Ómicron desborda las escuelas de Cataluña

Las cifras de contagios en los centros educativos baten el récord de toda la pandemia, con familias despistadas por unos protocolos complejos y unos profesores sobrepasados por la gestión

Una maestra trabaja en su aula vacía con los estudiantes confinados en la escuela Auró de Terrassa.CRISTÓBAL CASTRO (EL PAÍS)

La variante ómicron está pasando como un tornado por los centros escolares, desbordándolos y poniendo patas arriba toda la organización, normalidad y tranquilidad que deberían regir entre sus paredes. Las cifras de contagios en las escuelas están batiendo el récord de toda la pandemia, con familias despistadas por unos protocolos complejos y cambiantes y unos profesores sobrepasados por la gestión. “E...

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La variante ómicron está pasando como un tornado por los centros escolares, desbordándolos y poniendo patas arriba toda la organización, normalidad y tranquilidad que deberían regir entre sus paredes. Las cifras de contagios en las escuelas están batiendo el récord de toda la pandemia, con familias despistadas por unos protocolos complejos y cambiantes y unos profesores sobrepasados por la gestión. “Estamos ante un crecimiento vertiginoso de contagios. Los servicios esenciales están tensionados y Educación, también. No podemos tener la misma escuela que si no tuviéramos covid, así que las escuelas se están reorganizando para hacer las cosas de otra manera, que es como debe ser”, terció el consejero de Educación, Josep Gonzàlez-Cambray el jueves en el Parlament.

“Lo peor es que no estábamos preparados para gestionar este nivel de contagios, igual que tampoco las farmacias o los referentes covid. Tampoco han ayudado las confusiones por el protocolo y algunas órdenes contradictorias. Todos hemos ido desbordados”, admite Sandra Prat, directora de la escuela Joan Torredemer Canela de Matadepera, una de las más afectadas en esta sexta ola, que estos días llegó a tener 13 de sus 19 clases confinadas. En términos parecidos se expresa Toni Aguilar, director de la Escola Pia de Mataró, también con gran afectación: 11 grupos confinados de infantil y primaria, de un total de 35. “Nos avisaron que ómicron tendría un impacto diferente, pero en el momento de más afectación de la variante delta, en Mataró la incidencia rozaba los mil contagios por 100.000 habitantes. Entonces ya nos parecía mucho. Ahora estamos en más de 8.000. Es una animalada”, subraya.

La tercera semana escolar de enero se ha cerrado con 90.309 personas confinadas (82.394 alumnos y 7.915 docentes), según los últimos datos del portal Traçacovid. Pero la curva desciende lentamente desde el 24 de enero, cuando se alcanzó la cumbre de confinados: 132.233. El nivel de contagios supera con creces el de la quinta ola, con un pico de 86.000 personas el 30 de octubre. Otro dato relevante de ómicron es el número de positivos: este curso se llevan acumulados 367.941, cuadruplicando los 85.666 de todo el curso pasado.

Con este panorama, Salud y Educación han aparcado el mantra de “escuelas seguras”. “La escuela es suficientemente segura para estar abierta, pero hay que cambiar el concepto tal y como se entendía entonces. Ahora no tiene sentido referirse en los mismos términos”, admitía el jueves la responsable de programas de Salud Pública en la infancia, Laia Asso.

“Haces test y salen varios positivos asintomáticos. Si hay algún hermano, también se contagia otro grupo. Y es una cadena que ya no frenas. Ahora te contagias en la escuela, es una evidencia”, añade Prat. La otra cara de la moneda es la escuela Auró de Terrassa, un centro con un 70% de alumnado con una situación socioeconómica desfavorecida, con pocos positivos por aula y apenas un grupo confinado. Su directora, Montse Serra, comenta que la máxima preocupación entre los docentes es la detección de los asintomáticos porque temen que muchas familias no hacen los test, sea por cuestión económica o desconocimiento. “Sabemos de niños que tienen síntomas y la familia te dice que es un simple resfriado, o algunos que vuelven dos días después de tener síntomas y no sabes si les han hecho un test”. La docente relata también que el colapso del sistema sanitario ha dejado alguno de los grupos sin prueba de antígenos porque ya habían pasado demasiados días. “Si el test fuera obligatorio, tendríamos más grupos confinados”, asiente la directora.

Y es que, a parte de la volatilidad de ómicron, el gran volumen de positivos también se explica por la realización masiva de test de antígenos gratuitos entre la comunidad escolar cuando se detecta un positivo en el aula. Desde que empezó el segundo trimestre hasta el pasado miércoles se han realizado unas 442.000 pruebas, superando por mucho las 71.500 practicadas en todo el primer trimestre. El programa de tests escolares es pionero en el Estado y ha llevado a Cataluña a posicionarse como la comunidad que concentra el 44% del total de pruebas rápidas realizadas a nivel estatal.

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Ómicron ha vaciado las aulas y ha vuelto a poner en la agenda las clases telemáticas y los problemas asociados. “Ahora se confina solo una parte de la clase, y ello complica la docencia. El maestro no se puede dividir en dos. Una lección no es solo conectar una cámara y escuchar, también está la interacción con los compañeros y con el profesor. Nuestro modelo de escuela es presencial porque se hacen muchas actividades que no se pueden trasladar al modelo online”, subraya Toni Aguilar. En cambio, desde la escuela de Matadepera sacan pecho del trabajo de meses anteriores para prepararse ante confinamientos generales como los actuales. “Cuando se cierra un grupo se envía al alumno una planificación de la semana con lo que tiene que hacer cada día y a cada hora y se les cuelga las actividades en el classroom. Los que están en casa se conectan con videollamada y quienes están en clase están con el maestro”, abunda su directora.

Profesorado agotado

El virus también está haciendo mella en las plantillas: las bajas entre el profesorado han alcanzado este mes cifras récord y desde el 7 de enero se han nombrado más de 13.000 sustitutos en la pública —y unos 4.000 en la concertada. La gestión ingente de estas bajas se suma a la acogida continua de sustitutos, reorganizar horarios para suplir las vacantes que no es cubren, comunicar los positivos de los alumnos, confinar grupos, organizar las tareas telemáticas, resolver las dudas de las familias, aclararse con un protocolo complejo y cambiante… Son algunas de las tareas que monopolizan el tiempo de los equipos directivos, provocando estrés, cansancio y frustración, porque todo ello quita tiempo para la mejora de la calidad educativa.

Aunque las direcciones coinciden en defender la apertura de los centros, también lamentan que no se hayan aplicado medidas de protección adicional en momentos como el actual. “O nos contagiamos todos o cambiamos los protocolos”, pide Aguilar, que apuesta por la segunda opción, ya que “ahora la situación no es sostenible”. Y advierte. “La Generalitat apuesta por mantener la máxima presencialidad, pero ¿a qué coste? El coste es el agotamiento del profesorado, que está al límite. Y la calidad educativa depende de cómo lo tengamos”.




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