El auge xenófobo pone al musulmán en la diana

El discurso que discrimina a los inmigrantes de países islámicos se extiende de la ultraderecha al PP por la vía del “feminacionalismo”

Alvise en un mitin electoral en Madrid ante las elecciones europeas del pasado mes de junio.Claudio Álvarez

Así es la inmigración en España según Isabel Díaz Ayuso: a un lado están los latinoamericanos, tan integrados que “no son ni siquiera inmigrantes” porque “rezamos la misma religión, tenemos la misma raíz”; al otro lado están los llegados de países que “culturalmente tienen un choque con nosotros”, que “defienden la ablación, que las mujeres nos quedemos en nuestras casas o la poligamia”. Son los que llevan a Ayuso a advertir: “Si tengo una hija, qu...

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Así es la inmigración en España según Isabel Díaz Ayuso: a un lado están los latinoamericanos, tan integrados que “no son ni siquiera inmigrantes” porque “rezamos la misma religión, tenemos la misma raíz”; al otro lado están los llegados de países que “culturalmente tienen un choque con nosotros”, que “defienden la ablación, que las mujeres nos quedemos en nuestras casas o la poligamia”. Son los que llevan a Ayuso a advertir: “Si tengo una hija, quiero que salga con su falda corta si le da la gana”. Y también a preguntarse: “¿Por qué vamos a perder libertad, nuestras costumbres?”. La presidenta madrileña no tiene dudas: “No es lo mismo un tipo de inmigración que otra”.

Está claro cuál es el primer tipo: los “hispanos”, en palabras de Ayuso. Pero, ¿y el otro? No lo concreta en ningún momento de la entrevista del 2 de septiembre en Antena 3 de la que salen las frases del primer párrafo. Sin embargo, es obvio: los musulmanes, centro de la diana del discurso anti-inmigración en España y Europa. “El estereotipo del musulmán patriarcal incompatible con la diversidad sexual y la igualdad hombre-mujer está tan arraigado que no hace falta ni nombrarlo”, explica Eduardo Tena, coordinador del ensayo La derecha radical europea en la actualidad. Discurso de odio e islamofobia.

Tena, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Burgos, y su colega Sonsoles Dieste, también coordinadora del citado ensayo, observan un auge de dos discursos “islamófobos”. El primero, de la “derecha tradicional”, aprovecha “un imaginario colectivo” sobre el musulmán que permite “ser islamófobo sin mencionar el Islam”. Para ello puede utilizar entre otros el recurso del “feminacionalismo”, que junto al “homonacionalismo” pone los derechos de las mujeres y los homosexuales como coartada para su mensaje. Ahí encuadran las frases de Ayuso y también las pronunciadas en julio por el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, que en la refriega del debate migratorio reclamó “respeto a nuestra cultura, a nuestras creencias, a las mujeres, a los homosexuales”. Da la razón a los dos profesores de la Universidad de Burgos quien es la máxima autoridad en “feminacionalismo”, la reputada socióloga italiana Sara R. Farris, catedrática en Goldsmiths, de la Universidad de Londres, que acuñó y teorizó el término. A la luz de las declaraciones de Feijóo y Ayuso, afirma: “El PP está intensificando su retórica feminacionalista y racista”. El PP, a través de un portavoz, afirma que su partido es ajeno a esa corriente: “Feijóo se refiere a cualquier persona de cualquier raza, credo o condición”. El equipo de Ayuso no responde a las preguntas de EL PAÍS.

El segundo tipo de discurso islamófobo según Tena y Dieste es “más directo” y propio de la ultraderecha, que sin rodeos señala a los musulmanes como enemigos de la libertad, la seguridad y los valores de la nación. Tres ejemplos. Santiago Abascal (Vox) acusa al PP y al PSOE de “promocionar una invasión islamista” que los españoles “sufrirán en sus carnes”. Alvise Pérez (Se Acabó la Fiesta) llama a combatir al “islamismo”, que quiere “destruir nuestra forma de vida”. Y Sílvia Orriols (Aliança Catalana) alerta contra una futura “Cataluña islámica” de “violaciones en grupo, mutilaciones genitales y matrimonios forzados”.

