¿Por qué lo llaman política si es puro tacticismo?
Iba a ser la semana de la cuestión de confianza, pero termina con el PP esforzándose en que los independentistas sigan en el centro de la escena donde, por méritos propios, está Mazón
Este miércoles, en su última pregunta al presidente del Gobierno en el Congreso, Aitor Esteban pidió a Pedro Sánchez que se ponga manos a la obra en Europa ante la “distopía geopolítica” que preocupa a los demócratas tras la llegada de Donald Trump al despacho oval. ...
Este miércoles, en su última pregunta al presidente del Gobierno en el Congreso, Aitor Esteban pidió a Pedro Sánchez que se ponga manos a la obra en Europa ante la “distopía geopolítica” que preocupa a los demócratas tras la llegada de Donald Trump al despacho oval. El todavía portavoz parlamentario y futuro líder del PNV deja un legado de sensatez en este hemiciclo convertido en los últimos tiempos en un tablero de ajedrez con partidas indescifrables. Solo un par de ejemplos de esta semana: el PP ha apoyado en el Congreso una ley de Sumar, partido integrado en el Gobierno, y ha rechazado otra norma que incluye medidas que los populares promueven en Senado. ¿Explicación? Ninguna de fondo.
No se estilan ya los vetos entre bloques que tantos dolores de cabeza dieron a Pedro Sánchez (si Ciudadanos entraba en la ecuación, Podemos salía de ella) y todo indica que ahora la rentabilidad política está en la pinza (Sumar amenazando al PSOE de sacar adelante con el PP su reforma de la tributación del SMI). Que el Congreso funcione como una cámara de resonancia de las estrategias partidistas no es algo nuevo, pero hemos llegado a aceptar con normalidad lo que no nos entraba en la cabeza: que el socio minoritario del Gobierno anuncie una proposición de ley para cambiar lo que el socio mayoritario no acepta y que, con ese movimiento, provoque una reacción en cascada del resto de los grupos, especialmente el PP, dispuesto a apoyar a Yolanda Díaz en todo lo que haga falta para que se vea que Pedro Sánchez está en las últimas. No es política. Son regates en corto, titulares de un día (a veces, de una hora) y movimientos para la supervivencia diaria. Es puro tacticismo.
En esto de poner a prueba a los analistas más reputados del reino se lleva la palma Junts. Un día rompe la actualidad exigiendo a Sánchez que se someta a una cuestión de confianza en el Congreso; otro, registra una iniciativa en la que le plantea al presidente que valore, si lo tiene a bien, presentarse a dicha cuestión y, al poco, retira esa propuesta con la que las tertulias han barruntado el final definitivo del sanchismo aunque dejando muy claro, no se engañen, que sigue desconfiando muchísimo. ¿Que alguien lo duda? Al día siguiente sacan a una portavoz de perfil medio que amenaza con tumbar la quita de la deuda de Cataluña, aunque eso terminaron dejándolo en una “manipulación” de los “medios convencionales” (Puigdemont dixit) que no se enteraron bien. Entiéndanos, fácil no resulta.
Sí que vemos con cierta claridad que todo lo que engorda a ERC solivianta a Junts y al revés. Tampoco hay que ser demasiado avispado para leer la jugada de Sánchez con la propuesta de condonación de más de 83.000 millones de la deuda autonómica, que ha terminado siendo la pata económica y gubernamental del plan de fortalecimiento territorial del PSOE que impulsó el líder socialista. Sánchez nunca ha admitido públicamente que sus alianzas con los independentistas hayan lastrado al PSOE en algunos territorios, pero el encaje de bolillos de la condonación de la deuda lleva implícito el reconocimiento de que los socialistas de Andalucía, Extremadura, Murcia o Castilla-La Mancha necesitan oxígeno del Gobierno además de nuevos liderazgos. A los presidentes autonómicos del PSOE caídos en mayo de 2023 no les sentó nada bien que Sánchez aterrizara en sus campañas con su tómbola de propuestas pero, ahora, los secretarios generales más relevantes son ministros y la estrategia de Ferraz y de las federaciones está totalmente alineada. El perdón de la deuda a los gobiernos autonómicos del PP llega como agua de un mayo nuevo en las sedes socialistas justo cuando han culminado los congresos regionales del PSOE. Las casualidades existen, pero no es el caso.
El “que se preparen” que lanzó María Jesús Montero en el mitin de su coronación como líder del PSOE andaluz, en Armilla, iba un poco de esto y le dio margen a los populares para diseñar su contraataque. Orquestaron un plante en el Consejo de Política Fiscal y Financiera que dejó en evidencia los esfuerzos del PP para que los independentistas no pierdan protagonismo a pesar de que el alivio financiero lo van a disfrutar todas las haciendas autonómicas, la mayoría gestionadas por los populares. Para alimentar la confusión, la cuenta de X del PP difundió un meme de Oriol Junqueras y Carles Puigdemont bañándose en monedas en los jardines de La Moncloa como si no fuera Salvador Illa, del PSC, el president de la Generalitat de Cataluña.
Hubo mucho de sobreactuación del PP en este episodio que ha marcado la semana en la que todo dependía de la cuestión de confianza que no fue y en la que, por méritos propios, Carlos Mazón se ha colocado en el centro de la escena. 224 muertos y tres desaparecidos son una poderosa razón para que el barón popular hubiera decidido hacer política con mayúsculas en lugar de la huida hacia adelante, con trayectoria zigzagueante, en la que lleva desde el 29 de octubre, el día de nuestra propia distopía hecha realidad. Que su posición es insostenible lo saben todos en el PP, incluido Núñez Feijóo que, por ahora, resiste la presión antes de hacerle caer. Quiere evitar quizá que la agenda que intenta dominar con el tacticismo nuestro de cada día se le vuelva en contra. Una nueva investidura en la Comunidad Valenciana requiere del concierto de Vox y seguro que le ha dado más de una vuelta a aquello que un día le dijo Aitor Esteban desde la tribuna del Congreso: “Alberto, tu tractor tiene gripado el motor por usar aceite de Vox”.