Maneras de vengarse

Alberto Núñez Feijóo, presidente del Partido Popular, liderando en la Cumbre de Presidentes del PP el pasado 6 de septiembre, junto a los 14 barones autonómicos, en el palacete de los Duques de Pastrana, en MadridSamuel Sánchez

Si no puedes ocupar el palacio de la Moncloa auténtico, busca uno que se le parezca. Feijóo y los suyos, a los que les resulta insólita la idea de no gobernar, actúan como si lo hicieran y de ese modo van pasando el trago. El caso es que el 6 de septiembre se reunieron para algo, ...

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Si no puedes ocupar el palacio de la Moncloa auténtico, busca uno que se le parezca. Feijóo y los suyos, a los que les resulta insólita la idea de no gobernar, actúan como si lo hicieran y de ese modo van pasando el trago. El caso es que el 6 de septiembre se reunieron para algo, ahora no caigo para qué, aunque lo más probable es que se reunieran para reunirse, como la mayoría de la gente. Bueno, se inau­guraba también el curso escolar y el político y la venta de fascículos: todo eso que nos proporciona el sentimiento de comenzar y de lo que conviene dejar alguna señal informativa. No eres nadie si no apareces en el telediario marcando territorio con algún tipo de deyección.

El PP decidió hacerlo sacándose una foto que evocara aquella que, tras los comicios, sucede a la formación de los nuevos gobiernos, y, por si no bastara, en un escenario muy parecido a aquel en el que se dejan inmortalizar los ministros recién nombrados con su presidente en el centro. De alguien tuvo que ser la idea, claro, ignoramos de quién, aunque cabe preguntarse si alguno de los presentes, al observar el panorama, y aunque no se atreviera a decir nada, sintió al menos un poco de extrañeza ante la imitación entre cómica y trágica de una imagen inaugural arquetípica. No hay vergüenza, en fin. Se va a por todas. Me vienen a la memoria por lo tanto los versos de José Hierro sobre el individuo que no habiendo tenido de pequeño un caballito de cartón, se venga de los años comprándose uno verdadero.

Lo curioso es que el “caballito” de la fotografía, pese a la edad de los participantes, era de cartón.

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