La líder de Aliança Catalana, Sílvia Orriols, en el Parlament de Cataluña en septiembre.Gianluca Battista

El discurso elíptico de la derecha y el directo de la ultraderecha tienen mucho en común, explican Dieste y Tena en conversación telefónica. Los dos hacen uso del “feminacionalismo”, etiqueta que suele englobar también al “homonacionalismo”. Los dos “transmiten en el fondo el mismo mensaje”, con la diferencia de que el primero “parece más aceptable socialmente” y menos expuesto a la “acusación de islamofobia”. Y los dos “sin duda van a más”. También observa este auge Jaime Bordel, que estudió el caso italiano para el ensayo Salvini & Meloni y detecta en España una “creciente criminalización del árabe” compartida con el país transalpino. “El idioma favorece que en España las ultraderechas tiendan a discriminar más a la población árabe que a la latinoamericana”, añade Bordel, para quien el “punto de inflexión” ha sido la irrupción de Vox, “que ha desatado en el PP el temor a ser la derechita cobarde”.

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Mensajes de odio

Ahmed Khalifa, presidente de la Asociación Marroquí para la Integración, lamenta que la “expansión del discurso anti-musulmán” impulsada por Vox gane ahora un “potente canal” penetrando en el PP, más aún cuando el CIS ya ha detectado un aumento de la inquietud social ante la inmigración. “Todo el mundo escucha cuando habla Ayuso o Feijóo”, advierte. Musulmán de 46 años, nacido en Tetuán, a Khalifa le inquieta el “constante mensaje” en redes sociales que presenta al islámico como “peligroso”, “inadaptado” y que “maltrata a las mujeres”. Ese martilleo, sostiene, “se nota” en la percepción sobre la comunidad musulmana en España, con más de 2,4 millones de personas, el 55% extranjeros, según un informe de la Unión de Comunidades Islámicas y el Observatorio Andalusí.

¿En qué “se nota”? Khalifa cita una encuesta de 2023 de su asociación: el 93% de 650 musulmanes declaró sufrir discriminación. Pero hay más indicios. El Observatorio del Racismo y la Xenofobia del Ministerio de Inclusión ha detectado que los musulmanes son el segundo colectivo que más discursos de odio sufrió en las redes en 2023, con un 26,2% de la muestra. Ahora bien, ese dato no ilustra por sí solo la cantidad del odio anti-musulmán captado. Un portavoz del Observatorio explica que para computar un mensaje como “islamofobia” debe haber referencias religiosas evidentes, como en este de Facebook sobre una mujer con hijab: “Quítate el pachuli, anda, que pareces una mesa camilla. Putas moras, podríamos echarlas de España”. Además de mensajes así, hay otros de odio contra musulmanes —o percibidos como musulmanes— que al no usar elementos religiosos se clasifican como ataques a otros grupos, por ejemplo los norteafricanos, precisamente los que sufren la mayor cantidad de ataques (33,7%) y que en su mayoría son magrebíes, con frecuencia tomados —lo sean o no— como musulmanes. Conclusión: el rechazo a quienes despectivamente son llamados “moros” protagoniza los dos discursos de odio más abundantes.

También llegan pistas de islamofobia de la Fiscalía General, cuya última memoria recoge que en 2023 se presentaron 299 denuncias por delitos de odio por raza, religión y origen, una subida anual próxima al 300%. El fiscal de delitos de odio, Miguel Ángel Aguilar, afirma que el musulmán es objetivo de la “gran mayoría” de los mensajes de odio religioso y que la islamofobia está presente en “gran parte” de los de odio al extranjero, si bien es una “percepción” ya que los registros aún no lo desagregan.

El mapa de la inmigración irregular indica que el odio no está relacionado con la condición de sin papeles. En España solo un 5,6% de los irregulares son africanos, frente a más de un 90% de América del sur y central, según una estimación de la Fundación porCausa con datos de 2022. Son números que refuerzan la hipótesis de que un poderoso móvil del odio es religioso-cultural.

