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El trazo de Dora Maar y la sombra de Picasso en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid

Una selección de los casi desconocidos dibujos de la artista y fotógrafa francesa, que fue musa y amante del genio malagueño, pueden verse junto a las instantáneas que tomó en la Barcelona de 1933

“Dibujos expresivos y bellos en su sencillez”. Así define estos trazos lineales, unos figurativos y otros abstractos, María Millán, comisaria de Dora Maar. Fotografía y dibujos, muestra promovida por la Fundación Loewe en el Museo Lázaro Galdiano, en Madrid. De nombre Henriette Theodora Markovitch (París, 1907-1997), ...

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“Dibujos expresivos y bellos en su sencillez”. Así define estos trazos lineales, unos figurativos y otros abstractos, María Millán, comisaria de Dora Maar. Fotografía y dibujos, muestra promovida por la Fundación Loewe en el Museo Lázaro Galdiano, en Madrid. De nombre Henriette Theodora Markovitch (París, 1907-1997), Dora Maar para la fotografía y la pintura, ha pasado a la historia del arte también porque fue musa y amante de Picasso entre 1936 y 1943. En 1937 documentó con su cámara los 35 días del proceso creativo del Guernica. Cuando él la dejó, ella enloqueció hasta el extremo de ser internada en psiquiátricos. Hija de un arquitecto croata y una violinista francesa, cosmopolita —creció en Argentina, donde aprendió español—, era una mujer refinada, atractiva, pasional…

En el marco del festival PHotoEspaña se pueden ver, junto a una serie de fotografías que tomó en las calles de Barcelona en 1933, una selección de sus dibujos, en general poco conocidos; algunos incluso se muestran por vez primera, subraya Millán.

Aunque primero había aprendido a pintar, Dora Maar destacó como fotógrafa comercial y de moda. Picasso la animó a retomar la pintura, que ella cultivó el resto de su vida, aunque nunca con la calidad ni el reconocimiento conseguido por su fotografía.

En los dibujos de esta muestra, abierta hasta el 14 de septiembre, hay una evidente influencia del Picasso cubista. Se muestra un cuaderno acordeón con varios retratos, entre ellos el del malagueño, y destaca su Autorretrato con pechos cortados, de 1939, cuando la relación con el artista era ya un tormento por los celos ante las infidelidades del genio. “Representa una figura femenina con capa, bien erguida y los senos cortados, como si fuera santa Águeda”, dice la comisaria.

El carácter experimental de sus pequeños dibujos, en los que hay también paisajes, bodegones o el vuelo de unos mosquitos, se evidencia por donde los plasmó: hojas de agendas, cuadernos, papeles sueltos; a veces eran simples bocetos, realizados con grafito, tinta o lápices de colores.

Después de Picasso, Dora Maar pasó de una personalidad arisca, irascible y autoritaria, como la ha definido la historiadora y crítica de arte Victoria Combalía, a una vida refugiada en la religión y aislada del mundo hasta el fin de sus días.

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