, hornillos de gas y sartenes. Recogen agua de una fuente que se encuentra en la calle. Uno de los ancianos del espacio explica que los más mayores apenas salen, mientras los más jóvenes sí se desplazan a diario. “Tenemos que buscarnos la vida como sea”, sintetiza Mohamed sin entrar en detalles.

Los motivos que llevan a los migrantes a vivir en asentamientos son la imposibilidad de tener a un empleo por la falta de documentación y las dificultades para acceder a una vivienda. El caso de Mohammed, que lleva nueve años sin ver a su familia y prefiere no dar su apellido, es un calco de miles de inmigrantes en Barcelona. “Es lo que más me duele”, expresa con lágrimas en los ojos. Llegó a España en 2016 proveniente de Marrakech (Marruecos), en busca de mejores oportunidades laborales. “En mi NIE pone que no puedo trabajar,;además aquí no viene nadie, nadie pregunta”, concluye con frustración.

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