Feminacionalismo

El auge islamófobo en España está lejos de ser una excepción. El supuesto conflicto entre el Islam y los valores occidentales es clave en el discurso de Alternativa para Alemania, Reagrupamiento Nacional (RN) en Francia, Hermanos de Italia y la Liga Norte, los brexiters y parte de los conservadores en Reino Unido y la extrema derecha en el centro, el norte y el este de Europa. ¿Por qué cunde tanto? Dieste y Tena, coordinadores de La derecha radical europea en la actualidad, subrayan un factor que otorga especial impacto a la islamofobia, multiplicando así su tirón como arma política: la capacidad para crear un “ellos contra nosotros” que persuade incluso a los no cristianos.

La razón es que la islamofobia, señala Tena, se ha sofisticado mediante el “feminacionalismo”, un discurso que inauguró en Países Bajos el líder anti-islamista Pim Fortuyn y que hoy tiene como referentes al también holandés Geert Wilders y a Marine Le Pen. El partido de esta, RN, presenta al Islam no como una amenaza a la esencia étnica o cristiana de Francia, sino a su laicidad republicana y a las libertades civiles. Así Le Pen reviste su mensaje xenófobo de “valores universalistas, progresistas, herederos de la Ilustración”, explica Arsenio Cuenca, investigador sobre extrema derecha en la parisina École Pratique des Hautes Études. El viejo “racismo biológico” del Frente Nacional es hoy “inaudible” y todo el discurso se cubre de argumentos “culturales” más capaces de generar contradicciones en el campo progresista, expone Cuenca.

Autora del ensayo En nombre de los derechos de las mujeres, la socióloga Farris ve en Feijóo y Ayuso un “feminacionalismo” emparentado con el lepenista. Sobre la exigencia de “respeto” a “mujeres” y “homosexuales” de Feijóo, Farris cree que sirve para agitar el temor a una cultura extranjera “opuesta a la española” que “amenaza” la protección de los derechos civiles. “Son comentarios muy racistas endulzados con el lenguaje de la cultura”, señala Farris. En cuanto al temor de Ayuso a que una hija suya no pudiera ir con “falda corta”, estamos ante un “feminacionalismo clásico”. “Evoca claramente el mito del varón musulmán como amenaza sexual para hablar del trasfondo racista/islamófobo del país, pero también para aparecer como defensora de los derechos de la mujer”, analiza.

El “feminacionalismo” está menos desarrollado en España que en otros países del centro y el norte de Europa, coinciden Dieste y Tena, que aunque observan que tanto el PP como Vox hacen uso de ese recurso señalan a Aliança Catalana como el partido que más lo ha desarrollado. Orriols no solo se ha declarado favorable al “Estado laico”, sino que este año ha hecho algo atípico de una líder ultraderechista: colgar la bandera LGTBI en el Ayuntamiento de Ripoll, donde es alcaldesa. Dieste insiste en el potencial de esta estrategia: “Mucha gente se escandaliza ante la islamofobia pura y dura, pero no cuando logra parecer sentido común apelando a nuestras libertades”.

Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid (PP), con su jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez.Rodrigo Jiménez (EFE)

Tena y Dieste, profesores en la Universidad de Burgos, no vislumbran el fin del auge islamófobo, cebado por un “ambiente de época” al que el PP y Vox contribuyen y del que al mismo tiempo son “rehenes”. Además, añaden, hay tres factores más que le dan alas. El primero es “un estereotipo histórico” con origen en las Cruzadas que presenta al musulmán como “enemigo salvaje”. No es casual, apuntan, que Abascal exalte la Reconquista y haga actos en Covadonga ni que Ayuso reivindicase en 2022 “la España perdida con la invasión musulmana”. El segundo factor es toda una serie de hitos que en las últimas cuatro décadas han aquilatado una visión oscura del Islam en Occidente: la Revolución de los Ayatolás, la fatwa contra Salman Rushdie, el 11-S, el Califato Islámico, las polémicas por el velo, la misoginia talibán... El tercero es un aura de respetabilidad intelectual, concluye Dieste, para quien existe una “islamofobia ilustrada” –en expresión de la catedrática de Estudios Árabes Luz Gómez– nutrida de figuras como la periodista Oriana Fallaci o el politólgo Giovanni Sartori, ambos ya fallecidos, que presentaron al Islam como incompatible con los valores occidentales.

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