Sánchez acusa a Feijóo de “enmudecer a las Cortes” y este le exige que “vuelva a la Constitución”
El presidente y el líder del PP se culpan mutuamente de degradar las instituciones en su duelo dialéctico en el Senado
El presidente del Gobierno y el del primer partido de la oposición concuerdan en un asunto y no precisamente menor: España está sufriendo un proceso de degradación institucional. Más o menos con esas palabras, ambos compartieron el diagnóstico en su choque dialéctico de este miércoles en el Senado. Las coincidencias se detuvieron ahí, porque en la confrontación política española los que ponen en peligro las instituciones son siempre los otros. Según Pedro Sánchez, toda la responsabilidad corresponde a Alberto Núñez Feijóo, cuya aportación tras nueve meses al frente del PP se reduce a ...
El presidente del Gobierno y el del primer partido de la oposición concuerdan en un asunto y no precisamente menor: España está sufriendo un proceso de degradación institucional. Más o menos con esas palabras, ambos compartieron el diagnóstico en su choque dialéctico de este miércoles en el Senado. Las coincidencias se detuvieron ahí, porque en la confrontación política española los que ponen en peligro las instituciones son siempre los otros. Según Pedro Sánchez, toda la responsabilidad corresponde a Alberto Núñez Feijóo, cuya aportación tras nueve meses al frente del PP se reduce a “enmudecer a las Cortes”. Y, en la perspectiva de Feijóo, no hay otro culpable que Sánchez, a quien el líder del PP exigió que “vuelva a la Constitución” dejando en el aire el sobreentendido de que el presidente del Gobierno se ha situado fuera de ella.
Nueve meses y un cambio de liderazgo después, el PP ha vuelto donde solía. El discurso económico que Feijóo quería enarbolar como bandera de un nuevo estilo de oposición y su proclamada voluntad pactista se han diluido entre los vientos del otoño. Los populares han retornado a la guerra sin cuartel contra el Gobierno, a cuestionar incluso su legitimidad y a vapulearlo con un tema único como arma arrojadiza: los pactos con los independentistas. Si la letra de Feijóo se parece en poco a la de Pablo Casado, la música de fondo ha empezado a sonar con una melodía parecida.
En medio de la crisis institucional de los últimos días y la consiguiente escandalera, el cara a cara del Senado alimentaba todos los temores a otro estrepitoso alboroto parlamentario. Pero, dentro de la dureza del intercambio, al menos se guardaron las formas. La puesta en escena de Feijóo delató, como ya anticipaban sus asesores, una voluntad de no llevar la confrontación demasiado lejos. Es más, en su primera intervención ni siquiera alardeó del triunfo por la mínima que el PP ha logrado en el Tribunal Constitucional después de que este haya decidido interrumpir la tramitación parlamentaria de la norma que pretendía facilitar la renovación de sus miembros con el mandato caducado. Si el asunto afloró en el debate fue porque lo esgrimió Sánchez para lanzar el ataque más directo a su contrincante.
Tampoco es que Feijóo se envolviese en terciopelo. Su primera frase ya anunció el hilo argumental: Sánchez está escribiendo un nuevo libro, un “manual de obediencia al independentismo”. El PP rescata una y otra vez los cambios de posición del líder socialista en los últimos años sobre la cuestión catalana para insinuar que Sánchez incumplirá una promesa más, la de no aceptar nunca un referéndum de autodeterminación. “¿Tiene ya fecha para celebrarlo?”, lanzó Feijóo con esa táctica suya de dar las cosas por hechas, sin afirmarlas de modo expreso. El asunto le dio para una burla: “El Pedro Sánchez Pérez-Castejón de 2017 no votaría al Pedro Sánchez Pérez-Castejón de 2022″. El presidente se lo quitó de encima con otro argumento recurrente: las dos consultas ilegales en Cataluña se celebraron con gobiernos del PP.
El jefe del Ejecutivo se lanzó rápidamente a lo que de verdad le interesaba y que su interlocutor había omitido de modo un tanto sorprendente: la inaudita decisión del TC de suspender un debate parlamentario a solicitud del PP. A Sánchez le sirvió para insistir en una de sus armas favoritas para enfrentar al líder de la oposición, esa que consiste en caricaturizar a Feijóo como un líder manejado por otros, por “esos poderes”, remarcó, “que le acompañan a usted y a su partido, cada vez menos ocultos”. Como guinda, la estocada: “Su única aportación en nueve meses ha sido enmudecer a las Cortes Generales”.
Feijóo sacó su ironía, recurriendo a la reforma de la malversación: “Todo el que discrepa de usted pone en riesgo la democracia, pero rebajar las penas a los corruptos parece que cohesiona la democracia”. Desde sus días gallegos, el líder del PP se ha especializado en un recurso que volvió a exhibir este miércoles: ofrecer una “mano tendida” mientras no cesa de golpear con la otra. Feijóo se decía dispuesto al diálogo, al tiempo que acusaba a Sánchez de “acelerar la degradación institucional” o de pretender la “sumisión de todos los poderes del Estado”. Aseguraba que nunca ha cuestionado la legitimidad de su oponente para a continuación espetar: “Lo que cuestiona su legitimidad es lo que usted dice y hace”.
El jefe del Ejecutivo reservó para el final lo más potente de su metralla y de su ironía. Arrancó aplausos y carcajadas de los suyos cuando comentó entre risas: “No sé si saben que yo soy un tirano cuya obsesión es instaurar una república bolivariana”. Sostuvo que los populares solo reconocen la legitimidad del Gobierno cuando ellos ganan las elecciones. Interpretó que Feijóo quiere ahora difundir la idea de un “apocalipsis político” porque sus vaticinios de un “apocalipsis económico” no se han cumplido. Y, sobre todo, perseveró en su intento de socavar el liderazgo de su contrincante con insinuaciones de que ha apostado por una línea dura para “no correr la misma suerte” que Casado. “Puede que haya ganado unas semanas, pero ha perdido muchísimo: el poco crédito que le quedaba”, se revolvió Sánchez, para culminar con un aviso: “Usted ha llegado demasiado lejos, pero no se lo vamos a permitir”. El PP protestó como si fuera una amenaza y Sánchez lo dejó ahí.