Instrucciones para bailar sobre patrimonio histórico
La plaza de España en Sevilla es un nuevo ejemplo de cómo proteger el legado monumental en la celebración de grandes eventos culturales
Hasta hace no mucho los guardianes del patrimonio vivían de cara a los monumentos y de espaldas a la sociedad. Historiadores del arte, arquitectos, arqueólogos o restauradores han velado con rigor, sentimiento y ahínco para que la preservación de edificios, monumentos, esculturas o antigüedades con cientos o miles de años permanecieran en el mejor estado posible a pesar de la erosión del tiempo o la suciedad y el vandalismo generado por los seres humanos. Lo cierto es que la rentabilidad del turismo y de las acciones de marketing inmersivas han provocado el aumento de las interacciones humanas con el patrimonio convertido en reclamo publicitario.
En España hay varios emplazamientos denominados como bien de interés cultural (BIC) que cuentan desde hace años con una destacada programación cultural. Es el caso del teatro romano de Mérida o el teatro Grec de Barcelona. En Madrid, la puerta de Alcalá ha sido el alzado histórico para acciones especiales para música y entretenimiento (en 2024 el cantante Camilo ofreció un concierto con motivo del Día de la Hispanidad). Ahora es Sevilla y su plaza de España —proyectada por el hispalense Aníbal González— la ciudad que desea reivindicar la visibilidad de su arquitectura mediante la celebración del Icónica Santalucía Sevilla Fest (que tiene lugar en los meses de verano). Lo hace de la mano del experto en conservación y restauración de patrimonio Ángel Luis García Pérez, quien ha elaborado un protocolo propio de actuación para la implantación técnica del festival.
Entre esas indicaciones está la de no dañar las cerámicas evitando el contacto de las vallas con el propio material o prohibiendo los anclajes con perforación; tampoco se permite utilizar adhesivos que no sean removibles y lavables al agua, además de imponer el uso de gomas y cauchos prensados para la estabilización de maquinaria pesada sobre el pavimento. Javier Esteban y Pablo Távora (CEO y director de proyectos de Green Cow Music, promotora del festival) recuerdan entre sonrisas, al otro lado de la pantalla, que desde las instituciones públicas se quería proteger esta localización patrimonial “con una valla alta y una rafia negra” para que al implantar el escenario y demás servicios para el público la plaza no se dañara. Cuentan orgullosos que su proyecto se terminó entendiendo porque ellos lo que querían era “iluminar y ensalzar la arquitectura” en vez de esconderlo todo.
Para Luis Lafuente Batanero, actual director gerente de la casa natal de Pablo Ruiz Picasso (Málaga) —y ex director general de patrimonio en la primera legislatura de José Luis Martínez-Almeida en el Ayuntamiento de Madrid—, el acercamiento de la historia a la ciudadanía es fundamental. “Si fuera por los radicales del patrimonio, no se podría interactuar ni con monumentos ni con arquitectura histórica. La palabra clave es sostenibilidad. Si se cumplen las normas de aforo y se hacen estudios de carga, es completamente viable que los espacios históricos se usen para actividades culturales”. Mientras asistimos a la próxima programación cultural en un espacio patrimonial, cabe desvelar que parece que por fin se va a hacer realidad el deseo del músico y productor estadounidense Jeff Mills de hacer un live set en el Templo de Debod de Madrid. El monumento fue un regalo de Egipto a la ciudad. Fue aquí donde, según la mitología egipcia, Isis (diosa de la fertilidad) comenzó a sentir las contracciones para dar a luz a Horus, fruto de su relación con Osiris. Quizá es buena idea eso de alimentar la creatividad desde un epicentro de energía creadora. Ojalá los dioses (y los técnicos de patrimonio) lo hagan posible.