Colau da marcha atrás en su política restrictiva de apertura de restaurantes y negocios turísticos en el Eixample
Los comunes ceden a la presión de sus socios del PSC, que pedían suavizar el plan urbanístico que fija qué actividades económicas se pueden abrir en el distrito central de Barcelona
El plan de usos del Eixample, el documento que regula qué tipo de negocios, y cuántos, se podrán abrir en el distrito central de Barcelona, se suaviza y en su versión definitiva será mucho más permisivo de lo que se redactó inicialmente. El equipo de la alcaldesa Ada Colau ha dado marcha atr...
El plan de usos del Eixample, el documento que regula qué tipo de negocios, y cuántos, se podrán abrir en el distrito central de Barcelona, se suaviza y en su versión definitiva será mucho más permisivo de lo que se redactó inicialmente. El equipo de la alcaldesa Ada Colau ha dado marcha atrás y ha cedido ante su socio en el Gobierno, el PSC, que votó contra este plan en la comisión de gobierno, la única vez en todo el mandato que ha habido una discrepancia tan grande. El objetivo del plan es mantener la idiosincrasia y la vida vecinal de los barrios del Eixample, pero el discurso de los dos partidos en la presentación este jueves ha sido distinto y los comunes han reconocido que dan marcha atrás para hacer posible su aprobación.
En primer lugar, se caen del documento las actividades económicas vinculadas al turismo. De manera que no habrá restricciones para tiendas de venta y alquiler de bicicletas, motos o patinetes, agencias de viajes o locales que venden entradas, oficinas turísticas, consignas, talleres mecánicos o gimnasios. “Hemos decidido dejarlo fuera, simplificarlo, para llegar al consenso”, ha admitido el concejal del Eixample, Pau González, de los comunes. Y además, el plan, que fijaba las mismas reglas para todo el distrito, tendrá finalmente dos niveles de restricción para la apertura de cinco actividades económicas consideradas “de alto impacto” para los barrios: bares y restaurantes, supermercados, autoservicios, tiendas de degustación y actividades musicales. El primer nivel de limitación, más severo, afectará a las calles que se están peatonalizando (la Superilla), las ya peatonales y las zonas especiales en torno al mercado de Sant Antoni y la calle de Girona. Un total de 11, con la calle de Enric Granados o la avenida de Gaudí como modelo a evitar. El segundo nivel, con reglas mucho más laxas, comprende en el resto del distrito, donde no fija ni distancias lineales entre locales, ni superficies máximas de los locales.
La teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz (Barcelona en comú), ha asegurado que el plan “es bueno para el Eixample y para Barcelona” y busca “preservar el modelo de ciudad mediterránea con comercio que da sentido a los barrios, que no tienen que ser un decorado y donde hay un grave problema de especulación inmobiliaria: no podemos regular el precio de los edificios, pero sí el uso que se hace de sus plantas bajas”. Sanz ha calificado las modificaciones de “cirugía fina, se mantienen las bases del plan atendiendo a las alegaciones”, aunque ha reconocido que “era bueno ajustarlo para que tenga apoyo” y que “si el camino iniciado no funciona se puede modificar”.
La teniente de alcalde de Agenda 2030, Laia Bonet (PSC), ha valorado a su turno que los socialistas están “muy contentos”. “Hemos recorrido una distancia enorme entre los problemas que veíamos y lo que os presentamos. El plan suponía un freno en todo el distrito, como si todo fuera monocultivo, hoy la regulación aborda dos niveles”, ha dicho. “El plan está muy lejos de la regulación que había, corta el monocultivo, pero permite el crecimiento”, ha celebrado.
La restricción más severa, en las calles pacificadas, entorno de Sant Antoni y de Girona, se limitan a cinco las actividades citadas en un radio de 50 metros; o 18 en un radio de 100; y se fija una distancia entre ellas de 25 metros lineales. Según los cálculos municipales, se podrían abrir 152 nuevos establecimientos de los epígrafes citados. En el resto de calles del Eixample, la única restricción es un máximo de 20 establecimientos en un radio de 100 metros, hasta un total de 1.027 nuevos.
El plan se someterá a aprobación definitiva la próxima semana en la comisión de Urbanismo y le faltará el trámite del pleno a finales de este mes de enero, a tiempo para que se publique en los diarios oficiales antes de que finalice la moratoria de nuevas licencias. El Gobierno ha confiado en tener el apoyo de ERC, que no tiene asegurado, ha admitido. Junts, en su día, también criticó por excesiva la restricción. Algunos ejes de comerciantes, el Gremio de Hoteleros y el de Restauración también cuestionaron el plan, que entienden que “ahogaba” la actividad económica.
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