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El interior se exterioriza

A lo largo de mi niñez y de mi juventud, los maniquíes tenían rostro. Ojos, pestañas, cejas labios, nariz. Recuerdo que al ir y venir del colegio me detenía frente al escaparate de una tienda de ropa y observaba largamente una de estas figuras con forma de mujer que gozaba, me parecía a mí, de una existencia mínima, pues cuando dejaba de mirarla unos segundos cambiaba ligeramente de expresión. Jamás logré sorprenderla en el instante del tránsito, aunque lo intenté durante todo el curso escolar. Ignoro cuándo comenzó la novedad de los maniquíes con la cara borrada (quizá hace 20 o 30 años), per...

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A lo largo de mi niñez y de mi juventud, los maniquíes tenían rostro. Ojos, pestañas, cejas labios, nariz. Recuerdo que al ir y venir del colegio me detenía frente al escaparate de una tienda de ropa y observaba largamente una de estas figuras con forma de mujer que gozaba, me parecía a mí, de una existencia mínima, pues cuando dejaba de mirarla unos segundos cambiaba ligeramente de expresión. Jamás logré sorprenderla en el instante del tránsito, aunque lo intenté durante todo el curso escolar. Ignoro cuándo comenzó la novedad de los maniquíes con la cara borrada (quizá hace 20 o 30 años), pero lo cierto es que ya no nos sorprenden. A algunos les quitan incluso la cabeza sin que los niños los señalen como una monstruosidad. Supongo que detrás de este paso hacia la abstracción palpita toda una filosofía mercantil. Tal vez la pérdida del semblante nos obliga a dirigir nuestra mirada a la ropa, no lo sé.

Me llamó la atención, al tropezar con esta foto en el periódico, el contraste entre la falta de vida de las figuras que están al otro lado del escaparate y la que se aprecia entre las personas reales que les dan la espalda. Quiero decir que me fijé más en ellas: en sus posturas, en sus prendas de vestir, incluso en su calzado. Por un momento, pensé que estas personas eran los verdaderos maniquíes, mientras que las otras eran almas disfrazadas de muñecos sin vida. Un truco comercial, en fin, del escaparatista: el interior se exterioriza mientras que el exterior se interioriza. Habría estado bien, pero los vendedores no son tan listos. ¿O sí?

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