La huella de la covid: “Tras perder a mi madre no entiendo quienes discuten las vacunas y la ciencia”

Dania El Mazloum, pediatra y Premi Internacional Catalunya, reivindica el legado de su madre, que murió por el virus en el inicio de la pandemia en Italia tras trabajar en la primera línea

Dania El Mazloum junto a su madre Samar Sinjab.EL PAÍS

Dania El Mazloum aún se emociona cuando habla de su madre. Falleció hace casi dos años, en Italia, el primer país europeo que sufrió la primera gran ola de covid. La doctora Samar Sinjab, la madre de Dania, atendió desde la primera línea sanitaria a tantos y tantos contagiados que buscaban un remedio a aquel virus desconocido. Sinjab también se infectó. La ingresaron en un hospital y a los pocos días murió sin compañía. “La soledad ha sido lo peor. Para los enfermos ...

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Dania El Mazloum aún se emociona cuando habla de su madre. Falleció hace casi dos años, en Italia, el primer país europeo que sufrió la primera gran ola de covid. La doctora Samar Sinjab, la madre de Dania, atendió desde la primera línea sanitaria a tantos y tantos contagiados que buscaban un remedio a aquel virus desconocido. Sinjab también se infectó. La ingresaron en un hospital y a los pocos días murió sin compañía. “La soledad ha sido lo peor. Para los enfermos y sus familiares”, recuerda Dania. Ella, pediatra, pretende ahora mantener el legado de su madre tras recibir el Premi Internacional Catalunya de la Generalitat.

Pregunta. ¿Cómo fueron los últimos días de su madre?

Respuesta. Era una médico de familia. Trabajaba en un pueblo pequeño. Se empleó desde el primer día al último cuando la covid aún era desconocida. Nunca se echó atrás.

P. No quiso que sus pacientes supieran que estaba enferma

R. No quería preocuparles porque no se sabía mucho del virus. La ingresaron al hospital y siguió atendiendo a sus pacientes por teléfono. Hasta que la intubaron y ya no pudo más. Ayudó a todos hasta el último instante.

P. ¿Un médico lo es hasta que muere?

R. Absolutamente. Mucha gente apaga el teléfono cuando acaba su turno, pero cuando hay una vocación no debes comportarte así. Si no la hubieses intubado habría seguido atendiendo. Hubo un tiempo en el que se lesionó el pie, pero ni así paró. Respondía todas las llamadas de sus pacientes.

P. ¿Los médicos gestionan mejor la muerte que el resto?

R. Creo que sí. Están en contacto con personas con enfermedades graves. Se acercan a la muerte. Pero afrontar el sufrimiento del paciente te deja una espina.

“A mi madre la ingresaron por covid y seguía atendiendo por teléfono”

P. La pandemia ha obligado a muchos pacientes morir en soledad.

R. Como mi madre. No estuvimos con ella y no le pudimos darle el cariño. Al estar entubada, era imposible. Fue un pecado no poder comunicarnos con ella. La soledad es lo peor, como médico y como familiar.

P. ¿Esto dificulta el duelo?

R. Mucho. Cuesta imaginar que no tendría más contacto con ella desde que entró en el hospital y que no la vería más. No tener contacto con mi madre ha limitado metabolizar el duelo. Aunque como médica sabes que la muerte forma parte de la vida y esto me ayuda a superarlo. Estamos de pasada.

P. ¿Cómo recuerda el inicio de la pandemia en Italia?

R. No nos lo creíamos hasta que llegó el confinamiento. Se gestionó bien, pero faltaban recursos. No teníamos mascarillas, teníamos que esperar una semana para conseguir test, y los resultados tardaban casi 12 días. Imaginábamos que la covid sería una infección que requeriría medidas, pero nunca anticipamos una pandemia como esta.

P. ¿Cuál ha sido la gran diferencia de trato entre niños y adultos durante la pandemia?

R. A nivel pediátrico conocimos menos casos de covid en 2020 y a principios de 2021. Con ómicron la situación ha cambiado y los casos han aumentado mucho. La parte positiva es que no hay muchos casos graves a pesar de la alta incidencia.

“Respeto a todos, pero no a aquellos que son antivacunas, anticovid y antitodo”

P. ¿Los niños han sido los grandes olvidados de la pandemia?

R. Un poco. Ahora la situación ha ido cambiando al tener más positivos, pero seguimos olvidándonos de ellos. Los gobiernos buscan medidas para garantizar la escolaridad, pero algunas medidas no se cumplen. En Italia, cuando hay un positivo, los niños tienen que hacer un test, y repetirlo a los cinco días, pero al ser tan complicado conseguir el diagnóstico, se quedan directamente en casa. Espero que esto cambie. Los niños han sido muchas veces los últimos en cuanto a medidas. La escuela es fundamental para su crecimiento y los aislamientos les daña.

P. Hace tiempo que se ha detectado un impacto emocional en los niños.

R. Es que es un problema muy grande, con tantos niños en cuarentena. No van a clase, estudian a distancia, no hacen deporte… son muchas cosas. Hay que reorganizar el sistema y solucionar los aislamientos de los menores, sobre todo los de los asintomáticos.

P. ¿Le preocupa la covid persistente entre los menores?

R. Tenemos que ver cómo evoluciona. La gestión será diversa. En los adultos tenemos más experiencia y entre los niños un poco menos: puede ocasionar el síndrome inflamatorio multisistémico, que afecta a los órganos y puede comportar complicaciones cardiovasculares.

P. Al final la ciencia ha tenido un papel clave en la pandemia.

R. Sí. Por ello me cuesta entender a los que la niegan. Respeto a todo el mundo, pero no a aquellos que son antivacunas, anticovid y antitodo. Los que hemos pasado un luto por la covid no podemos concebir que se discuta la ciencia. Se pueden discutir las medidas políticas, pero no cuestionar el virus y la ciencia.

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